«Muchos se preguntan por qué estoy hoy aquí y no en Bruselas», dijo Tsipras en Moscú. En medio de la crisis con los acreedores de la troika, que le presionan fuertemente a cerrar un acuerdo draconiano de recortes, como condición para que el gobierno griego pudiese escapar de la asfixia económica, el primer ministro heleno viajó a Rusia para entrevistarse con Vladimir Putin.
En San Petersburgo, Tsipras advirtió que «estamos en medio de una tormenta, pero somos un pueblo que sabemos manejar el mar y la tormenta no nos asusta, ni la posibilidad de descubrir nuevos océanos y llegar a puertos más seguros». E insistió en que la política económica de «ajustarse el cinturón» impuesta por Berlín, Bruselas y el FMI es «un camino que no conduce a ninguna parte».
«En Europa hemos tenido la ilusión de que somos el ombligo del mundo, cooperando solo con nuestros vecinos directos», dijo Tsipras ante un sonriente Putin, «pero después de la crisis de 2008 el mundo es diferente. El centro del mundo ha cambiado de lugar, hay nuevas fuerzas a nivel político y económico».
Un aviso a navegantes en vísperas de que se cierre el plazo máximo de la atascada negociación entre Grecia y sus acreedores. Una enconada batalla en la que el gobierno de Syriza se ha mantenido firme en no aceptar más recortes para el pueblo griego, y en la que ha recibido varios ultimátums de que se pliegue a las exigencias del de la troika. En las complejas negociaciones que se están llevando, es muy posible que Atenas deba hacer concesiones, pero su voluntad y firmeza es clara: zafarse del cepo que imponen Washington y Berlín.
«En Europa hemos tenido la ilusión de que somos el ombligo del mundo, pero después de la crisis de 2008, hay nuevas fuerzas a nivel político y económico»
En medio de la tempestad, el apoyo popular del gobierno de Syriza se ha multiplicado: la plaza Syntagma se ha llenado de decenas de miles de manifestantes que apoyan al ejecutivo y piden firmeza ante la UE y el FMI, y recientes encuestas muestran que de celebrarse hoy elecciones, Tsipras obtendría la mayoría absoluta.
Aunque Tsipras y Putin no cerraron un «rescate alternativo» de Rusia a la economía helena, si firmaron un acuerdo para la prolongación de un importante gasoducto ruso hacia puertos griegos que supondrá un alivio energético para el país. Y el gesto diplomático es diáfano: Atenas baraja varias alternativas al rescate de la troika, entre ellos llegar a acuerdos con los BRICS, en particular con Rusia y China.
Un eventual acercamiento entre Grecia y Rusia que levanta todas las alarmas en Washington y Berlín. La posibilidad de que el país heleno aplique una política exterior independiente, solicite préstamos a Moscú y Pekín o incluso salga del euro o de la UE, tendría según Mark Weisbrot -codirector del Center for Economic and Policy Research de Washington DC- graves y profundas implicaciones geopolíticas para EEUU y Europa. «La amenaza de las autoridades europeas de que van a cortar los créditos a Grecia si su Gobierno no hace lo que quieren, no es creíble en realidad. Los alemanes salvarán a Grecia al final porque no se atreven a enfrentar las consecuencias de un derrumbe de la UE», vaticina Weisbrot.
Pero el analista norteamericano lanza también un oscuro presagio: «la estrategia de la UE es cambiar el régimen, para obtener otro Gobierno que haga lo que quieren».