Al final, las predicciones de Gabilondo van concretándose. Sogecable y Mediapro pusieron ayer fin a la llamada «guerra del fútbol» con un acuerdo que asegura a los abonados de Canal + y de la plataforma por satélite Digital+ – propiedad de PRISA – acceder a todos los partidos de la Liga de Fútbol y la Copa del Rey al menos durante las próximas tres temporadas. Después de dos años de conflicto las imperiosas necesidades de mutua ayuda se han impuesto.
Ambas entidades se han dado un mes de lazo para suscribir "un acuerdo de integración con el objetivo de incorporar sus respectivos negocios audiovisuales a una sociedad de nueva creación en la que compartirán accionariado"Digital + se ha asegurado así la explotación del fútbol sin que la repentina amistad pueda desligarse de los acuerdos que sin duda, y como predecía Gabilondo la otra noche en el programa de Buenafuente escenificando la futura fusión en sus personas, se firmarán en cualquier momento o mientras se lee este artículo.Las negociaciones han pasado por la creación de un organismo negociador que fije en el plazo de cuatro semanas la organización interna, órganos ejecutivos y aportaciones de cada una de las partes al nuevo grupo.Ambas cadenas han nacido a la sombra de la reforma audiovisual que en 2005 propuso el Gobierno de Zapatero, autorizando a Canal + a emitir en abierto 24 horas al día, ampliando así el número de televisiones privadas. El año pasado, Cuatro cerró con una audiencia del 8,6% y La Sexta logró un 5,5%.El Gobierno aprobó en febrero, aunque se pueda decir que no tiene niña bonita, la fusión de las televisiones privadas a través de un real decreto que se tramita actualmente en el Parlamento. Con el curso de la nueva normativa desaparece la restricción de las participaciones cruzadas – un accionista podía tener como máximo un 5% del capital en otra cadena -, imponiendo un límite a la fusión: ambos operadores no supere el 27% de la cuota de pantalla. Les tomó las medidas… y les hizo el traje.El sorprendente cambio en la relación de ambas cadenas no puede más que explicarse a través de la crisis económica y la necesidad de concentrar capital y poder en menos manos para abordar en un grado más, la voracidad que se impone en el imperio mediático como en todas las esferas de la política y la economía, en los tiempos que corren.Los inevitables movimientos monopolistas en época de crisis van produciéndose como si estuvieran escritos. Otra cosa es en la forma particular que lo hagan. Y en este caso parece que se prepara el nacimiento de un gigante mediático de proporciones desconocidas en nuestro país.