Disfrutamos de una de las pocas lenguas verdaderamente globales. Que tiene una peculiaridad: la unidad del español en el mundo exige defender su pluralidad y concebirla como una lengua mestiza enfrentada a cualquier imposición o exclusión.
Como cada año, se publicó ‘Crónica de la lengua española’ del año que dejamos atrás, editada por la Real Academia y la ASALE, la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Una obra que presenta una radiografía del estado del español en el mundo, de sus fortalezas y proyección global, pero también de los retos y peligros a los que se enfrenta.
Es un proyecto colectivo, en cuya concepción encontramos algunas de las vigas maestras que explican la buena salud de una lengua compartida por mas de 600 millones de hablantes. Ha sido elaborado por las 23 academias de la lengua que forman la ASALE, presentes literalmente en los cinco continentes. Bajo una relación donde impera el consenso y ninguna academia puede imponer su criterio al resto.
¿Cuál es el peso real del español en el mundo?
Es la tercera lengua del planeta en número total de hablantes, pero la segunda -por delante del inglés y solo por detrás del chino- en número de “hablantes nativos” -que la tienen como primera lengua-.
Mientras el francés o el alemán han desaparecido de las diez lenguas más habladas del planeta, el español está en permanente expansión. Hoy hay 83 millones de personas más en el mundo que hablan español que hace veinte años.
Y el español está a la cabeza de los ránkings mundiales en capítulos que nunca imaginaríamos: es la segunda lengua en la que más documentos científicos se publican o la tercera más utilizada en las redes sociales.
Disponer de una de las pocas lenguas verdaderamente globales es un enorme activo -cultural, social, económico, político…- de un incalculable valor. ¿Significa esto que no afronta riesgos, problemas y amenazas? De ninguna manera, y algunos de los artículos más interesantes de la “Crónica de la lengua española 2021” los abordan de frente.
Guillermo Gómez Rivera, de la academia de la lengua de Filipinas, ilustra cómo la invasión norteamericana del país, tras una guerra donde murió una sexta parte de la población, supuso también “un genocidio contra el idioma”. Denunciando cómo se impuso “una política de ingeniería pedagógica sostenida durante décadas por la administración norteamericana tras una guerra de conquista”. Y desmontando la fake news de que “el español nunca se habló en Filipinas”, al demostrar que entre 1890 y 1940 el 70% de la población lo hablaba. Si ahora es residual es porque se ejecutó una feroz persecución contra la lengua, para imponer la hegemonía del inglés.
Otro de los artículos de la “Crónica de la lengua española 2021” nos habla de la resistencia del español en Puerto Rico. Recordándonos como “durante las primeras tres décadas del siglo XX, el Gobierno norteamericano intentó, en vano, imponer un proceso de norteamericanización, principalmente a través del sistema educativo. Esta situación levantó una ola de protesta y resistencia”. Que buscaba erradicar el castellano e imponer un monolingüismo en inglés. A pesar de todo el poder de la superpotencia, no lo han conseguido: según el censo de 2020, el 93,4% de los portorriqueños se comunican en español en su casa.
A pesar de que muchas veces lo olvidamos, el español está también presente en África. Por eso en la “Crónica de la lengua española 2021” escribe también Práxedes Rabat, académico guineano. El 85% de la población guineana sabe expresarse en español, aunque la mayoría lo tiene como segunda lengua. Y el español es también la “lengua franca” en la que se comunican los distintos grupos, con lenguas diferentes, del país.
Tanta unidad como pluralidad
El inglés tiene un “centro imperial”, radicado en la superpotencia norteamericana, que extiende -en realidad impone- su visión de la lengua. Esto no sucede con el español. Los hablantes que vivimos en España somos apenas un 10% de los que se expresan en español en el mundo. Una de las principales fortalezas del español es que cualquiera, en Sevilla y en Madrid, en Buenos Aires y en México DF, en Bolivia o en Guinea, habla un español peculiar, diferente, sin que eso implique separarse del resto de los seis centenares de millones de hablantes que utilizan su misma lengua en todo el mundo. Esta unidad que no solo no niega sino que necesita la pluralidad es un valor que explica la capacidad de atracción del español.
Quien conciba el español como una “lengua imperial”, algo que implica imposición, lo estará atacando, provocará rechazo, y paralizará su expansión global.
El español es una lengua mestiza desde su mismo nacimiento. No solo no niega a otras lenguas españolas, sino que, por ejemplo, su origen están vinculado a las aportaciones recibidas del euskera. La “Crónica de la lengua española 2021” recoge la convivencia entre el español y otras lenguas españolas, como el catalán. Y el Instituto Cervantes pone la enorme proyección global del español al servicio de la difusión en el mundo del catalán, el euskera o el gallego.
Este es el camino que más se ajusta a una lengua global, pero también plural y mestiza como es el español.