¿Quieres que me confine cuando regrese a mi casa después de atravesarme todo Madrid / en un metro atestado / para limpiar tus calles / para cuidar a tu padre enfermo / para servirte comida / para dejarte el paquetito de Amazon en tu alfombra?». Esta coplilla, cartel o rima concentra el sentir de miles y miles de madrileños, especialmente de los barrios más humildes y trabajadores, ante una pandemia que no sólo tiene una dimensión sanitaria, sino especialmente socioeconómica.
El virus es un agente biológico, y a la hora de infectar y propagarse dentro del cuerpo no distingue entre ricos y pobres. Pero para todo lo demás, la Covid-19 sí entiende, y mucho, de clases. Toda pandemia es un acontecimiento social, socioeconómico.
El virus encuentra mucha más facilidad para propagarse en barrios obreros, en los que la palabra «teletrabajo» produce risa floja o suena como un canal en el mando a distancia. En los que no hay opción a no ir a trabajar -aunque te parezca que hoy te has levantado mal y te preguntas si no será fiebre esa calentura- porque si no vas hoy al curro mañana no vuelves, y a ver cómo das de comer a tu familia y pagas las malditas facturas.
Barrios en los que no puedes evitar no coger un transporte público, a las 6:30 de la mañana, amontonado de gente que -como tú- tienen miedo en el fondo de su mirada esquiva. De currelas que viven en edificios de ladrillo visto, en pequeños pisos donde cinco, seis personas (o más) de la misma familia (o no) conviven, donde es harto difícil que, si hay un positivo, se puedan guardar las recomendaciones de aislamiento. Donde decirle a la gente que guarde una cuarentena conlleva un gravísimo dilema: cortas el paso al virus, pero multiplicas sus problemas para llevar algo a la nevera, para hacer frente a un alquiler que no perdona, a una factura de la luz que siempre electrocuta.
La Covid lo tiene francamente fácil en barrios con los centros de salud a tope, con la mitad de los médicos estresados y sobresaturados y la otra mitad de baja, porque aquellos aplausos de abril no pudieron vacunarles contra el virus. También en colegios públicos donde es imposible bajar la ratio si desde la Consejería no se ha querido aumentar la plantilla con profesores de refuerzo, si no hay más personal de limpieza, si no hay más medios ni más aulas. Y si donde mandan un niño a casa -porque su compañero ha dado positivo- no se sabe quién va a poder cogerse una baja laboral para cuidarlo. ¿Los abuelos, que son los más vulnerables?.
Este es el abandono que sienten los barrios obreros de todo Madrid, los que tienen la movilidad restringida y los que aún no, pero puede ser mañana. Y también los barrios trabajadores de Hospitalet, y los de Zaragoza, Sevilla, Bilbao o Vigo.
Porque nunca una pandemia demostró ser más… ferozmente de clase.
Carlos dice:
Agapito hijo,coj….tiene que ver ahora el Rey con el virus del barrio de Vallecas o L’Hospitalet en Barcelona. Retomando el tema, la foto que habeis puesto de trabajadores saliendo del metro como borregos,no podia ser mejor.Muy a lo Chaplin en «tiempos modernos»,la mejor satira que existe del capitalismo (trabajad como borricos, sucios obreros, que yo me apropio de las mercancias ).Mira, seguro que a la Botin, en la ciudad del Santander, no le afecta el covid
Agapito el viejo dice:
El apoyo y el aplauso de esta tarde a la 20 H/ de los españoles al Rey debe y tiene que ser maxivo y no solomente esta tarde si no hasta que este gobierno dimita y convoque eleciones.
En el manual del progresista del siglo XXI concurren muchas contradicciones. Antifranquistas de última hora, nacidos mucho después de la muerte de Franco, comunistas que no saben lo que es el comunismo que viven en palacios y pasan las vacaciones en lugares paradisiacos, muy alejados del comunismo real, feministas ocupando puestos de relevancia después de haber sido enchufadas por su pareja, por su macho alfa, sindicalistas que jamás han trabajado, antifascistas que no han visto un fascista en su puñetera vida, y que además no saben ni lo que es el fascismo, y muchos progresistas de salón que tienen como modelos a seguir regímenes subdesarrollados importadores de pobreza como Cuba o Venezuela..
Carlos dice:
Es que soy un virus pijo, te lo juro por Snoopy, odio a los obreros. Como decia Rajoy «que se hagan autonomos».Viva Franco! !!