Analizamos con Ángel Lozano, director de Chispas, las principales tendencias en la situación internacional, y las consecuencias que para España pueden deparar las elecciones norteamericanas.
Ángel Lozano no solo es el actual director de esta revista, “Chispas”. Fue uno de sus fundadores, hace ya 16 años. Dentro de un proyecto de medios de comunicación independientes y revolucionarios que no ha hecho sino crecer desde entonces.
Y en cada uno de sus saltos adelante encontramos la participación de Angel Lozano. Desde la puesta en marcha de De Verdad Digital, a los primeros pasos de De Verdad TV.
Junto a un destacado papel en la tarea de difusión del pensamiento revolucionario a través de las Escuelas de Marxismo. Dirigidas a estudiantes y a obreros, a profesores universitarios y pensionistas o amas de casa. En las que se han analizado las leyes de las crisis capitalistas, o dado un visión a contracorriente de la historia de España.
La militancia de Ángel Lozano en Unificación Comunista de España, se remonta a los últimos años del franquismo. En una universidad de Valencia que, como ocurría en toda España, era un hervidero de organizaciones revolucionarias.
Desde entonces ha participado en todas y cada una de las batallas que han decidido el futuro de nuestro país. La lucha contra el fascismo, la batalla contra la OTAN, el combate al “derechazo” que culminó en el 23-F… hasta el movimiento contra la guerra de Irak, la lucha contra el nazifascismo en Euskadi (participando en el “Autobús por la Libertad” organizado por Basta Ya), o la actual batalla contra los recortes.
Repasamos con él, en una una entrevista realizada el día anterior de la celebración de las elecciones norteamericanas, la actualidad internacional desde otra mirada.
Chispas.- Tras 8 años de presidencia de Obama, ¿se puede decir que, a pesar de algunos éxitos parciales, ha continuado agudizándose el declive norteamericano?
Ángel Lozano.- Sí, sin lugar a dudas. Y en todos los terrenos. En lo militar, las agresiones a Siria y Libia se han saldado con un rotundo fracaso que han sumido a ambos países, y por extensión a todo Oriente Medio, en un caos sangriento cada vez menos permeable a la influencia norteamericana. El llamado “reset” con Rusia ha conducido a que Moscú se vuelva a situar en el rango de potencia política y militar mundial. En lo político, la primavera árabe impulsada por Obama ha acabado con el retorno de la dictadura militar a Egipto, la emergencia de Irán como potencia regional, los enfrentamientos con la Turquía de Erdogan o las crecientes tensiones y el distanciamiento de Arabia Saudita. Y en lo económico, a pesar de la ingente cantidad de deuda entregada a su sistema financiero y a sus grandes corporaciones, la realidad es que el peso de la economía norteamericana en el PIB mundial no ha dejado de retroceder en las últimas décadas. Y en el otro lado de la balanza hay que poner que mientras se produce este acelerado retroceso económico, el coste de mantener el monstruoso aparato político-militar que le asegura, de momento, la hegemonía, no para de crecer.
Por contra, tras el fin de la Guerra Fría le ha surgido un rival –al que es incapaz de controlar dada su independencia política y militar– que lleva el camino exactamente opuesto. La economía china representaba hace apenas 20 años, en 1995, el 2% del PIB mundial. Hoy está ya cerca de pesar el 15%. Y su tendencia es seguir creciendo más y más hasta el punto de que se calcula que en la próxima década habrá superado a EEUU en el volumen total anual de creación de nueva riqueza. Y en paralelo a este desbordante crecimiento económico, también en el terreno político, diplomático y militar va adquiriendo nuevas capacidades, tejiendo nuevas alianzas y desarrollando gigantescos proyectos (como el de la Nueva Ruta de la Seda) con los que EEUU hoy no es capaz ni de soñar.
Ch.- Hay una idea dominante en la izquierda, afirmando que hay una ofensiva neoliberal ante la que los pueblos no podemos hacer nada, ¿los hechos no nos dicen lo contrario, que los pueblos ganan terreno y las grandes potencias retroceden?
A.L.- Sí, ese es el núcleo de todo. En realidad este es el problema principal de EEUU. Ellos retroceden porque los pueblos avanzan. No se puede entender el mundo de hoy, ni por tanto el del futuro, si no se adopta una mirada de largo alcance. Hace sólo 30 años el mundo estaba constreñido y atemorizado ante la disputa de las dos superpotencias hegemonistas, EEUU y la URSS, por el dominio mundial. Hoy una de ellas ha sido felizmente eliminada del mapa. Y la otra se muestra crecientemente impotente para contener la lucha de los pueblos por su independencia y liberación. Y aunque ocasionalmente pueda obtener algunos éxitos pasajeros, la tendencia observable en el mundo es a que los pueblos avancen y el imperialismo y el hegemonismo retrocedan. En la década de los 70 Mao Tsé Tung definió a EEUU como un gigante pero con sólo diez dedos, insuficientes para sujetar a la cantidad de pulgas que se movían entre ellos. Hoy, ese mismo gigante no sólo ha menguado, sino que debido a las derrotas sufridas por revolución de los pueblos y los avances en la independencia y autonomía de multitud de países, ha sufrido la amputación de varios de esos dedos. Mientras que las pulgas se han multiplicado por todo el planeta.
Ch.- EEUU está concentrando su fuerza militar en Asia, para contener la emergencia de China. ¿Qué está pasando en Asia?
A.L.- Está pasando que la región de Asia-Pacífico se ha convertido en el punto clave donde se está decidiendo la hegemonía norteamericana. Si en la Guerra Fría era Europa Occidental el punto clave donde se dirimía la disputa entre EEUU y la URSS por hacerse con la hegemonía global, hoy ese centro está en Asia, el continente más poblado del planeta, de más rápida expansión económica y que a mediados de siglo concentrará más del 50% del PIB mundial. De si EEUU es capaz o no de contener la emergencia de China y constreñir su capacidad de expansión e influencia, limitándola a una parte del continente asiático, depende el futuro de su supremacía. Eso es lo que está en juego y de ahí las tensiones, la potencialidad de conflictos y la agresividad e injerencia norteamericana en la región.
Ch.- En Oriente Medio, la guerra en Siria se ha convertido en un nuevo problema para EEUU, que ha permitido incluso a Rusia recuperar parte de su influencia. ¿Cuál es la situación y los proyectos de Washington en una región tan importante del planeta?
A.L.- Pues la verdad es que resulta difícil discernirlo. La gestión de Obama en esta zona del mundo puede resumirse en una sola palabra: catastrófica. Bush pretendió imponer sus supremacía indiscutida en la región mediante la fuerza militar directa invadiendo Irak y fue un fracaso absoluto, con el coste de cientos de miles de vidas. Obama, con una actitud hipócrita, descartó la intervención directa pero no la agresión por peones interpuestos, que se ha saldado con otro fracaso rotundo en Siria y otros cientos de miles de víctimas.
Generando un laberinto extremadamente caótico y complejo en el que no resulta fácil prever que rumbo tomará el futuro inquilino de la Casa Blanca. Pues éste es uno de los puntos en que la línea de Trump y la de Clinton están claramente diferenciados. Mientras el primero alaba a Erdogan –lo que equivale a decir que es necesario recuperar la alianza sólida y estable con Turquía aunque sea a costa de hacer concesiones–, la segunda ha sido, desde siempre, una fervorosa partidaria del poderosísimo lobbie judío norteamericano y un alineamiento todavía mayor con los intereses de Israel, además de tener en las petromonarquías de la península arábiga a algunos de los mayores financiadores de sus campañas políticas.
Ch.- Europa, hasta hace poco tiempo el centro del tablero mundial, ¿no está relegada a una posición cada vez más secundaria, o incluso marginal?
A.L.- Las políticas de Merkel tienen su centro nodular en la subordinación a la superpotencia yanqui. La burguesía monopolista alemana se tragó disciplinadamente y sin rechistar el pufo de más de 800.000 millones de activos tóxicos vinculados a las hipotecas subprime que le endosó Wall Street. Viendo la cadavérica situación actual del mayor banco alemán, el Deutsche Bank, no es en absoluto descartable que la factura en realidad fuera aún mayor. Cuando a lo largo de 2013 Merkel se acercaba a un entendimiento cada vez mayor con Moscú, el golpe inducido por EEUU en Ucrania –con la subsiguiente reacción rusa de anexión de Crimea y apoyo a los rebeldes del este– hizo que Merkel diera un giro de 180º en su anterior política, alineándose ciegamente con Washington aún en contra de los propios intereses germanos.
No hay que olvidar a este respecto que EEUU sigue contando en Alemania con la mayor base aérea fuera de su país, Ramstein; tiene en Stuttgart el mando unificado de las Fuerzas Armadas de EEUU en Europa (EUCOM) así como el cuartel general del AFRICOM y almacena una buena cantidad de armas nucleares en la base de Büchel. Y, en lo sustancial, las políticas de Merkel de austeridad y saqueo de la periferia no son sino fruto de un acuerdo con EEUU para repartirse los frutos de ese saqueo. Y con mando en plaza de Washington. No en vano Merkel ha sido la defensora a ultranza en la UE de que los hombres de negro de la troika participara de forma destacada el FMI.
Por tanto, claro que es la subordinación a la superpotencia el factor decisivo de la crisis en Europa, pero sin olvidar que la Alemania de Merkel es su virrey en nuestro continente.
Ch.-¿Qué podemos esperar los pueblos de las elecciones norteamericanas? ¿Supondría un cambio sustancial la victoria de uno u otro candidato?
A.L.- Por contestarte en dos palabras: nada bueno. En realidad lo que se está dirimiendo en las elecciones son dos líneas, dos caminos distintos para intentar revertir o frenar el acelerado declive USA. Como ilustra muy bien la portada de este número, Clinton y Trump representan dos palos de una misma baraja: la baraja de la hegemonía yanqui. Clinton puede parecer más refinada, menos brutal. Pero su espada mata tanto, o más, que el basto de Trump.
Es cierto que detrás de ellos existen dos poderosas fracciones de la clase dominante yanqui, divididas y enfrentadas acerca del problema de cómo evitar el declive y la progresiva pérdida de su hegemonía. Pero lo que les une es precisamente eso, la defensa de la hegemonía global y el cerco y la contención del principal obstáculo al que enfrentan para ello: la emergencia de China.
Por debajo de las palabras de Trump, puede inferirse que su línea es quizá más realista, más acorde con la correlación de fuerzas mundial. Al alabar a Putin o a Erdogan está en realidad reconociendo que EEUU sólo con Europa no puede hacerlo. Y que está obligado a desatar una nueva Guerra Fría, intentando crear un gran “frente mundial antichino” al que habría que sumar, sí o sí, a Rusia y Turquía, aunque sea a costa de satisfacer algunas de sus reivindicaciones geopolíticas en detrimento de los intereses de otros aliados.
Clinton, en contra de las apariencias, se aferra más a la vieja idea de EEUU como gendarme del mundo, arremetiendo contra todo y contra todos los que osen oponerse a sus políticas. Pero esto, en lo sustancial, no va a variar, sino todo lo contrario, a aumentar la agresividad norteamericana, gane quien gane la presidencia.
Ch.- ¿Qué efectos consideras que pueden tener los resultados de las elecciones en la política mundial norteamericana, especialmente para Europa y España?
A.L.- Creo que un aumento de la subordinación política y militar y una intensificación del saqueo económico. En esto no hay ninguna diferencia entre uno y otra. Para ambos Europa juega un papel cada vez más residual. Un lugar del que sacar, gracias a su dominio y control político, sustanciosos réditos económicos. Y un fiel perrito faldero en el terreno militar y de seguridad, cada vez más implicado en el mantenimiento por la fuerza de su orden hegemonista.
sargento arensivia el de la cia dice:
Muy bueno Ángel -gran pozo de sabiduría legendaria-,me has sacado de dudas: el hegemonismo se va al garete.O como decías en Valencia:»un gran desorden bajo los cielos,trae un nuevo órden bajo los cielos»