Finalmente se produjo el esperado encuentro. La reunión entre Trump y Putin en Alaska ha enterrado definitivamente el aislamiento de Rusia decretado desde Washington. La cumbre se ha cerrado sin avance alguno en torno a las negociaciones de paz en Ucrania, pero hay razones sobradas para dudar de que este fuera el objetivo.
La línea Trump intenta atraer a Rusia a su sistema de alianzas, y Ucrania es la moneda de cambio. Con ello busca debilitar el vínculo entre Moscú y Pekín, e incluso indisponer a las dos naciones, así como llegar a importantes acuerdos geopolíticos en el terreno económico o de las nuevas rutas comerciales del Ártico.
Estas, y no la búsqueda de la Paz, son las motivaciones profundas de la negociación imperialista de Alaska.
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Celebrada en la base militar norteamericana de Elmendorf-Richardson, en las afueras al norte de Anchorage, en Alaska, la primera reunión entre Trump y Putin en el segundo mandato del republicano -y la primera también entre presidentes de EEUU y Rusia tras el inicio de la invasión de Ucrania en 2022- ha concluido, teóricamente, al gusto de los dos comensales. Aunque hay quien dice que quien más satisfecho salió es el jefe del Kremlin, mientras que Trump no quiso hacer declaraciones a la prensa.
Mientras los misiles rusos seguían cayendo en las ciudades ucranias, y mientras miles de personas se manifestaban en las calles de Anchorage contra la presencia de Putin, Donald Trump ha prodigado a su invitado el trato más cordial posible. Lo esperó en la pista de aterrizaje, donde se dieron un caluroso saludo. Incluso montaron -sin interpretes- en el mismo coche antes de la reunión.

Antes del encuentro, Trump había asegurado en redes sociales que en un par de minutos ya habría visto por donde iban las cosas y si no estaban bien, se levantaría y habría duras sanciones contra Rusia.
Nada de eso pasó. El encuentro duró dos horas y media, y aunque el republicano calificó el contacto de «productivo», tuvo que tragarse sus ultimátums ante un Putin visiblemente más contento que él, que insistió en que la próxima reunión fuera en Moscú.
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¿Qué buscaba realmente la cumbre?

Además del encuentro de los presidentes de las dos naciones que son la principal fuente de guerra e inestabilidad mundial , el hecho más ignominioso de esta cumbre lo da el saber que se iba a discutir del futuro de Ucrania… sin Ucrania. El gobierno de Kiev y el sufrido pueblo ucraniano, junto a la Unión Europea, han quedado excluidos de la cumbre como convidados de piedra, aunque Trump ha asegurado que los tendrá en cuenta en futuras reuniones.
Muchos medios norteamericanos no han dudado en tildar la reunión de “fiasco”, de “decepcionante” o de “fracaso”, porque de ella no ha salido compromiso alguno por parte de Moscú acerca del cese de la invasión de Ucrania. «La firmeza rusa supera las ambiciones estadounidenses», dicen otros titulares. Pero… ¿seguro que el verdadero objetivo de Trump en esta reunión era la paz en Ucrania?
Cierto es que Putin no ha cedido en ninguna de sus posiciones, y que ha mostrado una menos que nula voluntad por cesar la agresión hacia Ucrania. De hecho, cuando un periodista le preguntó si estaba de acuerdo con el alto el fuego, el ruso se acercó la mano a la oreja, dejando entender que no oía lo que le decían. Más tarde, y correspondiendo a lo que tantas veces ha afirmado su anfitrión en la campaña electoral, dijo que “si hubiese sido presidente Trump no habría habido guerra en Ucrania”.

A cambio, con esta reunión, Trump ha rehabilitado a Putin y a Rusia en el escenario internacional, enterrando a la línea Biden y a las doctrinas de la OTAN, que llevan años señalando a Moscú como el segundo gran enemigo geoestratégico de EEUU, sólo por detrás de China.
La razón de este giro de 180º en la política de la superpotencia no está en Kiev, sino justamente en Pekín.
Precisamente porque la emergencia de China -y detrás de ella la iniciativa de los BRICS y el surgimiento de un nuevo orden mundial multipolar- es la principal amenaza a la declinante hegemonía norteamericana, la línea Trump está decidida a volver a intentar una maniobra que ya trató de llevar adelante (sin mucho éxito) en su primer mandato: atraer a Rusia a la órbita de alianzas de EEUU, para eventualmente intentar malencararla con China y abrir una fisura en el seno de los BRICS.
Trump ya lo intentó en varias ocasiones desde 2016 a 2020, pero sin grandes resultados. Pero a diferencia de su primera legislatura, ahora Trump tiene un jugoso regalo que ofrecer al oso ruso a cambio de su acercamiento: Ucrania.

No es ningún secreto que tanto Putin como Trump están de acuerdo en que el precio para la paz en Ucrania es que Kiev acepte el trágala de entregar el 20% de su territorio -además de Crimea, las regiones invadidas de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón- a Rusia, además de que Ucrania acepte desarmarse y renunciar a cualquier intento de ingresar en la OTAN, quedando a los pies de los caballos de futuras agresiones del Kremlin.
Con ello, la Rusia imperialista conseguiría el objetivo principal de su agresión. Aunque en los primeros momentos de la invasión, Putin confió en que una guerra relámpago le permitiría apoderarse de toda Ucrania -cosa que la valiente respuesta ucrania frustró- el apoderarse de todo el corredor oriental del país le ha permitido asegurarse el dominio de la estratégica península de Crimea, pero también convertir la totalidad del Mar de Azov en un lago ruso. Moscú consigue así una mayor proyección hacia el Mar Negro, y más allá hacia el Mediterráneo, además de amenazar la salida al mar de Ucrania a través de puertos como Odessa.
Principio del fin del aislamiento occidental de Rusia y refuerzo de su política de hechos consumados. Y aún no han comenzado las verdaderas negociaciones. He aquí la razón de la exultante cara de Putin.
Por contra, Trump sale de Alaska sin resultados tangibles, y recogiendo las críticas de la inmensa mayoría de los medios de comunicación norteamericanos, incluidos los de las cadenas ultraconservadoras como Fox. Sin embargo, también ha cosechado réditos. Su estrategia de atraerse a Rusia ha dado unos primeros pasos y parece avanzar mucho más que en su primer mandato, al menos de momento.

Al contrario que con el resto de los BRICS+ -todos ellos países procedentes del Tercer Mundo, y cuyo desarrollo no puede avanzar sin ganar independencia respecto a Washington y sin abrir paso a un nuevo y multipolar orden mundial- EEUU puede llegar a una “entente” con Rusia porque ambas potencias tienen la misma naturaleza imperialista, esa que grita “no es nada personal, sólo son negocios” cuando se reparten el mundo, los territorios, los recursos y las zonas de influencia.
Otra cosa es hasta dónde va a estar dispuesto a llegar el resabiado líder del Kremlin el “cortejo” de EEUU. De momento sigue la corriente: está ganando mucho sin hacer (apenas) concesiones. Veremos.
Principio del fin del aislamiento occidental de Rusia y refuerzo de su política de hechos consumados. Y aún no han comenzado las verdaderas negociaciones sobre Ucrania. He aquí la razón de la exultante cara de Putin.
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Otros temas tratados en Alaska
En su encuentro en la base de Elmendorf-Richardson, otros temas de gran importancia estratégica se pusieron encima de la mesa-

- Las rutas comerciales del Ártico. La elección de Alaska como lugar de la cumbre no fue casual, ya que su ubicación estratégica cerca de Rusia y su relevancia en el Ártico la convierten en un punto clave de las rutas comerciales que el deshielo provocado por el calentamiento global está abriendo en el Círculo Polar. Rutas en las que Rusia lleva una gran ventaja, con una sólida presencia militar en su costa siberiana, y que podrían ser aprovechadas por China para acortar significativamente el paso de mercancías hacia Europa, algo que EEUU busca evitar. Por contra, Washington ansía el control del Paso del Noroeste, que pasa entre Groenlandia y la isla canadiense de Baffin (de ahí su interés en anexionarse este territorio danés).
- Además, el deshielo del Ártico pone al alcance de la mano importantísimos recursos (petróleo, gas y minerales, incluidas tierras raras) que tanto EEUU como Rusia ansían. Tanto Putin como Trump parecen buscar un clima de distensión en el Ártico que les permita repartirse sus riquezas, aunque no se sabe si de Alaska salieron compromisos concretos.
- Restablecimiento de las relaciones comerciales. Putin -interesado en en mitigar las sanciones económicas y diversificar sus mercados, aliviando a una economía rusa fatigada tras más de tres años de guerra- propuso una mayor cooperación económica con EEUU, mencionando específicamente el comercio, la tecnología digital, la alta tecnología y la exploración espacial como áreas de interés. Aunque no se sabe si hubo compromisos en estos terrenos, las industrias extractivas norteamericanas parecen estar interesadas en colaborar con las rusas en apoderarse de las tierras raras.




Damian Sánchez Núñez dice:
Aquí el único que le ha roto el proyecto a Estados Unidos ha sido Putin el que le está enseñando los dientes y diciendo hasta aquí es pidiendo a nivel internacional la paz es China y Putin y ahora mismo los gatos que se le da en este comentario a Rusia es poner a Rusia por delante de Estados Unidos seguín manteniendo la invasión como base es la mayor contradicción marxista y objetiva de la realidad todos los países tienen derecho a defenderse rusia no es socialista es un país capitalista más con una riqueza inmensa que en la medida que se vayan desarrollando interiormente tecnológicamente podrán explotar mucho mejor todos sus recursos si hoy la guerra no le ha hecho efecto y lo perjudicado ha sido precisamente Europa y la otra la guerra le ha permitido a Rusia desarrollarse más técnicamente tecnológicamente y políticamente romper ese bloqueo que había a nivel internacional que la gran potencia era Estados Unidos