Guiadó ha jurado el cargo, y ha proclamado que va a asumir las competencias del ejecutivo.
Este episodio se inscribe en una escalada de tensión que estos últimos días han puesto encima de la mesa la posibilidad de un golpe en Venezuela. Hace muy pocos días la Fuerza Armada Bolivariana reconoció en un comunicado público que acababa de neutralizar un intento de golpe ejecutado por un grupo de militares. Y, pocas horas después, un grupo que afirmaba estar compuesto por militares venezolanos afirmaba desde Perú que acompañarían al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, en su intento de derrocar al gobierno de Maduro.
El calado de este intento de golpe viene determinado por el cerrado apoyo recibido desde la superpotencia norteamericana.
Anticipándose a los acontecimientos, Donald Trump ha afirmado públicamente que “hoy reconozco oficialmente al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como el presidente interino de Venezuela”. Afirmando amenazadoramente que empleará “ el peso completo del poder económico y diplomático de Estados Unidos para presionar por la restauración de la democracia venezolana”.
Un alto funcionario del gobierno norteamericano ha advertido que mantiene “todas las opciones sobre la mesa” si “Maduro responde con violencia al anuncio del jefe del Parlamento venezolano”. Es decir, si se resiste al golpe. Y el actual Secretario de Estado, y ex jefe de la CIA, Mike Pompeo, instaba a los militares venezolanos a “apoyar los esfuerzos para restaurar la democracia”, dando carta de naturaleza a la posibilidad de recurrir a un golpe militar.
Todos los gobiernos y organismos más vinculados a Washington han acudido a avalar el golpe y reconocer a Guaidó como nuevo presidente. Así lo ha hecho Canada, Colombia, Brasil, Paraguay, Perú, Costa Rica, Ecuador y Chile, junto a la Organización de los Estados Americanos (OEA), tradicional brazo político de EEUU.
Pablo Casado y Albert Rivera instan al gobierno de Pedro Sánchez a que reconozca a Guaidó como nuevo presidente. “España tiene que estar al lado de las principales potencias que ya han reconocido al legítimo presidente de Venezuela y dejar de estar cerca de los dictadores”, declaraba el líder del PP. Pero el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, ha apostado por “preservar la unidad de acción” en la Unión Europea y ha declarado que «No vamos a hacer seguidismo de nadie” en alusión a Washington.
En su primera reacción pública, Nicolas Maduro, el actual presidente venezolano, ha anunciado la ruptura de las relaciones diplomáticas con EEUU, ha denunciado “la intervención norteamericana”, reafirmándose en “la defensa de la soberanía frente al poder imperialista”, y ha dado 72 horas a todo el personal de la embajada estadounidense para abandonar el país.
Independientemente de la valoración que se tenga sobre el gobierno de Nicolás Maduro, a lo que asistimos es al intento de derribar ilegalmente y por vías antidemocráticas a un gobierno. Y la mano de EEUU, inspirando y alentando el golpe, está demostrada por la misma actuación del gobierno de Donald Trump.