Al menos diez personas han muerto tras el hundimiento del Villa de Pitanxo, un pesquero gallego con 24 tripulantes, con base en Marín (Pontevedra), que faenaba en las aguas canadienses de Terranova, según ha informado Salvamento Marítimo.
Las labores de búsqueda han localizado solo a tres supervivientes y diez fallecidos. El resto de la tripulación, once marineros, sigue desaparecida.
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Esas tres personas -entre ellos el patrón Juan Padín, y su sobrino, Eduardo- fueron localizadas por otro pesquero gallego -sus compañeros del Playa Menduina 2, también con base en Marín- en una de las cuatro balsas salvavidas con las que estaba equipado el Villa de Pitanxo. Otras dos balsas también fueron localizadas, pero estaban completamente vacías, lo que hace temer un fatal desenlace para sus tripulantes. Otros buques españoles. portugueses, franceses y canadienses unidos a la operación han localizado a los cuerpos de diez fallecidos.
El Villa Pitanxo, con 50 metros de eslora y 24 tripulantes -la mayoría españoles, y también peruanos y ghaneses- emitió dos alertas de socorro de madrugada a unos 450 kilómetros de las costas de Terranova, Canadá, país que coordina dispositivo aéreo y marítimo desplegado, y que ha enviado a la zona un helicóptero y una embarcación de rescate.
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Naufragio en la mar, angustia en el puerto
“No sabemos si nuestro sobrino está vivo y esto es una angustia”, dice con el corazón en un puño una mujer a los periodistas mientras se dirige a la sede de la empresa armadora, el Grupo Nores, una de las empresas fundadoras de la Cooperativa de Armadores de Vigo. De Canadá llegan muchas noticias confusas y contradictorias, que las autoridades solo ofrecen cuando pueden confirmarlas, para no ahondar en el dolor de los familiares.
La única luz en esta tragedia llegó a media tarde, cuando se confirmó que entre los tres supervivientes se encontraba el patrón del barco, Juan Padín Costa, y su sobrino Eduardo Rial Padín, de 42 años. Gloria Padín Costas, hermana del capitán y madre de Eduardo, se rompió de alivio cuando pudo escuchar la voz del veterano marinero, de 53 años: «Tranquilos, Eduardo y yo estamos a salvo”.
Otras veintiún familias no han tenido la misma fortuna, y aguardan las noticias divididas entre una tenue esperanza y un nudo en el estómago. «Solo nos queda rezar”, comentaba Elisabeth, tía de Jonathan Calderón, de 39 años, mientras espera noticias de la empresa armadora.
Las condiciones de la mar en la zona del naufragio son extremadamente desfavorables, con aguas que los marineros califican como «montañosas» y que no llegan al grado de temperatura en esta época del año, por lo que las perspectivas de hallar a muchos más supervivientes del resto de los once desaparecidos son escasas. «En un naufragio el barco es una ratonera.
«Hay gente a la que les da tiempo a salir pero al resto le resulta imposible», dice José Manuel Muñiz, Muñiz, presidente de la Asociación Española de Titulados Náutico-Pesqueros, con cuarenta años de experiencia en mar de altura. Muñiz, que conoce muchos naufragios y muchas aguas por todo el mundo asegura que, de todos los mares que ha conocido, el de Terranova es el peor. «Es terrorífico», cuenta a eldiario.es.
Junto a las angustiadas familias, todos los marineros gallegos aguardan estoicamente noticias. Tras ellos, toda Galicia aguarda, acongojada. Y arropándoles esta toda España, pendientes de las pantallas.
Asociación Española de la Marina Civil dice:
Según el JRCC de Halifax, las olas eran de 4 metros, algo totalmente normal en Terranova,
El aparejo se enganchó en el fondo.
El intento de zafarlo del fondo tirando del cable que une el barco con el aparejo, hundió la popa, facilitó que ella cubierta se inundase y el agua penetrase en el interior del barco, llegando hasta el motor, que se paró. Es la hipótesis más verosímil.
La parada del motor con olas de cuatro 0 6mmetros no justifica el hundimiento.
Si se quiere saber la verdad, hay que tomar imágenes del pecio y del parejo. Operación que es totalmente factible con los buques españoles del IEO que desde hace años realizan campañas en verano, en la misma zona en la que se hundió el barco.
Conocer la verdad puede resultar muy duro para un sector acostumbrado al abuso y a la impunidad, pero
en un estado de derecho, la ley debería obligar a todos por igual. 21 vidas perdidas y sus familiares están reclamando Justicia. si el Gobierno decidiese pasar página, estaría incurriendo en una grave irresponsabilidad.
Lo hizo con el Prestige y las consecuencias han sido muy negativas. La mar no puede seguir en manos de militarismos trasnochados y tecnoburócratas del mar de moqueta
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