En la situación que estamos viviendo, nada parecía tan triste como la inutilidad de los tecnócratas, la incapacidad de tanto presunto solucionador incapaz de hallar soluciones. Hasta que Dimitris Christoulas se pegó un tiro delante del Parlamento griego.
El FMI y las agencias de calificación, el control del déficit y las primas de riesgo tienen ya un cadáver encima de la mesa. Estoy segura de que no es el primero, pero nadie podrá camuflarlo en la estadística de las depresiones seniles. Él mismo se aseguró de eso y de precisar el significado de palabras como reformas, ajustes y austeridad. Si Europa se salva, algún día la plaza Sintagma llevará el nombre de Dimitris Christoulas.