El ciclo electoral que ahora concluye (andaluzas, generales, europeas, autonómicas y municipales) establece una correlación de fuerzas política en el país más favorable a la defensa de los intereses populares y nacionales, y revela las dificultades a las que se enfrenta la ejecución del proyecto hegemonista de saqueo y degradación en España.
El 26 de mayo no solo ha tenido lugar un “superdomingo electoral”, donde confluían tres convocatorias o una “doble vuelta” de las generales, ni se estaba decidiendo solo la representación en el parlamento europeo o la distribución del poder territorial. Ha sido la culminación de un largo ciclo electoral donde, como sucedió en 2015 y 2016, estaba en juego una correlación de fuerzas política que determinaría los ritmos y formas en que podía seguir ejecutándose en nuestro país el proyecto de saqueo y degradación, que el hegemonismo y la oligarquía del Ibex 35 necesitan llevar más allá.
El saldo de una batalla tan compleja ofrece inevitablemente claros y oscuros, avances y retrocesos. Pero tomados los resultados de conjunto, el balance es inequívoco: “se ha abierto un ciclo de izquierdas”, marcado por el avance de una mayoría progresista que sigue jugando un papel político clave. Así lo dice alguien tan poco sospechoso de simpatías hacia la izquierda como José Antonio Zarzalejos, exdidector del diario ABC.
Este largo «ciclo electoral» se abrió con el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy que desalojó al PP de la Moncloa, en junio del año pasado, para dar con el momento en el que la política del país cambió de rumbo.
En esta contienda, la cita determinante ha sido sin duda unas generales donde la movilización del voto progresista impidió la configuración de un “gobierno de los recortes” encabezado por el PP y en el que se incluyera Vox. Lo que ha sucedido en las europeas, pero también en las autonómicas y municipales, debe leerse desde aquí.
La movilización de una mayoría social que defiende políticas progresistas, que exige acabar con los recortes y la precariedad, subir salarios y pensiones, liquidar los recortes en sanidad y educación, ampliar las libertades y fortalecer la libre unidad del pueblo de las nacionalidades de España, ha determinado un resultado en las urnas que ha configurado una nueva situación política.
Una donde las aspiraciones populares tienen mejores condiciones para abrirse paso. Y donde los proyectos de saqueo y degradación que amenazan a nuestro país y a nuestra gente tienen mayores resistencias y dificultades para imponerse.