El caso de Argentina muestra cómo las decisiones políticas pueden precipitar la vida de un país

Voluntad política, para bien o para mal

Las decisiones y la voluntad política de un gobierno pueden cambiar, en muy poco tiempo, las condiciones de vida y de trabajo de millones de personas. Para bien o para mal.

Las decisiones de un gobierno y la voluntad política para aplicar sus políticas tienen una traslación directa sobre la vida de sus ciudadanos, y pueden impulsar la vida social de un país hacia arriba o hacia abajo, mejorando rápidamente las condiciones de vida y de trabajo de sus clases populares… o hundirlas en la miseria.

Un ejemplo -por lo malo- de esta afirmación lo tenemos en Argentina, donde apenas once meses de políticas de Milei han arrojado a 5,5 millones de personas a la pobreza.

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Lloramos por ti, Argentina

Cuando Milei se puso la banda presidencial, la pobreza ya era tristemente dueña del 40% de los estómagos de Argentina. Pero once meses después lo es del 53%, unos 25 millones. Los que ya eran pobres ahora lo son mucho más, y se han generado 5,5 millones de nuevos argentinos a los que no les llega para la canasta básica. Esto es un hecho.

Por supuesto el gobierno de Milei lo achaca a la «herencia recibida» del gobierno anterior, o asegura que si no hubiera adoptado las durísimas medidas que ha tomado, la situación sería «mucho peor». Pero -sin entrar a las determinaciones internacionales sobre las políticas de Milei, y a qué intereses responde- veamos qué ha hecho este ultraderechista en once meses, y por qué ha sido respondido, casi a diario, con gigantescas protestas.

Milei ha decretado un recorte drástico del gasto público y un draconiano aumento de tarifas (del 200% para la luz y del 150% para el gas) disparando la inflación a un 237% interanual. Ha decretado una devaluación del 118% de la moneda nacional, la caída de los salarios y ha congelado las pensiones mínimas en unos paupérrimos 271 euros. Ha dejado sin prestaciones médicas a los beneficiarios de los planes de desempleo

Evolución del índice de pobreza en Argentina en los últimos 20 años. Infografía de El País

Ha bloqueado todos los programas sociales, saboteando desde el gobierno hasta a los bancos de alimentos, incluso cuando un 50% de los niños asisten a comedores escolares y el 36,7% almuerza o cena en los comedores populares que administran los movimientos sociales.

¿No tienen nada que ver estas políticas con el drástico aumento de la pobreza en Argentina, verdad?

Las políticas de Milei no son descerebradas, ni fruto de la enajenación o de la ineptitud. Son totalmente conscientes. Denotan una voluntad de hierro para servir… a los intereses oligárquicos e imperialistas.

La voluntad política desde la Casa Rosada ha supuesto un fuerte impulso de Argentina… hacia el abismo de la pobreza colectiva.

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La voluntad política es un poder transformador… para bien o para mal

El ejemplo de Argentina debe hacernos reflexionar, porque no es ni mucho menos el único, ni nuestro país está al margen de las buenas o malas consecuencias de las decisiones que se tomen desde la Moncloa.

Nuestra propia historia reciente está llena de ejemplos.

El 12 de mayo de 2010, y tras un tira y afloja con el gobierno norteamericano, el gobierno de Zapatero dio un giro de 180º, decretando en el parlamento español el mayor programa de ajustes de la historia reciente e inaugurando una nueva época (que luego continuó Rajoy), la de la «austeridad» y los brutales recortes sociales, que desencadenarían varias huelgas generales, masivas movilizaciones (las mareas por la sanidad y la educación) y hasta el 15M.

Esta decisión, y la voluntad política para ejecutarla (en este caso para obedecer a Washington y a Merkel), determinaron una década de profundos retrocesos sociales, de crisis y de empobrecimiento, cuyas consecuencias todavía sufrimos.

Acatando una llamada del presidente Barack Obama, Zapatero decidió dar un giro de 180º y decretar una andanada de durísimos ajustes que abrirían una década de recortes sociales y empobrecimiento

Así acabó un gobierno de Zapatero, que en honor a la verdad, comenzó con decisiones de signo muy diferente. Como sacando a las tropas españolas de Irak, en sintonía con los ultra mayoritarios deseos de la sociedad española, y contraviniendo a la Casa Blanca de G.W.Bush. O aprobando el matrimonio homosexual en uno de los países más católicos de Europa.

De nuevo un ejemplo de cómo la voluntad política puede tener rápidas y drásticas consecuencias, para mal o para bien, mejorando o empeorando los bolsillos, o las libertades de la mayoría.

La historia del gobierno de Pedro Sánchez también está repleta de este tipo de ejemplos.

Sánchez se negó en redondo a gobernar con Podemos, forzando una repetición electoral y casi una segunda. Hasta que hubo voluntad política, y entonces, de forma súbita, hubo ‘fumata blanca’ al gobierno de coalición.

Cuando la factura de la luz subió a los 400 y 500 euros el megavatio, parecía imposible que nadie se atreviera topar el precio del gas -la fuente energética más cara- para así lograr la desescalada. Pero entonces España y Portugal, por primera vez, se plantaron en Europa, y tuvieron voluntad para resistir las presiones. Y se logró la «excepción ibérica».

También abundan ejemplos de lo malo, de flagrantes traiciones a la voluntad de la mayoría social progresista.

De cómo el gobierno de Sánchez, de la noche a la mañana ha dado un giro de 180º a la tradicional posición sobre el Sáhara, dejando en la estacada al pueblo saharaui. O cómo ha mostrado una férrea voluntad por no derogar la Ley Mordaza en sus aspectos fundamentales, pues ahora que se aproxima una nueva oleada de recortes y precariedad, necesitan este ataque a las libertades para maniatar y amordazar a las protestas populares. O cómo se niegan a resolver el problema de la vivienda, a limitar por ley el precio de los alquileres o a crear un nuevo y gran parque de vivienda pública para uso social, comparable al que tienen otros países europeos.

En todos estos casos, el PSOE ha demostrado tener voluntad política, si… pero para defender los intereses de otros centros de poder mundial, o de la banca y los monopolios del Ibex35.

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Con voluntad política se pueden hacer muchas cosas.

Atreverse a poner un tope al precio del alquiler para que por ley no supere el 25% de la renta media de un barrio, distrito o localidad, es una cuestión de voluntad política

Muchos dicen que con esta correlación parlamentaria tan adversa, el gobierno está prácticamente maniatado en su actividad legislativa. Pero incluso en estas condiciones, tiene margen de maniobra. Con voluntad política y audacia, desde el Consejo de ministros se pueden llevar adelante importantes medidas -incluso en forma de decretos- que mejoren de manera inmediata la vida de amplias capas de la ciudadanía.

Si se puso un tope al precio del gas, logrando en poco tiempo deshinchar el `precio de la electricidad, si se bajó el IVA de alimentos básicos como el aceite de oliva… ¿por qué no se pone un tope al precio de los alquileres, limitándolo al 25% o al 33% de la renta media de una localidad o distrito? De esa manera se conseguiría romper la imparable escalada de los precios del alquiler, que ya se comen entre el 40% y el 60% del salario de la mitad de los españoles.

Algunas comunidades autónomas como Canarias, Ceuta y Melilla y Andalucía viven hoy con angustia la llegada de miles de migrantes, entre ellos menores especialmente vulnerables, a los que no se puede dar una atención digna ni adecuada por la saturación de los centros de acogida. Es necesaria una política que redistribuya de manera solidaria a estas personas por todas las CCAA, poniendo la atención y el cuidado de los migrantes y refugiados en el alfa y el omega. ¿Por qué no se aprueban partidas extraordinarias para habilitar la financiación para ello, y que las Comunidades autónomas tengan los recursos suficientes para acogerlos?

Son apenas dos ejemplos de cómo se puede y se debe dar respuesta a problemas candentes, poniendo las bases para resolverlos de manera inmediata o para aliviarlos.

Es una cuestión de voluntad política.

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