“Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos. La cuestión es -insistió Alicia- si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. La cuestión es –zanjó Humpty Dumpty- saber quién es el que manda…, eso es todo.” (Lewis Carroll, Alicia a través del espejo)
Trump estaba tan envidioso de que Obama recibiera el Premio Nobel de la Paz ya en 2009 -durante el mandato de Obama no hubo ni un solo día en que Estados Unidos no estuviera manteniendo alguna guerra o agresión militar a lo largo y ancho del planeta- que no ha podido aguantar más y ha decidido que tiene suficientes méritos de paz para proponerse como candidato al Premio.
Los méritos pacifistas de Trump son muy destacados. Tiene 200.000 militares distribuidos en 180 países y territorios alrededor del mundo, ha dado continuidad a las intervenciones armadas en Afganistán e Irak, ha iniciado la guerra en Siria, además de mantener las de Yemen, Somalia, Libia y Níger.
Pero la gota que ha desbordado la copa de la paz ha sido su actuación en la Península Coreana. Con el pacífico método de amenazar con una guerra de alcance nuclear, con un provocador despliegue militar en Corea del Sur y Japón, y con el creciente cerco militar a China, Trump se ha convertido en el adalid de la paz en Asia Pacífico… y en el mundo.
Eso sí, con la ansiedad y las prisas Trump no ha preparado bien al emisario, por lo que hay gran confusión en los medios de comunicación mundiales, y no se sabe a ciencia cierta quién lo ha propuesto, aunque parece que el propio Gobierno de EE.UU. eligió a Japón, su primer ministro ni confirma ni desmiente.