Hace ahora exactamente 8 meses, valoramos la huelga general del 29-S como una «victoria por goleada» de las fuerzas populares y como expresión del enorme rechazo de la mayoría de la población a los planes de ajuste, recortes sociales y rebaja salarial. Fue el primer golpe recibido por el proyecto impuesto por el FMI y Bruselas y ejecutado por el gobierno de Zapatero Los resultados de las elecciones del 22-M han supuesto el segundo golpe. Han manifestado en el terreno político y electoral -en la forma en que en estos momentos podía expresarse- exactamente ese mismo grado de rechazo.
Los datos que confirman esta afirmación no dejan lugar a la duda. El 22-M hubo 800.000 nuevos votantes. 1,2 millones de electores que en 2007 se abstuvieron, el 22-M decidieron movilizarse ara ir a votar. Y el PSOE perdió 1,5 millones de votos con respecto a la elecciones municipales de 2007. Lo que hace un total de 3,5 millones de nuevos votos en disputa entre las distintas fuerzas políticas. ¿Dónde han ido esos votos? ¿Cómo se han movido, en qué dirección se han desplazado? ¿Han servido para fortalecer los planes del hegemonismo y la oligarquía o los han debilitado? De los 3,5 millones de votos que se han movido en busca de una alternativa, el PP sólo ha sido capaz de atraer a poco más de 550.000, es decir, apenas un 15%. Vamos a considerar que CiU forma parte de este bloque, sumando los 54 mil votos nuevos que ha obtenido. E incluso vamos a sumar también a este bloque de fuerzas dispuestas a ejecutar los planes hegemonistas a los distintos grupos caciquiles reaccionarios y de la extrema derecha, que como mucho pueden llegar a sumar 150.000 votos. Lo que nos da un total de 750.000 nuevos votantes ganados por este conjunto de fuerzas. Votantes que en su inmensa mayoría, por supuesto, no participan de los planes de la oligarquía y el imperialismo, pero que en estas elecciones han considerado que son la única alternativa al gobierno Zapatero. 750.000 votantes de 3,5 millones son poco más del 20%. Lo que quiere decir que de cada 10 votantes que han manifestado de una forma activa y expresa su rechazo a la política de Zapatero, sólo 2 han confiado su voto a las fuerzas llamadas a sustituir a Zapatero para aplicar su misma política. Sin embargo, la enorme masa de votos que se han desplazado en estas elecciones se han mpvido en una dirección completamente opuesta. Más de 2,5 millones de estos “votos circulantes” se han dirigido a fuerzas que, en mayor o menor grado, rechazan el proyecto de Washington, Berlín y Botín de rebajarnos un 40% los salarios y las rentas. UPyD gana 465 mil votos. Izquierda Unida 207 mil. Compromís 89 mil. Bildu 69 mil. Los votos en blanco y nulos –un voto de oposición radical al modelo político que no encuentra alternativa que le satisfaga– suman 284 mil nuevos votantes. Las Candidaturas de Unidad Popular de Cataluña otros 43 mil. Este conjunto de fuerzas de ámbito nacional o autonómico cuyo programa –a distinto nivel– se enfrenta a sus planes de ajuste y al modelo político a través del que pueden imponerlo, suman más de 1,1 millones de nuevos votantes que han pasado a darles su apoyo. Otro 1,6 millones de votos se dirigen a lo que el ministerio del Interior califica como “otros” o “resto”. Fuerzas que en una parte (Ciudadanos por el Voto en Blanco, Por un Mundo + justo, Ecolo, Los Verdes,…) está formada por candidaturas con un programa progresista, cuando no abiertamente antihegemonista, y, por otra, por candidaturas regionalistas o locales independientes que se rebelan a quedar atrapadas y no poder expresarse más que a través del bloque bipartidista PP-PSOE que el hegemonismo y la oligarquía imponen. Este es el movimiento electoral real que se ha producido el 22-M: ellos han salido debilitados, nosotros hemos salido fortalecidos y en mejores condiciones para seguir dando la batalla. No es en absoluto casual que el movimiento 15-M haya surgido y haya prendido entre las masas justamente en medio de la campaña electoral. Si los resultados del 22-M son la expresión política de la amplitud del rechazo a los planes del hegemonismo, el 15-M son su expresión social. Igual que lo son las 250.000 firmas por la exigencia del referéndum que hemos sido capaces de recoger en apenas unas semanas basándonos exclusivamente en nuestras propias y limitadas fuerzas. En lo político, en lo social, en la batalla de primer plano,… Miremos a donde miremos la conclusión es la misma: crece –y lo hace, además, a velocidad inusitada– el rechazo y la oposición activa y organizada a sus planes. Decrece el apoyo político y social al bloque de fuerzas encargadas de ejecutarlos. Y ambos factores, y su aceleración, trabajan objetivamente creando más y mejores condiciones para que se abra paso una alternativa de frente amplio de unidad contra el proyecto hegemonista. Debacle del PSE, golpe al modelo El rechazo a los planes de ajuste se ha concentrado de forma principal sobre el PSOE, pero sin que al mismo tiempo el PP sea capaz de rentabilizar su debacle electoral. Lo que hace que, de conjunto, el modelo político bipartidista sobre el cual se asienta la capacidad del hegemonismo y la oligarquía de imponer sus planes salga debilitado. Una de las dos patas principales del modelo (el PSOE) sufre un severo golpe, mientras que la otra no se fortalece ni de lejos en la misma proporción. El PP accede a una amplia mayoría política en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, pero ese mayoría política se debe en lo principal al hundimiento del PSOE y no a que esté sostenido en una amplia mayoría social. El PP gobernará en 12 de la 13 CCAA en que había elecciones y en la inmensa mayoría de las capitales de provincias, pero lo hace consiguiendo únicamente el respaldo del 23,5% del censo electoral. Es decir, con más de 3 de cada 4 electores que no le dan su apoyo. La hemorragia de votos sufrida por el PSOE, el debilitamiento de conjunto, política y electoralmente, del bloque de fuerzas del hegemonismo y la oligarquía y el corrimiento masivo de votos hacia fuerzas que se sitúan fuera del modelo bipartidista y son objetivamente unibles a la alternativa de un frente amplio de unidad para dar la batalla contra los planes de nuestros enemigos, suponen, tras el triunfo del 29-S, el segundo gran golpe. Lo que ha mostrado el 22-M es no sólo cómo el rechazo hacia los planes del FMI y Bruselas se extiende entre capas cada vez mas amplias de la población, sino cómo ese rechazo está buscando dotarse de voz y expresión política visible que, necesariamente, sólo puede adquirir debilitando y agrietando el modelo político hegemonista. Lo que a su vez crea mucho mejores condiciones para que se abra paso la alternativa de formación de un amplio frente de unidad contra los planes de nuestros enemigos. PSOE, la pata quebrada Todos los espasmódicos movimientos que ha vivido el PSOE a lo largo de esta semana –órdago de Patxi López reclamando un congreso, renuncia de Chacón a las primarias, elección a dedo de Rubalcaba,..– no son más que consecuencia directa del tsunami de votos de rechazo cosechado por la política de Zapatero. La sumisión de Zapatero a los dictados de Obama, Merkel y Botín han convertido al PSOE en un sumidero por el que se escapa una auténtica hemorragia de votos y apoyos. Y el cierre de filas en torno a Rubalcaba no parece más que un parche temporal que difícilmente podrá contenerla. Ante el aparato dirigente del PSOE se abre una contradicción de muy difícil resolución. Por una parte, aplicar el mandato dado por Botín hace sólo unos meses de agotar la legislatura para concluir las reformas pendientes más importantes. Por otro, la evidencia de que continuar aplicando nuevas medidas de ajuste y rebaja salarial lo conduce a un abismo electoral en marzo de 2012 todavía muy superior al del 22-M. Y en el que corre el riesgo no ya de convertirse en una fuerza minoritaria, sino marginal con respecto al papel que debe jugar en el modelo político. Tras el 22-M, Zapatero ha insistido en apostar por agotar la legislatura. Pero también apostó por las primarias y el aparato central del PSOE le ha impuesto lo contrario. En estas condiciones, no es en absoluto descartable la convocatoria de elecciones anticipadas en otoño. Hoy más que nunca, el gobierno Zapatero pende de un delgado hilo que está muy lejos de manejar, y al que la más mínima turbulencia política o económica puede tumbar en cuestión de días o semanas. Ellos están políticamente más débiles, el 22-M les ha asestado un segundo golpe. Redoblar la lucha contra sus planes difundiendo la campaña por la exigencia del referéndum, extendiendo el programa de redistribución de la riqueza y trabajando por unir en un amplio frente de unidad todo el enorme rechazo político y social que ha eclosionado y se ha hecho visible en torno al 22-M es la tarea del momento.