Cultura popular

…7 de julio San Fermí­n…

La explosión popular se despoja de sus ataduras, para que valentí­a y transgresión tomen las calles

Ya huele a Sanfermines en Pamplona, y todo está preparado en una fiesta en la que la imprevisibilidad marca el ritmo cada año a golpe de espontáneo espíritu que a partir del 7 de julio libera de sus ataduras a los pamplonicas para mostrar la parte no domesticada del alma del hombre en los encierros, corazón que late e irriga pasión y adrenalina en la fiesta pamplonica por excelencia. San Fermín les da las raíces eclesiásticas con una auténtica disputa sobre la elección del patrón de Pamplona, San Fermín, San Saturnino y San Javier protagonizan toda una disputa sobre este lugar privilegiado como patrón, mientras las fiestas populares avanzan a lo largo de los años en torno a la fecha de San Fermín, el 10 de octubre, sin embargo, como toda fiesta popular, es el pueblo el que arraiga costumbres e impone sus preferencias, de manera que en el año 1591 ante la suspensión de las fiestas debido al mal tiempo, cansados de celebrar sus fiestas en una época del año poco apetecible, se decide trasladar la fiesta a la fecha del 7 de julio, como conocemos en la actualidad. Con esta fecha renovada, se unía la fiesta patronal con la feria del ganado, que encuentra sus raíces históricas uniendo la fiesta religiosa con las fiestas paganas que se celebraban como ferias comerciales de ganado que desde el comienzo del siglo XIII se venían celebrando a partir del comienzo de verano y las fiestas de San Juan. Ya las crónicas de los siglos XVI y XVII nos hablan de fiestas que en esta fecha invadían las calles de Pamplona con músicos, danzantes, gigantes, torneos, saltimbanquis, encierros y toros junto con numerosas ferias con atracciones peculiares como “la mujer cañón” o “los gigantes y cabezudos” junto con una amalgama de feriantes de muy diferentes lugares que materializó esta fiesta popular y diversa, mientras el clero, tan arraigado en Pamplona, hacía especial hincapié en su preocupación de los excesos del beber y el libertinaje que explotaba con fuerza para liberar el alma más animal de nuestra especie. Los encierros, elemento principal de las fiestas de Sanfermines, daban la oportunidad a la especie humana de entremezclarse con la ganadería que se transportaba hasta la plaza de toros, en cambio era y es ese recorrido el que despertaba mayor interés a la gente que se incluía en la carrera, y a pesar que durante años, el Ayuntamiento prohibió que la gente se metiera en las carreras de los encierros de toros, de nada sirvió para el espíritu que ante similar espectáculo incita al hombre a por unos instantes competir delante del gran animal Español por excelencia, furia y potencia que corren por las venas de una iberia salvaje. En el año 1923 el hombre y el toro de igual a igual jugando con la muerte cautivan a Ernest Hemingway en su primera visita a Pamplona, tanto es así, que este viaje cristaliza dando a luz su primera novela de éxito “The Sun Also Rises” que transcurre en este lugar y cautiva a todo aquel que la lee, dando por tanto un doble fruto que germina con el éxito de Hemingway y dando una internacionalidad a los Sanfermines nunca antes conocida.

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