La portada de EL PAIS «y de la mayoría de los medios de comunicación españoles» del pasado 21 de octubre hablaba por sí misma. He esperado toda una semana, leyendo con fruición a todo tipo de comentaristas, para ver si alguno le sacaba punta al asunto: pero nadie parece haber escuchado lo obvio.
La portada certificaba gráficamente el fin de dos formas de terror: el de ETA y el de Gadafi. Pero había una diferencia manifiesta entre esos dos “finales”: mientras Gadafi yacía en el suelo ensangrentado después de que le descerrajaran varios disparos mortales a bocajarro, ETA anunciaba su retirada con su clásica escenografía: un vídeo enviado a prestigiosos medios de comunicación donde los típicos encapuchados (ahora con vestidos de raso, quién sabe si con el aporte de algún diseñador de moda de relieve) leían un comunicado, con la mayor tranquilidad del mundo, y con las mismas exigencias de siempre, como si no pasara nada.Indudablemente, hasta para la sensibilidad más abotargada, se trata de dos finales muy distintos. Pero ¿por qué una discordancia tan manifiesta? Muy simple. Mientras que Gadafi decidió desoír el mandato del Imperio de abandonar el poder –como ya lo habían hecho sus vecinos Ben Alí y Mubarak– y se rebeló con las armas en la mano, ETA ha decidido cumplir diligentemente los designios imperiales que ordenan su repliegue. Por eso uno ha acabado masacrado a tiros, mientras que a la otra se le busca un final “honorable”. Un final en el que aparecen involucrados –nada es casual– una serie de personajes –mediadores, intermediarios, enviados, negociadores…– con un exclusivo perfil: el de fontaneros del Imperio, especializados en desatascar las cloacas. Así los Currin, Gerry Adams, Jonathan Powell (ex jefe de gabinete de Tony Blair)… con una amplia cobertura por parte del New York Times, la BBC, etc.En la lucha contra ETA el pueblo español había forjado un esbozo de su unidad y puesto en evidencia su capacidad para ganar una batalla frente a un enemigo cruel. Antes de que eso pudiera consumarse (otro 2 de mayo) el imperialismo (que teme por razones obvias el “despertar” de España) ha retirado el “estímulo” que suscitaba tan peligrosa “respuesta”, pero sin desactivar el dogal con el que sigue amenazando nuestra yugular.ETA se jubila, pero el “conflicto vasco” permanece. No tardaremos en tener noticias (desagradables) sobre él.Mientras los medios occidentales jalean la ejecución de Gadafi, a España se le ha hurtado la posibilidad de una victoria completa y definitiva. Habrá que seguir luchando.
alellomo dice:
Seguimos luchando, el caso es que no lo hemos dejado de hacer cada día durante tanta sangre derramada, a ver si ahora nos toca alcanzar la paz que anuncia la unidad del pueblo. Un saludo.