En 2019, el PSOE con Ángel Gabilondo ganaba con 884.218 votos las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid. Dos años después, el mismo partido y el mismo candidato han obtenido 610.190 votos, un 31% menos. Uno de cada tres electores de 2019 han dejado de apostar por Gabilondo, y la que fuera fuerza hegemónica del progresismo madrileño ha sido «sorpasado» por Más Madrid, que se convierte en cabeza de la oposición. Estos resultados no solo abren una crisis en el PSOE madrileño, en cuyo seno ya hay voces que exigen la dimisión del candidato Gabilondo, sino que debilitan el liderazgo de Pedro Sánchez en el partido, y al propio gobierno de coalición.
Nadie hubiera podido decir que con un aumento récord de la participación -un 11% más que en 2019- el Partido Socialista sacara lo peores resultados de su historia en unas elecciones madrileñas, perdiendo uno de cada tres votantes, pero así ha sido.
La caída del PSOE ha sido generalizada, pero ha sido incluso mayor en sus feudos tradicionales o donde se concentra el pueblo trabajador. En Madrid y las principales ciudades, Más Madrid le ha superado en mayor proporción que la media de la comunidad. El PSOE ha perdido su condición de fuerza más votada en gran parte de los municipios y distritos del sur y sudeste de Madrid.
La estrategia electoral del PSOE en estas elecciones ha sido errática. Primero trataron de explotar el perfil «soso» (en el buen sentido: calmado, moderado y serio) de Ángel Gabilondo, para tratar de ganarse el voto centrista de un partido naranja, Ciudadanos, cuyo naufragio se daba por hecho. Gabilondo llegó a decir que su intención era no incluir a Unidas Podemos en un gobierno de la Comunidad de Madrid. «No con este Pablo Iglesias. No queremos una opción vinculada a extremos. No concibo estas elecciones como él las plantea, como una confrontación entre posiciones», dijo.
Más tarde, en el debate de los candidatos en Telemadrid, el candidato socialista dio un giro. «Me dirijo explícitamente a Mónica García como Más Madrid, sumamos y creo en un gobierno progresista y creo que podemos gobernar. Y me dirijo también a Unidas Podemos, confío contar con su apoyo para frenar, cerrar el paso al Gobierno de Colón. Pablo (Iglesias), tenemos 12 días para ganar las elecciones». A partir de ahí, el PSOE también pasó a orientar las elecciones como una decisión entre «democracia o fascismo». Al mismo tiempo que aseguraba que no iba a subir los impuestos a las grandes fortunas o que no apuesta por limitar los precios de los alquileres, el PSOE eludía dar respuesta a los problemas reales de los ciudadanos y de sus votantes. El resultado ha sido nefasto.
Este fiasco electoral ha tensionado la trama de luchas intestinas entre corrientes y camarillas que desde hace largo recorren el PSOE madrileño. Muchos en Ferraz y en la federación piden la dimisión de Gabilondo. «Su presencia en la Asamblea nos dejará en una situación imposible. Si es el portavoz daremos la imagen de que no hemos reaccionado, y si no lo es Ayuso le utilizará para desgastar a quien asuma la portavocía”, asegura un dirigente a El País. Pero en el trasfondo, está también la lucha nunca resuelta en el PSOE entre sanchistas y antisanchistas: el presidente del Gobierno apostó de forma personal por Gabilondo.
De momento colaboradores próximos a Ángel Gabilondo han afirmado que el candidato «recogerá su acta de diputado», que «trabajará en la oposición al servicio de los madrileños» y que «en ningún caso se plantea dimitir». Pero esta disputa está abierta en carne viva y no se puede descartar otro desenlace.