El gobierno de François Bayrou cayó tras perder una moción de confianza convocada como un trágala para que la Asamblea Nacional pasara por el aro de sus brutales ajustes presupuestarios: un hachazo de 44.000 millones de euros, calificado como “una de las peores baterías de austeridad de la historia reciente de Francia”, que implica brutales recortes en sanidad y educación, drástica reducción de funcionarios en áreas sociales, congelación de las pensiones y una larga batería de ataques a las clases populares.
Ha sido sustituido por Sébastien Lecornu, exministro de Defensa y muy cercano a Macron… que mantiene la misma agenda: brutales recortes para desmantelar el «Estado del Bienestar» galo, al grito de «es insostenible»… al mismo tiempo que se eleva el gasto militar al 5% del PIB para cumplir con el mandato de la OTAN y de Washington
Cinco primeros ministros en cinco años. Pocos datos expresan de forma tan redonda la pertinaz crisis e inestabilidad política que vive Francia, sobre todo tras las elecciones legislativas anticipadas de junio de 2024 que resultaron en un parlamento fragmentado sin mayoría clara, con tres bloques cada uno de los cuales está enfrentado a los otros dos: los macronistas, la extrema derecha y la izquierda.
El detonante de la caída de Bayrou y de la entrada de Lecornu (cuyo perfil, aún más derechista. parece augurarle la misma «vida media» de sus antecesores) es la «necesidad» de impulsar ajustes que rebajen el grave y enquistado problema que tiene París con su deuda. Francia es el tercer país más endeudado de la UE tras Grecia e Italia, y sus intereses de la deuda equivalen al gasto conjunto en defensa y educación.
Pero la receta de Macron para lidiar con este dilema ha sido siempre la misma: rebajar impuestos a las rentas más altas y a las grandes empresas, al tiempo que descargaba los recortes y los ajustes sobre las clases populares y los derechos de los trabajadores.
Unas políticas antipopulares y antiobreras que generan un clima permanente de conflictividad social, con cinco huelgas generales desde 2017, algunas de ellas muy prolongadas. La de marzo de 2023 duró varios meses y fue la más masiva de la historia reciente.
Macron y Lecornu están ante una encrucijada. Pueden optar por buscar el apoyo de los socialistas, pero al coste de subir los impuestos, una tradicional línea roja para el presidente galo. O bien buscar alianzas con la extrema derecha lepenista, rompiendo el cordón sanitario en un momento de fuerza de los ultras y del trumpismo
La opción de otras elecciones legislativas puede cobrar fuerza en los meses sigientes. Tanto la izquierda como la ultraderecha endurecerán sus exigencias a Lecornu y Macron de cara a las elecciones municipales de marzo. Un nuevo colapso del Ejecutivo, unido a una eventual derrota del macronismo en las elecciones locales, aumentarían la presión sobre Macron para disolver el Parlamento.
Y mientras tanto, el movimiento obrero y sindical francés está en pie de guerra contra los planes de ajuste y recortes que planean sobre el país. Convocando masivas movilizaciones contra las medidas de austeridad, el movimiento ‘Bloquearlo todo’ enciende la chispa de un otoño de contestación en Francia.

