La desigualdad es la insoportable realidad que marca nuestra sociedad, en todo el globo y en cada uno de los países. La abismal diferencia económica determina la vida, el acceso a las oportunidades y hasta la salud de las personas.
El documentado trabajo de Piketty supone una valiosa recopilación de datos y hechos concretos, y cuyo estudio permite conocer con detalle el desarrollo de los índices socioeconómicos en un largo período de tiempo. Y, sobre todo, pone el foco en un debate crucial y que nos conduce a la pregunta decisiva: “¿qué hacer?”
La lucha contra la desigualdad es uno de los objetivos que se plantea la gente revolucionaria. ¿Cuál es la raíz del problema? ¿Cuál es la línea y el programa que habremos de defender? Estas interrogantes son de vital importancia, pues solo será posible erradicar la desigualdad si somos capaces de responder de manera correcta.
Para tratar este asunto no se puede levantar (o al menos no de forma descarada) la bandera del capitalismo. Thomas Piketty defiende que el socialismo es el futuro, se reclama de un nuevo tipo de socialismo –democrático, participativo– y hace referencia en sus páginas al comunismo, aunque sea para decir que está “finalmente deslegitimado”. Y es que solo un discurso así puede permitirle al autor ser un referente político y de pensamiento de numerosos dirigentes de izquierdas.
¿Las grandes burguesías nos traen la igualdad?
“Existe una tendencia a largo plazo hacia la igualdad, en este caso hacia una menor concentración de la propiedad y, por tanto, del poder social y económico”, recita el libro.
Tomando como referencia el siglo XVIII, es decir, el inicio del mundo burgués y del capitalismo, hay una tendencia de desarrollo hacia la igualdad. Se ha democratizado la propiedad, hay un mayor acceso a la educación y a la sanidad… En definitiva, según Piketty, vivimos una “lenta desconcentración del poder y la propiedad”, y el 1% más rico acapara hoy un menor porcentaje de la propiedad privada que tres siglos atrás.
Es innegable que las clases más populares tienen hoy más recursos económicos y más derechos, pero, ¿el capital y el poder de las burguesías monopolistas se ha diluido? Los datos demuestran todo lo contrario.
Global 2000, una lista publicada anualmente por la revista Forbes, afirma que las mayores 2.000 corporaciones del planeta, bancos y monopolios, poseen activos por valor de 189 billones de dólares. Solo dos millares de empresas poseen más del doble del PIB mundial. El equivalente al PIB de todo el África subsahariana… durante 134 años.
Y los activos de los 100 mayores bancos del planeta ascienden a 90,29 billones de dólares. Cifra que multiplica por más de tres el PIB de todo el Tercer Mundo, donde viven más de dos tercios de toda la población mundial.
El debate sobre la desigualdad nos conduce a la decisiva pregunta “¿qué hacer?”
Lo cierto es que en el capitalismo la tendencia es a una mayor concentración del capital en unas manos cada vez más poderosas, las de las burguesías monopolistas, lo que impone un abismo social cada vez mayor.
¿El comunismo ha muerto?
El problema del análisis en el que nos embarca Piketty es que no parte de quién es propietario del capital, sino de la división entre ricos y pobres. Sin embargo, como reconoció el anterior presidente del Banco Santander, Emilio Botín, “en España muchos presumen de ser ricos, pero ricos de verdad solo lo somos unos pocos”. Y los verdaderamente ricos, los propietarios de los medios de producción y del capital se adueñan, cada día en mayor proporción, de la riqueza que producimos la inmensa mayoría de la población.
Esta es la realidad insoportable con la que hay que acabar: la explotación capitalista. Pero si se cambia el enfoque, el horizonte revolucionario desaparece. Si resulta que el capitalismo es capaz de ofrecer cada vez más progreso e igualdad, ¿para qué plantearse cambiar el mundo de base?
La diferencia en el diagnóstico nos lleva a establecer un tratamiento diferente. Y defender que el capitalismo camina hacia más igualdad nos lleva a aceptar el dominio de la clase dominante a cambio de disfrutar de más políticas sociales.
Si resulta que el capitalismo es capaz de ofrecer cada vez más igualdad, ¿para qué plantearse cambiar el mundo de base?
El socialismo apadrinado por el Estado
Según encontramos en el libro, “el Estado social y la fiscalidad progresiva, llevados al extremo de su lógica, permiten las bases de una nueva forma de socialismo democrático, autogestionado y descentralizado, a partir de la circulación permanente del poder y de la propiedad.”
Aunque el nombre y, sobre todo, los numerosos apellidos puedan parecer novedosos, la alternativa es muy vieja: los Estados del Bienestar. Piketty propone una alternativa socialdemócrata, un supuesto nuevo tipo de socialismo que se alcanza avanzando en las medidas sociales y la fiscalidad progresiva.
Se podría resumir la consigna en: contra el capitalismo salvaje, nos quedamos con el capitalismo social. O, como sintetizó Lampedusa en El gatopardo, “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.
Ya hemos vivido los Estados del Bienestar. Solo pudieron existir gracias a la explotación del Tercer Mundo y no resultaron ser ningún paraíso a conquistar. Fue la alternativa de las burguesías monopolistas de los países europeos para encuadrar a la población, especialmente a los sectores más combativos. Con ese objetivo incluyeron a los sindicatos en los consejos de administración de las empresas e hicieron concesiones más o menos generosas. Esta alternativa ya la conocemos y aunque su nueva versión pueda ser más ecológica, no dejará de perpetuar el sistema de explotación.
Aunque la nueva alternativa socialdemócrata sea más ecológica, no dejará de perpetuar el sistema de explotación.
El motor de los cambios
“El camino hacia la igualdad es fruto de luchas y rebeliones contra la injusticia y resultado de un proceso de aprendizaje de medidas institucionales y sistemas legales, sociales, fiscales y educativos”, narra otro pasaje del libro.
Que la lucha popular está directamente relacionada con las conquistas conseguidas es un hecho innegable. No obstante, Thomas Piketty plantea que si ha sido posible el avance hacia la igualdad ha sido gracias a las políticas sociales aplicadas por el Estado.
¿Es acaso posible que el Estado sea el motor de los avances sociales? En el libro, encontramos cómo en el periodo de 1914 a 1980 hay una “gran redistribución”. Estaríamos profundamente equivocados si pensamos que esa redistribución habría sido posible sin la Revolución de Octubre, cuando una clase explotada tomó por primera vez el poder en la Historia de la Humanidad o la toma del poder en China, que supuso el mayor movimiento de redistribución de la riqueza de la historia. No existiría una redistribución internacional sin los movimientos anticolonialistas que permitieron acabar con las cadenas de las viejas potencias coloniales. La historia demuestra que el capitalismo no regala los derechos, es la lucha de los pueblos quien los arranca.
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Sobre el autor y el libro
Thomas Piketty es director de investigación en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, profesor en la Paris School of Economics y co-director de la World Inequality Database.
Es autor de decenas de artículos académicos en publicaciones como American Economic Review, Journal of Economic Theory o Econometrica, así como de numerosos libros, entre los que destaca El capital en el siglo XXI, Capital e ideología y ¡Viva el socialismo!
Una breve historia de la igualdad (Editorial Deusto) se puede adquirir en cualquier librería por 18,95€.
Carlos dice:
Nada, nada, a ver si UCE gobierna y abole la puñetera ley de apropiación privada
Hala, un bonito video musical para amenizar el artículo https://youtu.be/q7Ol-YDS4Jc
Carlos dice:
Hombre, no te jode, no va a haber desigualdad si fabricas una mercancía, se las queda el empresario por contrato, las vende por tropecientos millones y a ti te paga mil euros. Toooooma libertad, igualdad y fraternidad. Ah, y encima te mira por encima del hombro, desde su chalet en Ibiza
Carlos dice:
No hace falta que lo compreis por 18,95 €, de aquí lo podeis descargar gratis(aunque a la policía no le gustan mis pdfs o epubs, jojojo)
https://mundoepubgratis2.com/una-breve-historia-de-la-igualdad-thomas-piketty/
Hombre, lo que dice Piketty, sobre lo de que la propiedad, al menos la de los medios de producción, se ha descentralizado, es cierto. Al menos en la industria más potente,la del software, trabajamos con nuestros propios ordenadores, pero ay amigo!! El producto final va para la empresa. Hete ahí la explotación capitalista