La batalla en torno al ‘Inmigration Ban’ es una expresión más de la profunda división -que la línea Trump agudiza a cada paso- en el seno de la sociedad norteamericana y de su clase dominante.
El veto migratorio de Donald Trump, que impide «provisionalmente» la entrada a EEUU a inmigrantes de siete países musulmanes, y veta permamentemente la entrada a los refugiados sirios, ha desatado un potente pulso. Además de una contundente respuesta por parte de la sociedad civil, una amplia representación de las grandes empresas estadounidenses e importantes sectores de los aparatos de Estado han maniobrado para paralizar el veto migratorio. Suspendido por un juez de Seattle, el polémico decreto se halla en un laberinto legal.
El veto migratorio (‘Inmigration Ban’) es otra de las promesas estrella de Donald Trump en campaña, y afecta ahora mismo a más de 100.000 visados para extranjeros dentro y fuera de EEUU. El decreto prohíbe la entrada durante 90 días a personas procedentes de siete países musulmanes -Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen- aunque tengan todos sus papeles en regla. Y prohíbe el acceso a todos los refugiados -durante 120 días- y a los refugiados sirios de forma indefinida.
Desde 1999 a 2015, un 3,6 % de los nuevos residentes legales en EEUU han llegado de los siete países afectados. EEUU recibió durante 2015 más de 86.000 visitantes de estos países. La prohibición también afecta a los inmigrantes «legales» de esos países, más de 52.000 en 2015; y también a las personas de esa lista negra de países con visas temporales en EEUU, a los que hasta ahora se les permitía viajar a su lugar de origen y volver a entrar sin problema en EEUU. Todas esas categorías de esos siete países han sido baneadas por la decisión de Trump, a pesar de que para ingresar en Norteamérica hay que pasar por una engorrosa investigación previa en las embajadas.«El veto migratorio es tan groseramente arbitrario, xenófobo y antidemocrático que la sociedad civil norteamericana, ya en pie de guerra tras el triunfo de Trump, ha saltado como un resorte.»
El decreto es tan groseramente arbitrario, xenófobo y antidemocrático que la sociedad civil norteamericana, ya en pie de guerra desde hace meses tras el triunfo de Trump, ha saltado como un resorte al grito de ‘We, The People’ (‘Nosotros, el pueblo’, la fórmula con la que comienza la Constitución de EEUU). Las protestas contra el veto migratorio de Trump se han extendido como la pólvora por todo el país, con decenas de miles de manifestantes en las principales ciudades -sobretodo en las terminales de los aeropuertos- mostrando su repulsa al Inmigration Ban, y con un ejército de abogados voluntarios y gratuitos prestando defensa legal a los inmigrantes vetados. No ha pasado ni un mes de gobierno Trump, y la izquierda social norteamericana se ha sacudido el narcótico de la era Obama, y se alza tan combativa como en los tiempos del «No en Nuestro Nombre» de la Guerra de Irak.
Pero la grieta que recorre la sociedad norteamericana -de la cual el fenómeno Trump es a la vez expresión y acicate- se adentra profundamente en su cabeza, en la clase dominante y el establishment de los aparatos de Estado. Hasta 97 empresas líderes de EEUU se han unido en un documento para rechazar e iniciar acciones legales contra el veto migratorio de Trump. En la larga lista -que incluye un elevado porcentaje de empresas tecnológicas ubicadas en Silicon Valley- se encuentran monopolios tan poderosos e influyentes como Apple, Kraft, Ford, General Electric, AT&T, Google, McDonald’s, Boeing, Disney, Microsoft, Amazon, Facebook, Twitter… y otras muchas. Las empresas de la lista generan juntas 4,2 billones de dólares al año.
“La orden ejecutiva viola la ley y la Constitución», gritan las compañías en la carta, aunque sus verdaderas razones poco tiene que ver con la ley o la ética. Sobretodo alertan de la factura económica que la Inmigration Ban les supone. Se trata de firmas altamente internacionalizadas en cuanto a sus profesionales. Según Silicon Valley Index, en 2016, el 37,4% de los empleados de estas empresas eran extranjeros. Para esos sectores monopolistas la capacidad del hegemonismo norteamericano de reclutar y absorber talento del mundo entero, es clave. Más de 200 empresas de la lista Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes. Y la orientación “proteccionista” de la economía norteamericana, junto a los aires de tormenta que levanta Trump en la apertura del comercio mundial, chocan de lleno con sus intereses.
También poderosos sectores de Estado se han movilizado para bloquearlo. A las firmas de ex secretarios de Estado como John Kerry o Madeleine Albright se han unido ex altos cargos del departamento de Seguridad Nacional (el exjefe de la CIA Leon Panetta o Janet Napolitano, exresponsable de Seguridad Nacional), e incluso de forma sorprendente, hasta un asesor de Trump procedente de las empresas tecnológicas, Elon Musk.
Quima Saura Ardèvol dice:
Muy bueno
De acuerdo 100%
Rosa dice:
En la era bus graznar Argentina vivió como a golpe d pistolas reclutaban a sus cientificos. En España, cuando hizo. Escala el vuelo a Berlin, que llevaba toda la orquesta del director, Barenboim, y sus musicos, todos argentinos, fueron forzados a pedir la nacionalidad española con la.amenaza de q si se negaban a.firmar los papeles q ya tenían rellenados,solo debían firmar y automáticamente eran españoles y continuarian rumbo a Berlin. Los firmaron, está en los medios, y Graznar presumiendo q por primera vez en la.historia el arte español iba rumbo a Alemania. Busquen en la.hemeroteca o pregunten a los afectados. También, por esas fechas, ocuparon obligando a los científicos q estaban trabajando y a los q se iban incorporando, a q pidieran visa EeUu o España, e inmediatamente los embarcaron rumbo.a USA o Europa
Quima Saura Ardèvol dice:
Excel.lent