El sorprendente fichaje del general José Julio Rodríguez, general de cuatro estrellas y antiguo Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), como candidato número 2 de Podemos por las listas de Zaragoza cierra el círculo de declaraciones y compromisos de los máximos dirigentes de la formación morada en el tema de Defensa y Política Exterior
A principios de este mismo mes, Sergio Pascual, secretario de organización de Podemos y primer candidato por Sevilla, en una entrevista al periódico El País contestaba a la pregunta de si su organización respalda los acuerdos bilaterales con EEUU que “somos absolutamente respetuosos con los compromisos adquiridos por nuestro país y los vamos a respetar hasta la última coma”. O lo que es lo mismo, que van a respetar los acuerdos vigentes que implican la presencia en Andalucía de las bases militares yanquis, la instalación de la división naval del escudo antimisiles en Rota y la ampliación en Morón del número de marines del AFRICOM para intervenir en el Norte de África y el Sahel.
Unos días antes se había iniciado la votación entre las bases de Podemos del programa para las elecciones generales. En él se defiende la permanencia de España en el seno de la OTAN buscando “dotar de una mayor autonomía estratégica a Europa” en la organización militar. Y respecto a la bases norteamericanas en España se propone, simplemente, “auditar y revisar los convenios de defensa suscritos por España”.
Posteriormente, al anunciar el fichaje de Rodríguez, Pablo Iglesias dejaba claro que el objetivo de Podemos no consiste en salirse de la OTAN, sino “reformular las funciones de ese organismo”. Afirmación remachada inmediatamente por el ex-JEMAD, quien al ser presentado como futuro Ministro de Defensa si Podemos gana las elecciones, remachó tajante que “respetaremos todos los acuerdos con la OTAN”.
Mucha gente justifica este cambio desde el “OTAN no, bases fuera” con el que se presentó Podemos en las europeas de 2014 argumentando que obedece a la lógica electoral de “moderar” el discurso para ganar votos “transversales”. Pero la realidad es que el cambio está determinado por una razón de orden muy superior:
Washington ha marcado a fuego la “regla de juego” fundamental que cualquier partido debe aceptar si quiere formar parte del nuevo modelo político y el proceso de cambios y reformas en las que se adentra el país tras el 20-D. La permanencia de España en la OTAN, el mantenimiento y ampliación de las bases y la creciente integración de nuestro país en la maquinaria y los planes militares norteamericano son pilares incuestionables de esta regla de juego.
«Los dirigentes de Podemos han hecho pública su aceptación del estatus quo de una España, subordinada, sometida y dependiente»
Quien se pliegue a ella podrá participar en el juego político que se va a abrir tras el derrumbe del modelo bipartidista. En él estará permitido cuestionarlo todo: se podrá jugar a revisar la Constitución, a modificar el modelo político, a cambiar el sistema de partidos, a reformar la fiscalidad, a convertirse en el azote de la corrupción, hasta cuestionar la forma de Estado… Con todo se puede jugar, todo es cuestionable menos la “ley de bronce” de la OTAN y las bases que aseguran de forma estructural la dependencia de nuestro país a Washington y el sometimiento de nuestro pueblo a sus planes e intereses.
Con la revisión del programa, la catarata de declaraciones complacientes con la OTAN y las bases y el fichaje de José Julio Rodríguez, los dirigentes de Podemos han hecho pública su aceptación del estatus quo de una España, subordinada, sometida, dependiente y plenamente integrada en la maquinaria bélica yanqui de agresión a otros países y pueblos. Y ello a pesar de que numerosos afiliados, círculos y comités regionales de Podemos han participado activamente en las movilizaciones contra las maniobras militares llevadas a cabo por la OTAN en nuestro país las pasadas semanas. Los compa- ñeros deben reflexionar si el camino que exige como condición previa la aceptación de las reglas del juego impuestas y exigidas por Washington es el que quieren y están dispuestos a recorrer. Y actuar en consecuencia el 20-D.
Cualquier programa político que no coja como clave la defensa de la soberanía nacional –económica, política y militar, porque todas ellas son una sola, la soberanía no se puede trocear– será incapaz de avanzar tampoco en la conquista de mayores libertades para el pueblo, progreso económico para el país y bienestar para los ciudadanos. La lucha por la independencia va unida a la lucha por la libertad y el pan. A mayor soberanía, más capacidad de decidir por nosotros mismos y de acuerdo con nuestras necesidades e intereses.
Ya va siendo hora de decir, como defiende nuestro partido y ha hecho suyo Recortes Cero en su programa de gobierno, que lo “ineludible” es avanzar en la conquista de nuestra perdida independencia nacional, recuperando la capacidad soberana de decidir por nosotros mismos nuestro propio camino como país y como pueblo. Sin esto, ningún cambio favorable a los intereses populares será posible.