Valéry Giscard D´Estaigne, el ex presidente francés durante los años de la transición,Ahora era conocido en algunos círculos parisinos como “Monseiur Espagne” gracias a su obsesión por inmiscuirse en los asuntos internos de nuestro país.
Ahora, una parte de las élites frances quieren volver a ejercer de “Monseiur Espagne”, utilizando el procés en Cataluña como el palo con el que hurgar en los asuntos españoles.
Hasta 41 senadores franceses han hecho pública una carta enviada a las autoridades españolas, bajo el título “Por el respeto de las libertades y los derechos fundamentales en Cataluña”. En ella se denuncia “las represiones de las que son víctimas cargos electos legítimos, representantes políticos de la Generalitat de Cataluña encarcelados o forzados al exilio por sus opiniones”. Afirmando que “esta situación es un verdadero ataque a los derechos y libertades democráticas”. Y reclamando a Francia y los países de la UE que intervengan -contra España y a favor de las élites del procés- “para restablecer las condiciones del diálogo a fin de encontrar soluciones políticas a un problema político”.
El gobierno francés se ha desvinculado de la carta y ha afirmado apoyar al gobierno español. Pero entre los firmantes hay varios senadores de En Marcha, el partido del presidente Macron, que no han sido apercibidos ni llamados al orden. También aparecen entre los firmantes todos los senadores de La Francia Insumisa de Melenchon, el principal aliado de Podemos en Europa, que a pesar de su pomposo nombre no duda en aliarse con la derecha más retrógrada de Francia para respaldar a Puigdemont. Y es que cuando se trata de atacar a España las élites francesas parecen abandonar sus diferencias para concentrarse en lo principal.
Es absolutamente sorprendente que senadores de un país como Francia, donde es impensable que un territorio tenga el nivel de autonomía que La Rioja tiene en España, y en el que un político que persiguiera tener las mismas competencias que la Generalitat catalana sería juzgado por alta traición, se atrevan a criticar “la represión española” contra Cataluña.
En Francia no existe “problema catalán”… porque fue literalmente exterminado. Cuando en 1640 Francia se anexionó por la fuerza la Cataluña norte, la primera medida fue prohibir el catalán “por ser contrario al honor de la nación francesa” y derogar cualquier rastro de autonomía.
Los firmantes de esta carta, tan preocupados por denunciar “la represión española”, no dijeron una sola palabra cuando el sur de Francia era un auténtico “santuario etarra”, desde donde se preparaban los atentados que eran ejecutados en suelo español. Durante décadas, París utilizó la gestión de ese “santuario etarra” como vía privilegiada de intervención en España. Y no hubo en el senado francés ninguna carta de denuncia.
Desde hace siglos las élites francesas quieren una España degradada, que pueda ser intervenida y sometida a dependencia. Hurgando para ello en las costuras de la unidad. En pleno siglo XIX el el embajador galo en Madrid repetía que “cuanto más suba el carlismo, más bajará el precio de las minas de Almadén”. Las ultramontanas hustes carlistas eran protegidas por París, para sembrar división en España, debilitar al gobierno… y facilitar que el capital galo se hiciera a precio de saldo con el fabuloso negocio del mercurio de Almadén.
Ahora una parte de esas élites francesas vuelven a la carga. Quienes protegen, hoy los Puigdemont y Torra, ayer los carlistas, son siempre los sectores más reaccionarios. Y su objetivo es siempre el mismo: que Francia intervenga en los asuntos de España.