Editorial Internacional

We, The People

Debajo de todo el poder de la clase dominante norteamericana, debajo de las ominosas políticas de Trump, bulle un pueblo norteamericano repleto de fuerzas de lucha y resistencia.

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Nosotros, El Pueblo”. Las tres primeras palabras de la Constitución norteamericana han servido infinidad de veces -en películas y obras audiovisuales exportadas a todo el mundo- de excusa para la exaltación patriótica, para hacer propaganda de las bondades de EEUU y de su American Way of Life.

Pero en el actual contexto, donde el actual inquilino de la Casa Blanca está desplegando un conjunto de feroces políticas, tan antipopulares y llenas de ataques a los sectores populares -cacerías antimigratorias, recortes salvajes en sanidad, educación y políticas sociales- como autocráticas y lesivas contra la democracia y las libertades, ‘We, The People puede adquirir otro significado.

Porque la política de Trump -y detrás de él y de su administración, el conjunto de la clase dominante norteamericana- está mostrando de manera descarnada su brutal antagonismo con el conjunto de pueblos del planeta, y también -por supuesto- con el pueblo norteamericano, al que se refieren las tres palabras.

Este antagonismo, esta contradicción cruda y violenta como un choque de trenes, ya ha comenzado a manifestarse. Este fin de semana se ha producido la primera gran movilización popular contra las ultrareaccionarias políticas de Trump.

Bajo el lema «Hands Off» («Manos fuera» de la democracia), más de 1.600 manifestaciones en las principales ciudades de los 50 estados han sacado a cientos de miles de personas a las calles de todo Estados Unidos.

Las imágenes que corren por las redes, o que han sacado las televisiones locales, dan cuenta del volumen de las marchas de protesta. Más de 100.000 en el Mall de Washington, DC. Una inmensa manifestación que ocupa 20 manzanas de la Quinta Avenida de Manhattan. Otras igual de masivas en grandes ciudades como Los Ángeles, Chicago, Boston, San Francisco, Seattle. Pero muchas más manifestaciones de varios miles de personas en pequeñas capitales estatales como Lansing, Michigan, y Salt Lake City, Utah, hasta las 500 personas que protestaron contra los recortes del Servicio Forestal en la remota ciudad de Ketchum, Idaho (población de 3.555). Muchas de ellas en «feudos» electorales del trumpismo.

Pittsburg

Al grito de «¡Manos Fuera!», los manifestantes han denunciado los ataques ultrareaccionarios -«fascistas», en sus palabras- contra trabajadores, inmigrantes, prestaciones sociales y derechos democráticos. Las consignas cargaron contra las tijeras que Elon Musk y su despiadado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés), que ha mutilado todo tipo de programas federales y ha despedido a cientos de miles de funcionarios por todo EEUU, centrando sus recortes en las políticas sociales, educativas, sanitarias, medioambientales y de igualdad.

Las marchas denunciaron las brutales políticas antiinmigratorias de Trump, que usando al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés) como una nueva Gestapo, se ha lanzado a hacer redadas indiscriminadas de migrantes en los centros de trabajo, en las carreteras, en los hospitales e iglesias. Llegando a irrumpir en escuelas y autobuses escolares para detener a los menores. La migra, instaurando un clima de terror que siempre sirve a la ultraexplotación de la mano de obra migrante, ha detenido a cerca de 40.000 personas, separando a madres y padres de sus hijos, encerrándolas en inhumanos centros de detención, y planificando su deportación exprés.

Y como no podía ser de otra manera, todas estas protestas han estado salteadas con consignas de denuncia al genocidio israelí en Gaza, respaldado tanto por demócratas como por republicanos

Una movilización masiva, trasversal, y lo más importante… que no ha estado liderada por el Partido Demócrata, sino por una pléyade de plataformas, colectivos, sindicatos, partidos y grupos organizados que forman la «verdadera izquierda» de EEUU.

Grupos progresistas como Move On (que ya convoca desde los tiempos de George W. Bush), Third Act, Reproductive Freedom for All, o Code Pink. Desde partidos comunistas y revolucionarios, a organizaciones por los derechos civiles de afroamericanos, hispanos y otras minorías étnicas, desde los potentes movimientos feminista, ecologista y LGTBIQ+, al nuevo y poderoso movimiento sindical norteamericano, que con sindicatos como UAW denuncian a las grandes corporaciones y exigen políticas redistributivas de la riqueza.

Y por supuesto, todo el enorme movimiento de lucha pro-palestino contra el genocidio en Gaza, -del que forman parte también un numeroso grupo de judíos antisionistas norteamericanos- que no ha dejado de movilizarse ni un instante desde el inicio de la actual ofensiva israelí contra la Franja, siempre con el apoyo de la Casa Blanca, primero la de Biden y ahora la de Trump.

Unas movilizaciones masivas, luminosas y revolucionarias… que han sido convenientemente silenciadas en los grandes medios norteamericanos, relegadas a las noticias locales de los grandes noticiarios. Pero que son apenas el principio de un movimiento de la sociedad civil norteamericana que se hará más masivo conforme Trump despliegue sus antipopulares políticas. Porque la opresión siempre llama a la rebelión.

Debajo de todo el poder de la clase dominante norteamericana, debajo de las ominosas políticas de la administración Trump, bulle un pueblo norteamericano repleto de fuerzas de lucha y resistencia. Un pueblo que clama por una democracia y libertad que ahora peligran, pero también por la prosperidad y el bienestar que el capitalismo monopolista norteamericano les niega, en el país del mundo que combina las más deslumbrantes riquezas y las más hondas miserias, que posee el abismo social más insondable y antagónico.

Un pueblo norteamericano que ahora empuña el «We, The People», dándole su más puro, original y revolucionario significado.

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