Una élite desayuna millones.. mientras que millones no desayunan nada

Vivimos una ola de inflación que devora salarios y pensiones, mientras que los gigantes del Ibex35 aún están celebrando unas cuentas de resultados en 2022 que -en el caso de la banca española- han dado récord de beneficios, con casi 21.000 millones.

No es que ambas cosas estén relacionadas. Es que son inseparables. Son vasos comunicantes. Para que una pequeña y reducida élite de banqueros y monopolistas puedan hiperlucrarse como nunca, millones y millones de españoles, de trabajadores y familias, han de ver reducidas sus rentas, han de ver cómo la pobreza llama a su puerta, han de tener que elegir entre pagar la hipoteca -que ha subido una media de 280€ al mes- y poder encender la calefacción. O entre pagar facturas del gas de 400 o 900 euros mensuales y poder llenar adecuadamente la nevera. Entre poder comer sano, y hacer tres comidas al día… y pagar un alquiler que puede significar entre el 40% y el 80% del salario.

No es una exageración. No es retórica. El último Informe Kellogg’s sobre pobreza alimentaria en España -realizado entre enero y febrero de 2023- revela que más de una cuarta parte de los españoles (el 26%) reconoce que se salta comidas… para ahorrar, para «no gastar un dinero que escasea». Este porcentaje casi se duplica (hasta el 41%) en los hogares con ingresos inferiores a 15.000 euros.

Kellogg´s, una multinacional de cereales para desayuno, ha medido especialmente los efectos de la inflación sobre esta comida, considerada por los nutricionistas la más importante del día. El número de españoles que no desayuna cada mañana casi se ha duplicado en España, pasando del 4% en 2016 al 7% en 2023. En el caso de hogares con ingresos inferiores a los 15.000 euros, este porcentaje alcanza el 14% y 5% respectivamente. Al menos un 8% de los que se saltan el desayuno confiesan hacerlo «para que otros miembros de la familia puedan desayunar», o «porque no se lo pueden permitir».

Según el estudio, el 61% de los españoles admite que los acontecimientos socioeconómicos recientes están complicando su situación. De nuevo, el diagnóstico es más grave cuanto más descendemos en la escala de rentas: los más afectados son las familias con entradas inferiores a 15.000 euros, en los que más de un tercio (36%) ha recortado sus gastos en bienes y servicios esenciales.

Un abismo social insoportable, que pide a gritos la redistribución de la riqueza

El estudio también afirma que el número de niños que llega con hambre al colegio ha aumentado en los últimos años. Las razones son evidentes: la crisis económica, el paro, el aumento de los precios de los alimentos o de las tarifas bancarias y energéticas, y la dificultad de sus familias de conseguir empleos estables.

Son datos completamente consistentes con otros recientes estudios sobre la pobreza en España, como los de la EAPN-ES (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español) , que afirma que la crisis inflacionaria ha hecho que el porcentaje de población en riesgo de pobreza haya subido del 21% al 21,7%, lo que significa que más de 10 millones de personas (exactamente 10.285.517) viven bajo el umbral de la pobreza, con ingresos inferiores a 9.535€ anuales.

A pesar de que sin las medidas puestas en marcha por políticas como el Escudo Social estas cifras podrían ser mucho más sangrantes, el veredicto es trágico.

Al mismo tiempo que sufrimos un atraco monopolista y financiero que lanza «desayunos con diamantes» a unos pocos banqueros y oligarcas, la pobreza e incluso el hambre -o cuanto menos la carestía- avanza en nuestro país.

Mientras el 0,01% más rico de España concentra el 18% de toda la riqueza nacional, el 50% de los españoles con menores ingresos apenas si posee el 2,7% de la riqueza del país.

Un abismo social insoportable, que pide a gritos la redistribución de la riqueza, y que nos pone frente a frente con la naturaleza de un sistema que sólo nos depara un destino de explotación y miseria para la inmensa mayoría.