10 contradicciones de la crisis de la deuda en Occidente

«El carácter «ilimitado» de la «cultura de la asistencia social» que en momentos puede llegar a extremos nefastos para las arcas estatales, han dado lugar a esta contradicción, la cual a su vez da origen a la segunda: la contradicción entre el cumplimiento de las promesas de las campañas y la capacidad financiera para llevarlas adelante. Para cumplir las promesas electorales, hay que elevar la capacidad financiera y para elevar la capacidad financiera hay que aumentar la recaudación de impuestos.»

Sin embargo, el envejecimiento aulatino de la población y el aumento del costo de la mano de obra han creado un vacío en la industria, lo cual genera la tercera contradicción: entre la recesión económica y el aumento de los impuestos. El crecimiento del PIB de los países de la eurozona pasó del 0,8% en el primer trimestre al 0,2% en el segundo. La recesión hace imposible aumentar los impuestos. Frente a esto sólo resta refinanciar el déficit y adquirir nuevas deudas, lo cual genera la cuarta contradicción, esta vez entre asegurar la propia posición y el endeudamiento. Endeudarse para mantener la posición hace que las deudas aumenten sin parar. (DIARIO DEL PUEBLO) THE WALL STREET JOURNAL.- El problema de Grecia no es solamente su deuda insostenible, sino la falta crónica de competitividad. Los salarios griegos reales tendrían que caer aproximadamente un 30%. O Grecia prolonga su programa de ajustes fiscales durante una década o más, con el riesgo de que se produzca una mayor brecha social, o se devalúa y asume las consecuencias de forma inmediata. Según las experiencias de Islandia, Argentina y otros mercados emergentes, tras la devaluación, la economía podría volver a crecer al cabo de un año. El problema son los detalles prácticos. China. Diario del Pueblo Diez grandes contradicciones de la crisis de la deuda en Occidente Tang Shuangning En el marco de la cumbre financiera del Foro Económico Europa-Asia 2011, el pasado 24 de septiembre el presidente del Banco Everbright de China, Tang Shuangning, pronunció un discurso acerca de la crisis que está teniendo lugar en Europa. A continuación se exponen las diez principales contradicciones que caracterizan la crisis de la deuda europea según Tang. En primer lugar está la contradicción de la asistencia social extremadamente alta y el sistema político. En principio, los sistemas políticos occidentales se centran en la “separación de los tres poderes” y las elecciones. Las campañas electorales se basan en cuatro pilares: la fuerza, la auto-imagen, la elocuencia y las promesas. Por necesidades electorales, independientemente de los recursos financieros, todos los partidos políticos que compiten se comprometen en mejorar el sistema de bienestar para tentar el apetito de los votantes. Esta práctica ha dado lugar a una “cultura de la asistencia social”. El carácter “ilimitado” de este tipo de “asistencialismo”, que en momentos puede llegar a extremos nefastos para las arcas estatales, han dado lugar a esta contradicción, la cual a su vez da origen a la segunda: la contradicción entre el cumplimiento de las promesas de las campañas electorales y la capacidad financiera para llevarlas adelante. Para cumplir las promesas electorales, hay que elevar la capacidad financiera y para elevar la capacidad financiera hay que aumentar la recaudación de impuestos. Sin embargo, el envejecimiento paulatino de la población y el aumento del costo de la mano de obra han creado un vacío en la industria, lo cual genera la tercera contradicción: entre la recesión económica y el aumento de los impuestos. El crecimiento del PIB de los países de la eurozona pasó del 0,8% en el primer trimestre al 0,2% en el segundo, lo que representa el nivel más bajo desde 2009. De este dato, cabe recalcar que el crecimiento de Alemania, considerada la locomotora de la eurozona, sólo fue del 0,1%, y Francia sólo dio pasos en el mismo lugar. La recesión hace imposible aumentar los impuestos. Frente a esto sólo resta refinanciar el déficit y adquirir nuevas deudas, lo cual genera la cuarta contradicción, esta vez entre asegurar la propia posición y el endeudamiento. Endeudarse para mantener la posición hace que las deudas aumenten sin parar, hasta llegar a una crisis de endeudamiento, donde sólo se puede intentar reducir los gastos. La “reducción del déficit” provoca protestas y una caída del consumo, que ayuda a agravar aún más la recesión y aumentar el desempleo, lo cual, a su vez, hace que disminuya la recaudación y se incremente el déficit. Allí es cuando aparece la quinta contradicción, que es la contradicción entre el superación de la crisis de la deuda, el agravamiento de la recesión y los disturbios sociales. En la actualidad las manifestaciones y los disturbios estallan uno después del otro. El problema de la elevada deuda no se puede resolver por sí mismo, sino más bien se necesita la ayuda de otros países. Esto genera la sexta contradicción: la que existe entre la voluntad de auxilio por parte de algunos países como Alemania y el precio a pagar, o sea: ¿cómo pueden pagar los alemanes las cuentas de los griegos? Merkel debe decidir si quiere el euro o los votos. Esta es una de las razones por las que Alemania, Francia y otros países hacen promesas irrealizables. Si Alemania no puede solucionarlo, el banco central europeo tampoco podrá solucionarlo. Al poseer sus propias monedas, el Reino Unido, EE.UU. y otros países, pueden tomar medidas de emergencia como la monetización de la deuda (repudio encubierto), impulsar una nueva política de flexibilización cuantitativa o emitir bonos del gobierno para cambiarlos en el banco central por la deuda actual. Sin embargo, el banco central europeo no puede llevar a cabo esta operación, porque podría causar un caos monetario en los países altamente endeudados. Esta es la séptima contradicción: entre el sistema del banco central europeo y la solución mediante la monetización de la deuda. Mientras tanto, no sólo se necesita una alta financiación en los países occidentales con una alta deuda, sino también en el sistema bancario. La relación de la necesidad de financiación del sistema bancario occidental y los pasivos brutos se sitúa entre 30% y el 40%. Esto genera a su vez la octava contradicción: entre la necesidad de financiación de los gobiernos altamente endeudados y la necesidad de financiación de los bancos. Todas estas acciones no solucionan el problema, lo mejor es una extensión de la deuda, que a su vez da lugar a la novena contradicción: entre un dolor a largo plazo y uno pasajero. Un dolor pasajero podría llevar a la bancarrota de los países altamente endeudados, entonces, un dolor a largo plazo, ¿podría traer la solución del problema? Quizás se experimente más dolor y acabe en la bancarrota de más países altamente endeudados. Si el dolor a largo plazo y el dolor pasajero no funcionan, ¿por qué no se podría ir más allá y fundar un país llamado “Europa”? El euro es el símbolo del sistema monetario de la eurozona, un país llamado “Europa” sería el símbolo del sistema financiero de la eurozona. ¿Es esta idea factible? Así aparece la décima contradicción: entre el sistema monetario de la eurozona y el sistema fiscal. Los ciudadanos de un país tienen que pagar las cuentas de otros países, lo cual da lugar a un sentimiento de descontento con respecto a la Unión Europea. De estas diez contradicciones, la principal sigue estando entre el alto bienestar y el sistema político. Si Occidente no resuelve la “democratización extremista” a nivel del sistema político y el “excesivo asistencialismo” a nivel cultural, estas diez contradicciones serán difíciles de resolver. Una solución temporal sería como “beber veneno para calmar la sed”. DIARIO DEL PUEBLO. 27-9-2011 EEUU. The Wall Street Journal Grecia no ofrece una salida clara del euro Simon Nixon El mercado ha aprendido a no tomarse al pie de la letra las declaraciones de los líderes de la eurozona. Primero dijeron que no habría impago de deuda en la eurozona, después, que no llegaría antes de 2013, y luego, que habría una única reestructuración de la deuda griega en 2011. Ahora, aunque hay más reestructuraciones de la deuda helena sobre la mesa, siguen siendo un tabú para cualquier otro país de la eurozona. ¿Qué deberían pensar por tanto los inversores ante los últimos comentarios de los líderes de la eurozona, en los que aseguran que Grecia permanecerá en el euro? Ésta es una promesa que debería mantenerse. Sin duda, la salida de Grecia del euro puede resultar atractiva desde un punto de vista superficial. Como afirma Nouriel Roubini, el problema de Grecia no es solamente su deuda insostenible, sino la falta crónica de competitividad. Los salarios griegos reales tendrían que caer aproximadamente un 30%. O Grecia prolonga su programa de ajustes fiscales durante una década o más, con el riesgo de que se produzca una mayor brecha social, o se devalúa y asume las consecuencias de forma inmediata. Según las experiencias de Islandia, Argentina y otros mercados emergentes, tras la devaluación, la economía podría volver a crecer al cabo de un año. El problema son los detalles prácticos. En primer lugar, según los tratados europeos, la única forma en la que un país puede salir de la eurozona es abandonando la Unión Europea. Eso empeoraría aún más la situación de Grecia, al perder el país el acceso a los fondos de la EU y los beneficios de pertenecer al mercado único. En segundo lugar, Grecia tendría que preparar su salida en el más absoluto secreto para evitar una catastrófica retirada masiva de los fondos de sus bancos. El sistema bancario heleno ha perdido un 12% de su base de depósitos en lo que va de año. Cuando se hiciera pública la salida del euro, el Gobierno heleno debería adoptar medidas muy estrictas, como introducir controles fronterizos y fomentar una congelación de los depósitos. Tercero, Atenas podría decidir reconvertir en dracmas los activos y la deuda que estén bajo legislación griega, pero los que estén sometidos a la legislación internacional tendrían que negociarse de forma individual, un proceso que podría prolongarse durante meses o incluso años. A diferencia de muchos antiguos países comunistas que introdujeron nuevas divisas, las deudas externas de Grecia son considerables. La deuda de muchas empresas podría dispararse y verse forzadas a la quiebra, y otras perderían el acceso a los mercados de capitales. Cuarto, Atenas tendría que recapitalizar sus bancos y hallar un medio de seguir financiando sus propios préstamos: Grecia aún tiene un déficit primario –antes del pago de intereses– cercano al 2,8% del producto interior bruto. A menos que el Fondo Monetario internacional y la UE acepten seguir financiando a Grecia como parte de una salida negociada, algo difícil de concebir desde el punto de vista político, Atenas tendría que hacerlo imprimiendo dinero, con lo que correría el riesgo de provocar hiperinflación. Finalmente, la introducción de una nueva divisa plantearía grandes retos logísticos, que van desde la distribución de nuevos billetes y monedas a la actualización de infraestructuras como las cajas registradoras, los cajeros automáticos y las redes informáticas. Para la introducción de los billetes y monedas de euro fueron necesarios años de minuciosa planificación. El coste para Grecia de abandonar el euro podría ser de hasta el 20% del PIB, según los cálculos de Credit Suisse. Pero una vez que se rompa el tabú de la salida de la moneda única, otros países con problemas fiscales correrían el riesgo de sufrir retiradas masivas de depósitos igual de catastróficas, lo que despertaría el fantasma de una ruptura del euro. Esto podría provocar pérdidas de hasta 300.000 millones de euros a los bancos del interior de la eurozona, y de 630.000 millones a las entidades de los países periféricos, según Credit Suisse. La eurozona luchará para cumplir la promesa de mantener a Grecia dentro del euro. THE WALL STREET JOURNAL. 26-9-2011

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