Reino Unido ha votado claramente por un cambio de ciclo. El Partido Laborista de Keir Starmer ha obtenido una victoria incontestable, logrando una amplia mayoría absoluta.
Pero no lo hace arrasando en votos, sino a costa de la absoluta debacle del Partido Conservador de Rishi Sunal, que tras 14 años en Downing Street cosecha su peor resultado en escaños desde 1935.
Este castigo el resultado de una década y media de recortes y austeridad y degradación de las condiciones de vida, potenciados aún más tras el Brexit, que han empobrecido a amplias capas de la ciudadanía británica.
Las urnas han hablado, imponiendo un cambio de aires en Downing Street. El candidato laborista Keir Starmer es el nuevo Primer Ministro de Reino Unido, al conseguir una inapelable mayoría absoluta, con 412 de los 650 escaños de la Cámara de los Comunes.
Los laboristas duplican sus escalos desde los 202 diputados que lograron en 2019, cuando les barrió un Boris Johnson en la cima de su popularidad, y se quedan muy cerca de su cima electoral, los 418 escaños de Toni Blair. El partido de centro izquierda ha ganado por todo el país en lugares muy variados por renta, ideología y edad.
Pero por extraño que parezca, este gran triunfo laborista ha sido obtenido… con menos votos y sólo un punto porcentual más que los que logró el anterior candidato laborista, Jeremy Corbyn en 2019. Entonces, Corbyn -hoy expulsado del partido por sus planteamientos demasiado a la izquierda- logró 10,2 millones de votos (32%), frente a los 9,7 millones (33,7%) logrados por Starmer en unos comicios con siete puntos menos de participación (un 60%).
En realidad, este arrollador capital político que obtiene el laborismo se debe… a la humillante debacle de sus rivales, los conservadores de Rishi Sunak, que se han hundido al 23,7% cuando con Boris Johnson arrasaron con el 43,6% de los votos.
Eso y gracias a un sistema electoral británico vigente desde 1950, aberrantemente desproporcional y que premia enormemente al ganador. la ley electoral británica divide el país en 650 circunscripciones casi idénticas en población y donde solo puede salir elegida una persona. Es decir, que aunque un partido tenga el 30% de los votos, si no queda primero en ninguna circunscripción, no tendrá ni un solo diputado. Esto además potencia el “voto táctico”, es decir apoyar a un partido que no es tu favorito, pero que tiene más posibilidades de derrotar al candidato del partido que más detestas.
Y eso ha castigado mucho, muchísimo a los tories. No se han comido ni un colín en Gales ni en la ciudad de Londres. Hasta 12 ministros del gobierno conservador se han quedado sin escaño, y hasta el propio Sunal lo ha conseguido por los pelos. También se han quedado fuera de la Cámara de los Comunes la ex primera ministra Liz Truss y Penny Mordaunt, una de las líderes del partido y que era aspirante a suceder a Sunak en el trono de los tories.
Además de estos dos partidos, otros ganadores de la noche han sido los centristas liberaldemócratas, que pasan de 11 a 72 escaños, su mejor resultado hasta la fecha. Y aunque muy por debajo de las espectativas, por primera vez la extrema derecha de Nigel Farage entra en los Comunes con cinco escaños. En el otro polo, el ahora independiente Jeremy Corbyn logra un escaño gracias a un distrito de Londres donde siempre arrasa,
Otro lesionado de la noche electoral es el independentista Partido Nacionalista Escocés, que pasa de 48 escaños a nueve. Sin embargo en el Ulster el partido más votado es el Sinn Fein. El resto de escaños se reparte entre los verdes y los nacionalistas galeses.
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Una década y media de gobiernos ‘tories’ con un balance social devastador
Las razones de la debacle conservadora
Los 14 años, diez meses y 21 días de gobiernos del Partido Conservador se han hecho largos, muy largos. Durante esta década y media Reino Unido no sólo se aventuró a un referéndum sobre la permanencia en la UE que David Cámeron -que apostaba por el ‘remain’- acabó perdiendo, precipitando el Brexit, sino que entre los tories acabó tomando el timón un Boris Johnson alineado con el trumpismo, y que lanzó al país por un camino cada vez más decadente. Una senda que profundizaron los breves gobiernos de Liz Truss y Rishi Sunak.
El balance social y económico de la gestión conservadora, especialmente tras el Brexit, es devastador. Hace un año, el corresponsal de La Vanguardia en Reino Unido pintaba un cuadro bastante detallado de este desastre.
«Si formara parte de los EEUU, Reino Unido sería uno de los territorios más pobre. Para el final de la década está previsto que una familia polaca tenga más ingresos anuales y mejor nivel de vida que una británica. Si se quita a Londres de la ecuación, el PIB por cabeza de UK es mayor en Misisipí, el estado norteamericano más pobre», afirmaba.
«Aunque oficialmente el paro es un modesto 4,2%, en realidad hay 5,4 millones de personas en edad de trabajar que están fuera del mercado laboral y viven de los subsidios estatales de desempleo. En Liverpool y Manchester, una de cada cinco personas está en paro. En Birmingham –la segunda ciudad del país–, el Ayuntamiento se ha declarado en bancarrota»
«La desigualdad es la mayor en Europa después de Bulgaria. El precio de la cesta de la compra ha subido 1.000 euros el último año, pero los salarios lleva estancados en términos reales una década y media. El 11% de los británicos dependen de los bancos de comida para no pasar hambre. Y a todo esto, los impuestos que paga son los más elevados en 70 años»
«El Brexit, que muchos se empeñan en seguir defendiendo, ha costado cinco puntos al PIB según datos oficiales; la libra esterlina se ha devaluado un 10% desde la salida de la UE; la inversión extranjera ha disminuido un 2,3% en el último año; la productividad es una de las más bajas de la OCDE y faltan 330.000 trabajadores, sobre todo en el sector servicios; el crecimiento es raquítico. El déficit comercial acumulado suma 1.800 billones de euros; la nula inversión en infraestructuras desde el 2015 hace que el país se caiga ostensiblemente a pedazos»
«Durante 13 años de mandato conservador, el país ha optado por la austeridad sobre la inversión, y las finanzas sobre la industria. El Sistema Nacional de Salud, otrora orgullo patrio de los británicos, ha sido objeto de durísimos recortes y ahora tiene menos médicos por cabeza que ninguna otra nación de la OCDE», decía Ramos.
¿No sobran acaso las razones para el severo castigo electoral a unos conservadores ferozmente antipopulares?