Rajoy es llamado a declarar como testigo en el caso Gürtel.
El hecho de que un presidente del Gobierno tenga que comparecer en un juzgado es un acontecimiento político en sí mismo, y lo es más si se trata de Mariano Rajoy y si es en torno a la Gürtel. Se le ha citado como testigo -si llegara a ser imputado estaríamos hablando de la más mayúscula crisis de gobernabilidad- pero las imágenes de Rajoy en la Audiencia Nacional van a tener un fuerte impacto. Y todavía más ahora que -al cierre de esta edición- la Guardia Civil ha detenido al expresidente madrileño Ignacio González, por su presunta participación en el desvío de fondos públicos del canal de Isabel II, y ha citado a declarar a la actual presidenta Cristina Cifuentes. Nubarrones de tormenta sobre Génova, 13.
La panoplia de casos de corrupción del Partido Popular es una infección que supura cada cierto tiempo. La treintena larga de casos con su rosario de nombres -Púnica, Taula, Brugal, Palma Arena, Novo Carthago, Auditorio…- con más de 850 cargos públicos imputados, no deja lugar a dudas: la corrupción es consustancial al Partido Popular.
De todos los casos, el de la trama Gürtel -y su derivación con Bárcenas, la contabilidad B y la financiación ilegal de Génova- es el que más afecta a la estructura nuclear del Partido Popular, al mismo tiempo que la que más ramificaciones tiene hacia las baronías regionales de Madrid o Valencia. El lodo de la Gürtel se introduce en las cañerías de la sede central, de cuyas aguas nadie duda que han bebido todos los grandes dirigentes populares, incluido el presidente Rajoy.
Este grado de corrupción del partido en el gobierno es un riesgo para la estabilidad del país, y las auténticas clases dominantes -es decir, la oligarquía financiera y las grandes potencias, EEUU y Alemania- son conscientes de ello. Pero hoy por hoy, necesitan que un gobierno del PP ejecute sus proyectos e intereses, mantenga las líneas rojas como la reforma laboral, los compromisos con Bruselas, el FMI o la OTAN.
En este momento, sólo el PP les da garantías de gobernabilidad, así que están dispuestos a mantener a Rajoy en la Moncloa y a evitar una crisis política de grandes dimensiones en España. Y lo mismo que tienen sobrados instrumentos para “abrir” crisis políticas y hacer caer gobiernos, también los tienen para sostenerlos a pesar de que estén cimentados en el más corrupto de los cienos. No es previsible que la citación de Rajoy en la Audiencia Nacional vaya a más.
Sin embargo, aunque ése sea el curso más probable de los acontecimientos, dados los poderosos intereses -de agentes externos e internos- que hay en juego, no hay que descartar nada. Aunque crecientemente instrumentalizada, la justicia española ha demostrado tener jueces que actúan de forma independiente y con capacidad de nadar a contracorriente de las presiones. Y la fuerza de los hechos de los casos corrupción del PP puede levantar un hedor que sea, quizá, imposible de ocultar ni siquiera para la Moncloa. Veamos.
j. Benjamin Ortin dice:
Articulo impecable, lucido, acertado y necesario. No obstante es necesario que en cada informacion se incluyan las necesarias alternativas asi como ciertos esfuezos pedagogicos que ayuden a «DESPERTAR» al lector de la paralizante sensacion de impotencia y le abran horizontes hacia un compromiso activo.