«Si se cumplen las previsiones de los analistas privados, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, tendría que realizar un ajuste extra de 17.000 millones de euros, una cifra que supera a la que se preveía ahorrar cuando se impulsó la mayor subida de impuestos de la historia reciente o cuando se aprobó el mayor ajuste del gasto social de la democracia.»
El imacto sobre el bolsillo de los ciudadanos del nuevo recorte sería muy significativo. De confirmarse las previsiones de los economistas (durante el último año ha acertado más que Hacienda a la hora de prever la evolución de los números rojos de las cuentas públicas), el Gobierno se enfrentaría a un ajuste presupuestario extra de cerca de 1.200 euros de media en cada uno de los 14,1 millones de hogares que hay en España, según el INE. (EXPANSIÓN) LA VANGUARDIA.- Como la losa de la crisis siga cayendo sobre nosotros, lo único que quedará libre de impuestos será pensar, aunque mejor no dar ideas. José Blanco nos acaba de despertar del letargo veraniego para recordar que la enésima subida tributaria está al caer. Padeceremos durante semanas clases devastadoras de fiscalidad, presagio de que la solución final tendrá una textura más próxima a la lija que a la seda. De entrada, empezamos mal cuando la garganta doliente del ministro gallego nos dice que los españoles soportan una presión fiscal inferior a la media europea. Seis puntos, en concreto. Las estadísticas son como alucinógenos capaces de convertir lo real en falso y a la inversa. ABC- EL general Stanley McChrystal lo expresó de una forma tan grosera que tuvo que ser destituido y aunque su sucesor, el general David Petraeus, lo ha hecho de forma más diplomática, ambos han revelado que existe una contradicción entre la posición de los militares que dirigen la guerra de Afganistán y la del presidente norteamericano, Barack Obama. La Casa Blanca está buscando una retirada más o menos expeditiva, y los generales insisten en que no sería razonable abandonar aquel país antes de estar seguros de que se han alcanzado los objetivos que se fijaron al inicio de la misión. Economía. Expansión La subida de impuestos supondrá 1.200 euros a cada familia Calixto Rivero El recortazo que ha impulsado el presidente del Gobierno para acelerar la reducción del déficit público es insuficiente. Según las previsiones de los analistas de Funcas, el Ejecutivo no conseguirá cumplir con sus objetivos presupuestarios ni en 2010 ni en 2011 si no impulsa nuevas subidas de impuestos o más recortes del gasto público en los próximos meses. La factura pendiente podría ascender a más de 1.200 euros por hogar. ¿La explicación? Estos expertos consideran que Economía se acoge a estimaciones de crecimiento y de recaudación demasiado halagüeñas, en un escenario en el que el riesgo país ha subido casi 19 puntos básicos en una semana. Para más inri, organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de España han denunciado que sigue sin saberse a ciencia cierta cómo se va a atajar el déficit de las autonomías y de los ayuntamientos. Para poner la puntilla, el propio presidente dijo el pasado martes que suavizará el recorte de 6.400 millones de euros anunciado en mayo, lo que le obligará a hacer más ajustes, sobre todo por la vía fiscal. Si se cumplen las previsiones de los analistas privados, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, tendría que realizar un ajuste extra de 17.000 millones de euros, una cifra que supera a la que se preveía ahorrar cuando se impulsó la mayor subida de impuestos de la historia reciente o cuando se aprobó el mayor ajuste del gasto social de la democracia. El impacto sobre el bolsillo de los ciudadanos del nuevo recorte sería muy significativo. De confirmarse las previsiones de los economistas (durante el último año ha acertado más que Hacienda a la hora de prever la evolución de los números rojos de las cuentas públicas), el Gobierno se enfrentaría a un ajuste presupuestario extra de cerca de 1.200 euros de media en cada uno de los 14,1 millones de hogares que hay en España, según el INE. El equipo económico de Zapatero ya está abonando el terreno para pedir nuevos esfuerzos a los ciudadanos: Blanco llegó a asegurar el domingo que los impuestos en España son “muy bajos” para los servicios que se prestan. En esta ocasión no quiso descartar, como sí han hecho miembros del Gobierno en otras ocasiones, que las clases medias no vayan a verse afectadas por las nuevas medidas tributarias que recogerán los Presupuestos de 2011. Los cálculos oficiales y los de los analistas privados no concuerdan. Según Funcas, el déficit ascenderá a finales de año al 10,1% del Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo, el Ministerio de Economía prevé que el agujero presupuestario será sólo del 9,3%, 8.000 millones menos que lo que augura Salgado. Las previsiones para el próximo año apuntan a algo parecido: mientras que el Gobierno espera que el déficit cierre en el 6% del PIB, Funcas estima que los números rojos de las administraciones equivaldrán al 6,9% del PIB, nueve puntos porcentuales más. La factura social Las únicas opciones para cumplir con las exigencias de Bruselas son sólo dos: aumentar aún más la factura fiscal de los ciudadanos o eliminar servicios sociales. No obstante, cualquiera de estas apuestas provocaría un nuevo rebrote de la recesión más intensa de las últimas décadas.Más ajustes El Ejecutivo de Zapatero no podrá eludir en esta ocasión el ajuste, como intentó hacer sin éxito en 2009. Y es que si no mete la tijera de nuevo a los Presupuestos de las administraciones podría dispararse otra vez la desconfianza de los inversores en la economía nacional como ocurrió en mayo, cuando los principales periódicos internacionales rumoreaban sobre la posibilidad de que la Unión Europea (UE) y el FMI tuvieran que acudir al rescate de España. Los cálculos de Bruselas Pero los analistas privados no son los únicos que consideran que los objetivos de déficit de Gobierno siguen sin sostenerse. Uno de los últimos dictámenes elaborados por la Comisión Europea sobre el plan de austeridad español apuntaba que la número dos del Ejecutivo tendría que concretar cómo va a recortar 15.000 millones de euros durante los próximos años. EXPANSIÓN. 17-8-2010 Opinión. La Vanguardia Festival sobre fiscalidad Alfredo Abián Como la losa de la crisis siga cayendo sobre nosotros, lo único que quedará libre de impuestos será pensar, aunque mejor no dar ideas. José Blanco nos acaba de despertar del letargo veraniego para recordar que la enésima subida tributaria está al caer. Padeceremos durante semanas clases devastadoras de fiscalidad, presagio de que la solución final tendrá una textura más próxima a la lija que a la seda. De entrada, empezamos mal cuando la garganta doliente del ministro gallego nos dice que los españoles soportan una presión fiscal inferior a la media europea. Seis puntos, en concreto. Las estadísticas son como alucinógenos capaces de convertir lo real en falso y a la inversa. Hay padrones que nos clasifican en la UE-15, en la UE-27 (que incluye las maltratadas economías del Este), en la OCDE…, sólo falta alguno que nos sitúe en el ranking de la galaxia de Andrómeda. Y hay datos que se devoran entre sí, cual virus troyano cebándose con una hoja de Excel. Tomemos la presión fiscal como ejemplo. Es cierto que en España se tributa menos, como también lo es que su media salarial es un 20% inferior a la de los socios europeos desarrollados, y casi la mitad si la comparamos con la alemana o británica. No en vano tenemos un 60% de trabajadores mileuristas. En paro duplicamos a los vecinos y competimos en el podio mundial con Sudáfrica, Macedonia, Lituania y hasta la franja de Gaza. Tenemos a cuatro de cada diez jóvenes desempleados –el doble de la media comunitaria– y nuestras inversiones en innovación también hacen llorar. Pero por milagros inventariales, nuestro PIB per cápita aún supera la media europea. Será por eso que hemos de pagar más impuestos. Así, el Gobierno podrá al fin homologarnos en todo a la media y la economía española dejará de crecer cinco veces menos. LA VANGUARDIA. 17-8-2010 Editorial. ABC Obama y sus generales EL general Stanley McChrystal lo expresó de una forma tan grosera que tuvo que ser destituido y aunque su sucesor, el general David Petraeus, lo ha hecho de forma más diplomática, ambos han revelado que existe una contradicción entre la posición de los militares que dirigen la guerra de Afganistán y la del presidente norteamericano, Barack Obama. La Casa Blanca está buscando una retirada más o menos expeditiva, y los generales insisten en que no sería razonable abandonar aquel país antes de estar seguros de que se han alcanzado los objetivos que se fijaron al inicio de la misión. El secretario de Defensa, Robert Gates, ha tenido que salir en defensa del presidente, pero lo ha hecho anunciando que también él abandonará su puesto. Obama se está dejando arrastrar por el cansancio de la opinión pública, al igual que muchos dirigentes políticos aliados que acusan el esfuerzo político de seguir apoyando un conflicto al que no se le ve salida. Está claro que si el objetivo fuera la retirada, lo mejor sería dedicarse a ello cuanto antes, porque a partir del momento en que se ha tomado esta decisión, cualquier sacrificio futuro carece de sentido. Pero eso sería un error gravísimo, porque también haría inútiles todos los esfuerzos realizados hasta ahora y, lo que es peor, dejaría en evidencia a la Alianza Atlántica por no haber tenido la determinación política de cumplir sus propias metas. La guerra de Afganistán pesa cada vez más en los países aliados y todo el mundo espera que termine cuanto antes. Pero debe terminar con la victoria clara de la OTAN, con la derrota de los talibanes y con un Afganistán estable puesto en manos de sus ciudadanos. Cualquier otra opción no haría más que trasladar la guerra a escenarios más cercanos. ABC. 17-8-2010