Las tres horas de alto el fuego diario dan paso a escenas dramáticas

180 minutos

«Cuando el reloj marcó las 13:00, Yaser arrancó el motor de la ambulancia, y con el corazón en un puño se dirigió al barrio de Zeitún, al sur de la capital. La calle se empezó a llenar de gente frenética. La cuenta atrás empezaba a correr. Cuando llegaron, una multitud se afanaba en quitar los escombros humeantes, entre los que asomaba una pequeña cara. Yaser trepó por la escalera semiderruida, y en el segundo piso descubrió otra escena más de esta maldita guerra. Cuatro niños pequeños -de entre dos y tres años- se abrazaban a los cuerpos inertes de sus madres. Yaser respiró aliviado al comprobar que seguí­an con vida, pero comprobó angustiado que estaban extremadamente débiles -no podí­an siquiera llorar-. Cogió a dos en brazos y bajó las escaleras, pidiendo auxilio.»

Escenas como esta se reiten desde hace dos días en Gaza, durante las tres exiguas horas de alto el fuego diario (de 13:00 a 16:00 en la hora local) que el ejército israelí ha dejado como “corredor humanitario” para la población civil. Cada habitante siente entonces como los minutos se le echan encima. Del terror por los disparos y las explosiones, Gaza pasa entonces a sacar frenética cadáveres entre los escombros, a trasladar heridos a los colapsados hospitales, a buscar familiares con un nudo en la garganta, y sobretodo a encontrar desesperadamente comida y abrigo. La ciudad se transforma en un hormiguero herido, que vibra de miedo, indignación y angustia.Durante esas tres horas de ultimátum, las familias desarrapadas se abalanzan sobre periodistas o cooperantes internacionales para implorar por comida, ropa o mantas para combatir el invierno de Gaza. El frío se siente más que nunca por la falta de electricidad y gas para alimentar radiadores. Pocas ventanas quedan con los cristales intactos después de 13 días de bombardeos. La situación se agrava en el caso de los refugiados, que han dejado sus casas a la carrera, apenas con lo puesto. "No trajimos nada de nuestras casas y mis hijos no pueden dormir en el suelo de noche porque está muy frío", relata Jaled junto a sus cuatro pequeños en el interior de una escuela. Su hermana Suhaib tuvo que romper su abrigo para usar los jirones como pañales para su niña de cuatro meses.Después de un año de bloqueo y de dos semanas de bombardeos israelíes, la comida es algo realmente difícil de conseguir en una ciudad de casi medio millón de hambrientos."Tengo miedo y además no voy a poder comprar el pan porque la cola es larga y estoy seguro de que la panadería no puede responder a la demanda de todo el mundo", lamenta Ahmad Daher, ansioso por dar de comer a sus seis hijos.La tregua de tres horas, anunciada por la diplomacia israelí como un gesto humanitario de Tel Aviv, le parece una burla sangrienta a John Ging, responsable en Gaza del programa de auxilio a los refugiados palestinos (UNRWA). "No hay que dejarse distraer por esa bonita palabra de ‘corredor’ y las bellas imágenes de convoyes. Las cosas no funcionan así. Los soldados israelíes detienen sus operaciones durante tres horas. Eso es todo. Nada más", denunció indignado en una entrevista al diario "Le Monde".La misión de la ONU en Gaza anunció la suspensión de sus operaciones, tras la muerte hoy por fuego israelí de un conductor de uno de sus convoyes en la franja. "No podemos continuar operando de esta manera. Pedimos que se nos garantice la seguridad para llevar a cabo nuestras operaciones, que se respete el derecho humanitario y la Convención de Ginebra y se deje operar a los actores humanitarios", dijo hoy otro portavoz de la UNRWA.Los camiones, claramente marcados con la bandera de las Naciones Unidas y de cuyo recorrido se había informado al ejército israelí, recibieron el impacto de artillería de un tanque. Un conductor murió, varios resultaron heridos y la preciosa carga humanitaria quedó dañada. Con éste van tres ataques a la ONU, desde que el pasado 6 de enero la artillería hebrea bombardeara dos escuelas de las Naciones Unidas donde se resguardaban varios cientos de refugiados. En el más grave de ellos, un solo proyectil segó la vida de 46 civiles, la mayoría mujeres y niñosLos cruentos ataques israelíes y el hallazgo de cadáveres palestinos entre los escombros han vuelto a engordar también hoy el balance de víctimas de la ofensiva, que alcanza ya la cifra de 779 muertos y 3.200 heridos. Las siniestras estadísticas podrían aumentar en las próximas horas, ya que 375 heridos se encuentran en estado crítico y el Ejército israelí continúa sembrando de muerte la maltrecha franja.“Yaser miró, ansioso y extenuado, el reloj. Las 15:48. Sólo quedaban 12 minutos para que la calle se volviera un sorteo de metralla. Se metió con su equipo en la ambulancia y mientras se alejaban a toda prisa, miró por el retrovisor las ruinas de lo que antes había sido el hogar de una familia. Habían encontrado 35 cuerpos. Apretó los dientes y el acelerador.”

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