En segunda vuelta, con 167 votos afirmativos frente a 165 en contra, el margen más estrecho desde la restauración democrática, Pedro Sánchez ha sido investido presidente. No es una más de las muchas sesiones de investidura a las que hemos asistido. Su singularidad es que dará paso a la formación del primer gobierno de coalición, basado en el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, de un signo inequívocamente progresista.
Se cumple el mandato emitido por los votos el pasado 10 de noviembre, que dieron como resultado una amplia mayoría de izquierdas y progresista. Pero no ha sido precisamente fácil. El pasado mes de abril existían las mismas, o incluso mejores, condiciones para que surgiera un gobierno similar, y se removió cielo y tierra para que no fuera posible, conduciéndonos forzosamente a unas segundas elecciones.
Las muy diferentes formas con que se ha acogido este gobierno progresista expresan posiciones antagónicas. Por un lado la celebración de la mayoría progresista, que se expresó en 28-A y el 10-N, y que ahora contempla una oportunidad para avanzar en políticas de progreso que beneficien a la mayoría del pueblo. Por otro, la extraña coalición del No al nuevo gobierno, en la que confluyen Casado y Abascal, las fuerzas que más agresivamente quieren imponer nuevos y mayores recortes, con Puigdemont y Torra, los más reaccionarios sectores de las élites del procés, a través de los diputados de JuntsxCatalunya.
Inmediatamente después de la votación en el Congreso, su presidenta, Meritxell Batet, ha comunicado al Rey la investidura de un Pedro Sánchez que tomó posesión del cargo como presidente al día siguiente.
En ese nuevo gobierno estará representado Unidas Podemos, a través de la vicepresidencia social de Pablo Iglesias, y los ministerios de Igualdad (Irene Montero), Trabajo (Yolanda Díaz), Consumo (Alberto Garzón, representando a IU), y Universidades (Manuel Castells, a propuesta de En Comú Podem).
Se ha colocado todo el peso mediático en el acuerdo entre PSOE y ERC, necesario para garantizar la imprescindible abstención del partido de Oriol Junqueras. Pero el nuevo gobierno se basa en el apoyo de un abanico plural de fuerzas que han votado sí a la investidura de Sánchez. Entre ellas se encuentran, evidentemente, PSOE y Unidas Podemos, los partidos que se sentarán en el Consejo de Ministros. Pero también fuerzas como el PNV, representantes de otros sectores de la izquierda como Mas País, nacionalismos progresistas como Compromís o el BNG, locales como Nueva Canarias o movimientos de la España vaciada como Teruel Existe.
Hay quien ha hecho todo lo posible para que este gobierno no vea la luz. El día antes de que comenzara la sesión de investidura asistimos a un episodio insólito. Arrogándose competencias que no le correspondían, la Junta Electoral Central imponía la ejecución de la inhabilitación de Torra como president de la Generalitat. Una actuación que correspondía al Tribunal Supremo. No buscaba golpear al independentismo -de hecho les beneficiaba para poder exhibir una nueva dosis de victimismo-, sino que era una última y desesperada bala para intentar hundir la investidura de Sánchez, evitando así la irrupción de un gobierno progresista.
A esta maniobra le han seguido las públicas presiones y amenazas a algunos diputados, como el representante de Teruel Existe, para forzar un cambio en el sentido de su voto.
Ninguna de estas presiones antidemocráticas ha dado resultado. Frente a ellas se ha levantado una corriente todavía más poderosa, la de los más de once millones de votos de izquierdas y progresistas que se expresaron en abril y noviembre.
La constitución de este gobierno progresista supone una victoria popular que debemos celebrar. Abre una etapa política donde existirán condiciones más favorables para hacer avanzar las demandas de la mayoría progresista, frente a los efectos de los recortes o garantizando y ampliando derechos y libertades.
Y llega en un momento especialmente adecuado. Cuando desde Bruselas se levanta la espada de Damocles de la reducción del déficit y la deuda para apretar todavía más la camisa de fuerza que impone nuevos “ajustes”, o cuando asistimos a permanentes ataques desde la gran banca extranjera y nacional contra las pensiones públicas, con el indisimulado propósito de transformarlas en un negocio privado.
Y también, conviene no olvidarlo, en un momento donde las élites más rancias del procés, el llamado “círculo de Waterloo”, es decir Puigdemont y Torra, han quedado desplazadas por ERC pero van a seguir empeñados en sembrar división y enfrentamiento, enfrentándose a un gobierno progresista con el que tienen más difícil ofrecer la falsa imagen de una “España autoritaria”.
Estamos ante una oportunidad que todas las fuerzas progresistas, todas las personas y movimientos de izquierdas, debemos trabajar por aprovechar.
Edipo Rey dice:
FALSA IGUALDAD EN OCCIDENTE:
Todo Occidente ha caído en una demagogia de la que la derecha acusa a la izquierda, aunque la derecha tampoco es inocente:
Si visitamos residencias de ancianos, veremos que casi todos son mujeres.
Es lógico, pues los hombres tienen mortalidad DOBLE a partir de los 16 años de edad.
¿Cómo es que esto no preocupa a quienes quieren igualdad?
No preocupa porque:
1º Son ignorantes y no piensan (estupidez interesada)
2º A los hombres, ya les va bien que sus competidores se mueran, no tengan trabajo ni vivienda estables, sean difamados, etc.
(los hombres con mayor mortalidad prematura son los de las clases sociales más bajas, con menos ingresos y estudios. Los de clases sociales más altas tienen mortalidades más parecidas a las de las mujeres, no son afectados por este problema, sino beneficiados porque se libran de competidores)
Tenemos, pues, un OLVIDO de los ciudadanos con mayor mortalidad prematura, que corresponde a su mayor exclusión social, política y jurídica.
Paradójicamente, es la «izquierda» la que más les ataca.
La «izquierda» no sólo olvida esta mortalidad prematura, sino también que se suicidan 3 veces más y que mueren 20 veces más por accidente laboral que las mujeres.
La llamada «igualdad» consiste en olvidar a los más desfavorecidos.
Ni siquiera se tiene en cuenta que la mayoría de los «Sin Techo» son también hombres.
La «libertad sexual» ha aumentado los hombres socialmente excluidos y la derecha utiliza a una izquierda QUE NO ES CIENTÍFICA para culpabilizarlos y marginarlos todavía más:
https://www.comunidadredpill.com/asi-se-reparte-mercado-sexual-espana-la-libertad-sexual-ha-generado-una-desigualdad-brutal
https://www.youtube.com/watch?v=yJOlIm5_wGs&t=10s&has_verified=1