El preocupante doble juego de Washington en Cataluña

Justo cuando Puigdemont y la Generalitat han marcado en el calendario el próximo 1 de octubre para culminar su “desconexión con España”, recibimos desde EEUU mensajes cruzados.

El gobierno norteamericano reafirma su compromiso con “una España fuerte y unida”. Pero importantes centros de poder parecen avalar las tesis de Puigdemont, como The New York Times, que ha exigido al gobierno español la celebración de un referéndum en Cataluña.

Frente a quienes limitan “la cuestión catalana” a una disputa interna entre Madrid y Barcelona, la creación de un nuevo Estado -máxime cuando afecta a la unidad de un país como España, la 14ª potencia mundial- es una cuestión de poder que está en el centro de las relaciones internacionales.

La posición que tomen centros de poder mundiales como EEUU o la UE va a ser clave en el futuro de un procés soberanista que ya se ha convertido en un peligro real para la unidad.

Peligrosos mensajes cruzados

Noel Clay, portavoz del Departamento de Estado norteamericano ha declarado recientemente que «apoyamos una España fuerte y unida». Estas fueron las palabras empleadas por Obama, con motivo de la visita a Washington de Felipe VI en  2015, o en el comunicado emitido el pasado mes de abril por la embajada norteamericana en Madrid.

España es hoy un peón fiable norteamericano, en el que aumenta la penetración del capital estadounidense y que ha redoblado su importancia desde el punto de vista militar.

No parece que a Washington le interese una independencia catalana que desestabilizaría al conjunto de España, abriendo un escenario incierto, en el que cuestiones claves para Washington como las bases podrían ponerse en riesgo.

La posición oficial del gobierno norteamericano, rechazando el independentismo, parece coherente con los intereses fundamentales de la superpotencia.

Pero al mismo tiempo, también desde Washington, y difundidos por importantes centros de poder, recibimos pronunciamientos que cuanto menos alientan las amenazas contra la unidad en España.

El último y más sonado de ellos ha sido un contundente editorial de The New York Times reclamando un referéndum en Cataluña.

Hay que tener en cuenta que The New York Times no es un periódico más. Fundado en 1851, es la cabeza de un gran holding mediático, y junto a The Wall Street Journal actúa de facto como portavoz de los grandes nódulos de la burguesía norteamericana.

Su editorial se encabeza con un significativo título -“El desafío de Cataluña a España”- y en él se afirma que “la  mejor salida para España sería permitir el referéndum, y para los votantes catalanes rechazar la independencia”.

Mostrándose especialmente crítico con Rajoy, al afirmar que “la intransigencia de Madrid sólo inflamará las frustraciones catalanas”, exigiendo que se “negocie de buena fe con los líderes catalanes para encontrar una solución política”, o añadiendo que “un gobierno central mejor capacitado podría abordar el fervor independentista dando a la región un mejor retorno económico”.

No es la primera vez que The New York Times se pronuncia sobre Cataluña. En enero de este año incluyó el referéndum catalán en la lista de “Las cuestiones que podrían reestructurar a una Europa preocupada en 2017. Anticipando como un escenario futurible que “la independencia de Cataluña podría fracturar Europa”.

Aunque aboga por el No a la independencia en un futuro referéndum, el editorial de The New York Times carga de razones a los Mas y Puigdemont cuando están redoblando su ofensiva contra el Estado.

No es el único centro de poder norteamericano que ha colocado en estos últimos días una posible independencia de Cataluña en primer plano. La agencia Stratfort ha publicado un nuevo informe sobre la situación catalana. A pesar de tratarse de una empresa privada, sus conexiones con el Estado le han llevado a calificarla como “la CIA en la sombra”. Fue Stratfort quien anticipó, meses antes de que Rajoy tomar esa decisión, que Luis de Guindos sería ministro. 

Stratfort, que en 2012 ya anunció “la explosión de un independentismo más maduro”, contempla ahora la Declaración Unilateral de Independencia como uno de los cuatro posibles escenarios en octubre, anunciando que “ provocaría el “caos” y obligaría a la comunidad internacional a pedir negociaciones”. Remarcando que “el impulso de independencia de Cataluña no se desvanecerá en un futuro próximo, y la fricción entre Madrid y Barcelona persistirá”. 

Buscando un padrino internacional

El govern de Puigdemont ha utilizado el editorial de The New York Times como arma arrojadiza al servicio de sus intereses. El conseller de Asuntos Exteriores, Raül Romeva, lo ha concentrado al escribir en su twitter: “El @nytimes intenta guiar al Estado por el camino de la democracia: lo mejor sería permitir el referéndum”.

Es imposible para los Mas y Puigdemont llevar hasta el final su órdago contra la unidad en un país como España ( la 14ª potencia mundial y la cuarta economía de la zona euro) sin contar cuanto menos con el amparo y aliento de grandes centros de poder mundiales.

Por eso insisten en “internacionalizar” el procés, buscando “tejer complicidades internacionales”, es decir el amparo de grandes centros de poder mundiales, sin los cuales es imposible avanzar hacia la independencia. «Es imposible para los Mas y Puigdemont llevar hasta el final su órdago contra la unidad sin contar cuanto menos con el amparo de grandes centros de poder mundiales «

 Tanto Mas como Puigdemont han acudido a EEUU, a Londres o a Bruselas a reiterar que una Cataluña independiente “seguiría cumpliendo las obligaciones con la OTAN”. 

Las cabezas del independentismo catalán no dudan en cultivar los apoyos internacionales de los sectores más reaccionarios. Como el de  Dana Rohrabacher -presidente del influyente «subcomité para asuntos europeos» del congreso norteamericano, colaborador de Reagan y Bush- que ha avalado el referéndum en Cataluña.

Mas y Puigdemont celebraron la elección de Trump. Otros dirigentes de la ex Convergencia explican los motivos. Agustí Colomines (ex director de la poderosa fundación convergente CatDem, centro del escándalo de corrupción del 3% y estrecho colaborador de Puigdemont) considera que con la llegada de Trump a la Casa Blanca «para el soberanismo catalán se ha abierto una ventana de oportunidad que el president Carles Puigdemont tendría que explorar». Y Victor Terradelles (responsable de relaciones internacionales de la ex Convergencia) ha formulado explícitamente que Cataluña debe ofrecerse -dentro de los cambios que va a suponer la era Trump- como «muro de contención occidental en el sur de Europa, codo a codo con Israel, el país que más en serio sigue el proceso catalán». Es decir, aspirando a colocarse como fuerza de choque de la estrategia de Trump en Europa.

Límites y riesgos

La constitución norteamericana prohibe la celebración de cualquier referéndum que cuestione la unidad. Un minúsculo movimiento en Texas favorable a un referéndum ha sido rechazado y desarticulado. Pero a EEUU sí le interesa debilitar la unidad de los países bajo su dominio. Puede llegar hasta la fractura, como cuando desgajo a Panamá de Colombia para hacerse con el control del canal. O utilizarlo como un instrumento de desestabilización, como cuando alentó movimientos disgregadores en las regiones más ricas de Bolivia como arma contra el gobierno de Evo Morales.

Cuando desde Washington se enarbola la «autodeterminación de los pueblos» o se apoya a movimientos separatistas, se hace con la intención de desguajar países y someter los pedazos a su dominio.

Si el gobierno norteamericano ha respaldado públicamente la unidad de España es por su propio interés. No puede permitirse una peligrosa desestabilización de un país al que necesitan totalmente encuadrado tanto económica como política y militarmente.» Son preocupantes los pronunciamientos de centros de poder norteamericanos, avalando los argumentos de Puigdemont o considerando la independencia como escenario no descartable»

Estos son los límites que enfrenta el apoyo norteamericano al procés soberanista en Cataluña.

Pero al mismo tiempo sabemos por experiencia que Washington ha utilizado -no solo, pero también en España- el aliento a la disgregación como ariete para reforzar su dominio.

No necesariamente llegando hasta el extremo de la fragmentación, pero sí cuestionando la unidad para debilitar a su víctima y someterla a un yugo todavía mayor.

El mismo ex ministro de Exteriores de Rajoy, José Manuel García Margallo, confesó que el incremento de la  presencia española en las misiones de la OTAN en el Báltico, o el asentimiento a duplicar la contribución a los presupuestos de la Alianza Atlántica, fue “un ejemplo de favor” para ganarse el respaldo norteamericano frente al proceso soberanista.

Por eso son cuanto mínimo preocupantes los recientes pronunciamientos de importantes centros de poder norteamericanos, avalando los argumentos de Puigdemont o considerando la independencia unilateral como escenario no descartable.

La subdirectora de La Vanguardia -portavoz de la gran burguesía catalana- ha advertido que el editorial de The New York Times es un estimulo para los sectores independentistas más radicalizados, encabezados por Mas y Puigdemont, que abogan por una movilización sin precedentes que obligue a las instituciones internacionales a intervenir en caso de que el referéndum resulte irrealizable.

Con el doble juego que viene desde Washington se añaden más riesgos a una situación ya extremadamente grave.

La sociedad española debe ser consciente de como las grandes potencias siguen utilizando el peligro de fragmentación al servicio de sus intereses de dominio sobre España.

 

4 comentarios sobre “El preocupante doble juego de Washington en Cataluña”

  • san bartolomé de las casas dice:

    «“El desafío de Cataluña a España”- y en él se afirma que “la mejor salida para España sería permitir el referéndum, y para los votantes catalanes rechazar la independencia”.

    Mostrándose especialmente crítico con Rajoy, al afirmar que “la intransigencia de Madrid sólo inflamará las frustraciones catalanas”, exigiendo que se “negocie de buena fe con los líderes catalanes para encontrar una solución política”, o añadiendo que “un gobierno central mejor capacitado podría abordar el fervor independentista dando a la región un mejor retorno económico”.

    No es la primera vez que The New York Times se pronuncia sobre Cataluña. «……..pero qué manía tiene la burguesía monopolista yankee en el Estado catalanista o vasco -no hay más que recordar a Galíndez-.Pero si en BCN gana la Colau «anti-deshaucios»,que es lo que le interesa al «catalán de a pie»,la explotación laboral,su casa,el coche,etc,etc,etc.Viví año y medio en Cataluña y ningún charnego hablaba de «Estados catalanistas al 3%»,les preocubaba su trabajo,el urbanismo,los parques,los deshaucios de la banca,etc.Hala,el New York Times,se meta sus artículos por donde les quepa

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