El año que empieza con el número 14 en su apellido será muy dado a las conmemoraciones históricas. 1914 dará materia para comparar los años previos a la Gran Guerra y los tiempos actuales. Como ahora, fueron tiempos de aceleración y vértigo, de profusión de novedades y de rearme de unos poderes asediados por los cambios de mentalidad. Pero, sobre todo, la Belle Époquey los años previos a la crisis de 2008 tienen en común la pérdida de la noción de límites por parte de las élites y la enorme frivolidad de las clases dirigentes que quisieron creerse sus propias mentiras. Otro 14 más familiar llenará los papeles de ruido: 1714, cuando España intentó constituirse en nación única, con la victoria borbónica, a costa de derechos, culturas y costumbres de las minorías. El choque de mitologías nacionales con el trasfondo del movimiento independentista catalán, de la crisis social y de la crisis de agotamiento del régimen surgido de la Transición dará lugar a más confrontación y menos debate político de lo que sería deseable. Y todo ello en un contexto de descrédito de los partidos políticos tradicionales, que puede conducirles a la tentación de buscar en la pelea, en la conversión del adversario en enemigo, del disidente en delincuente (como hace la ley de seguridad ciudadana), la manera de galvanizar a los convencidos y de movilizar a los escépticos para recuperar posiciones electorales.
España está metida en una crisis social profunda, en un proyecto gubernamental de regresión moral y cultural, y en una crisis de Estado simbolizada por el deterioro institucional, el desprestigio de los partidos («No nos representan») y el conflicto con Cataluña. El Gobierno se niega a reconocer la crisis social y el presidente practica el triunfalismo de la recuperación. Rajoy ha olvidado que, pese a los recortes de 2012, la deuda no ha dejado de crecer, que 2013 ha sido un año de reformas que han hundido los salarios y han convertido a España en campeona europea del empleo destruido, y que entramos en 2014 con el anuncio de que el salario mínimo se congela en 645 euros y 30 céntimos. Recuperación, ¿para quién?
«Tomamos la decisión que queríamos», ha dicho Rajoy sobre el proyecto de ley del aborto. Aplica a los ciudadanos el mismo desdén que la ley a las mujeres. Autoritarismo posdemocrático es la figura.
En fin, el escapismo en el caso Bárcenas y la negativa a reformar el sistema político demuestran el nulo interés por la calidad de la democracia. Y la negativa a plantear una sola propuesta en positivo a Cataluña indica una peligrosa estrategia de combate. La frivolidad de ciertas élites económicas y políticas nos llevó al desastre de la crisis. Frivolidad es vivir fuera de la realidad. Allí siguen.