Trump ha revelado que su «solución final» para Gaza consiste en una limpieza étnica de la Franja, deportando a 2 millones de gazatíes a algún lugar del entorno.
Un proyecto extremadamente agresivo y disruptivo que ha sido aclamado por el hipersionista gobierno de Netanyahu, pero que amenaza con dinamitar Oriente Medio, levantando una aguda oposición incluso entre los aliados norteamericanos en la región.
¿Qué pretende Trump con esta nueva ‘Nakba’? ¿Podrá llevarla adelante?
.
La opinión pública mundial se echó las manos a la cabeza cuando el pasado 4 de febrero y acompañado de un exultante Netanyahu, Donald Trump anunció su «plan de paz» para Gaza, consistente en que Israel le entregaría la Franja a EEUU «como una propiedad a largo plazo», previa a la expulsión forzosa de la población palestina a los países vecinos -es decir, una limpieza étnica, una nueva y masiva ‘Nakba’ como la que tuvo lugar en 1948 con la creación del Estado de Israel- y reconstruir el enclave como un paraíso turístico, como «la Riviera de Oriente Medio», un resort de lujo para los ricos de todo el mundo.
Un anuncio moralmente ignominioso y provocador que además se ha encargado de promocionar con un vídeo generado por Inteligencia Artificial aún más repugnante, en el que se ve una Gaza llena de rascacielos y estatuas de oro del magnate, donde Trump, Netanyahu y Musk lanzan billetes al aire o se toman un refresco a la orilla del mar.
La propuesta es tan inaudita y agresiva, supone una violación tan flagrante de la legalidad y de las relaciones internacionales, que sólo ha sido apoyada por algunos de los más acérrimos aliados del trumpismo en la arena mundial, como la Hungría de Orbán. El resto de gobiernos, incluidos los aliados de EEUU -las naciones europeas, y no digamos los países árabes- han mostrado su tajante oposición.
Y la verdad es que la limpieza étnica de Gaza -algo que sólo puede ser logrado mediante la violencia y el hambre, es decir, reanudando la guerra genocida, el asedio, los bombardeos y las masacres diarias en la Franja-, incluso si se llevara a cabo, supondría un enorme problema para el dominio de Washington en Oriente Medio. Así que hay quien se pregunta si realmente este criminal proyecto está realmente en la agenda del trumpismo. Y si lo está ¿hay posibilidades reales de llevarlo a cabo?
Vamos por partes.
.
El objetivo: fortalecer el dominio de EEUU sobre Oriente Medio

Desde el inicio de la ofensiva de Israel sobre Gaza, con EEUU como financiador, suministrador, proyector y director del genocidio -recordemos los 18.000 millones de dólares en ayuda militar que la administración Biden envió al gobierno Netanyahu, o los múltiples vetos a las resoluciones de la ONU condenatorias hacia Tel Aviv- toda la escalada de violencia que ha sacudido Oriente Medio ha buscado un objetivo: fortalecer el dominio norteamericano sobre una región de enorme importancia estratégica, en la que desde hace décadas había perdido poder e influencia.
Un espacio que había sido ocupado por dos rivales de Washington: el Irán de los ayatolás y la Rusia de Putin. Y una región donde importantes aliados y vasallos militares de EEUU -como Egipto, Turquía, Arabia Saudí o Emiratos- estaban uniéndose o flirteando con los BRICS+, dejándose engatusar por las mieles de la diplomacia china. Finalmente, Egipto, Emiratos e Irán han ingresado en el club de las economías emergentes -y Turquía está en la lista de los «asociados»-, para disgusto de Washington, aunque logró frustrar la entrada de los saudíes.
Lo cierto es que, mediante una orgía de sangre y fuego, el poder de EEUU y su gendarme israelí se ha fortalecido en este último año y medio.
Han devastado la Franja de Gaza, dejando a Hamás extremadamente debilitado, pero lo suficientemente «vivo» para ser utilizado como «casus belli» para futuras agresiones a Palestina. El poder de Irán, el gran rival regional de Washington y Tel Aviv, ha sido duramente golpeado. La invasión de Líbano, junto con la cadena de atentados con móviles y walkie-talkies, ha descabezado a Hezbolá, que ha perdido el control sobre el gobierno libanés.

Pero es sobre todo el colapso del gobierno -proiraní y proruso- de Bachar al Assad en Siria, y su sustitución por otro prooccidental, lo que supone un golpe maestro. Para Teherán el daño es catastrófico, ya que parte por la mitad el «Eje de la Resistencia» con el que ejercía su influencia. Para Moscú pone en cuestión la continuidad de las dos bases militares con las que proyecta su poder en el Mediterráneo Oriental.
Es en medio de estos avances de EEUU e Israel en la región, de esta fortaleza momentánea, en los que Donald Trump y Netanyahu han lanzado su «solución final» para Gaza.
Pero veamos ahora los contras.
.
¿Una «declaración de guerra» contra los aliados árabes de Washington?
El alto el fuego en Gaza fue sistemáticamente saboteado por Netanyahu… hasta ver la luz verde pocos días antes de la toma de posesión de Trump. Y tenía toda su lógica.
Con un Irán y una Rusia debilitados en la región, y con una renovada influencia sobre Siria y Líbano, la administración Trump tenía una buena oportunidad de relanzar los «Acuerdos de Abraham» entre Arabia Saudí, Emiratos, Bahreim e Israel, y que habían quedado en entredicho por el brutal genocidio sobre la Franja, y que necesitaban de cierta distensión en Gaza para volver a reactivarse. Esa puesta al día de los acuerdos abrahámicos iban a poner contra las cuerdas a Teherán, y volver a encuadrar militarmente a las monarquías árabes, alejándolas de la influencia de los BRICS.
Pero todo eso es ahora mucho más difícil con un plan de «limpieza étnica» de Gaza sobre la mesa, publicitado desde la Casa Blanca como la nueva postura oficial de EEUU hacia Palestina.

«Como veterana diplomática estadounidense especializado en Oriente Medio, puedo dar fe de que el anuncio del presidente Donald Trump de que EEUU tomará el control de la Franja de Gaza” equivale a una declaración de guerra. Al menos, así es como se percibe en el mundo árabe», dice Hala Rharrit , exfuncionaria del Departamento de Estado en la revista Foreign Policy.
«La administración Trump ha socavado su propia victoria inicial. Asumió el cargo atribuyéndose el mérito del cese del fuego en Gaza, que había comenzado a reducir las tensiones en Oriente Medio. Pero el anuncio de un plan que implicaría la expulsión de los palestinos (…) ha vuelto a poner a EEUU en el punto de mira», subraya la exdiplomática. «Los dirigentes árabes de toda la región han rechazado firmemente el plan. Egipto y Jordania se han pronunciado enérgicamente contra cualquier reubicación forzosa de los habitantes de Gaza, mientras que Arabia Saudí emitió una declaración en la que afirma que la condición de Estado palestino no es negociable; sin ella, no habrá normalización de las relaciones saudíes con Israel».
«En muchas partes del mundo árabe, desde Marruecos hasta Jordania, siguen estallando protestas que condenan a los líderes regionales por no hacer lo suficiente para proteger a los civiles palestinos. En países que ya son económica y políticamente volátiles, este nivel de malestar social, combinado con una afluencia forzada de refugiados palestinos, sería extremadamente desestabilizador y destructivo. Lo que Trump está sugiriendo tiene el potencial de desatar revoluciones y provocar el colapso de Estados en Oriente Medio», insiste Rharrit.

El proyecto de Trump de perpetrar una nueva Nakba en Gaza -a costa de la reanudación del genocidio y las matanzas- no sólo supone un «tiro en el pie» en sus intenciones de reactivar los acuerdos de Abraham y dar la puntilla a Irán, sino que podría significar una bomba de relojería para la estabilidad de importantes aliados norteamericanos en Oriente Medio, particularmente Jordania, Turquía y Arabia Saudí, y muy especialmente en un Egipto donde el régimen del general Al Sisi se mantiene sobre un barril de antagonismos sociales.
Por eso, hay quien se pregunta si la brutal propuesta de Trump va en serio. «Es posible que Trump haya propuesto la expulsión masiva de palestinos de Gaza como una estrategia de negociación, creando una posible concesión de la nada», dice Matthew Duss , vicepresidente ejecutivo del Centro de Política Internacional, otro think tank norteamericano. «Es probable que Trump esté intentando presionar a las naciones árabes para que hagan más por Gaza a través de sus amenazas de que EEUU tome el dominio de Gaza, señalando que tendría que involucrarse a regañadientes (en la reconstrucción y control de la Franja) si no toman la iniciativa», señala en el mismo sentido Ahmed Fouad Alkhatib, escritor, analista y miembro senior del Atlantic Council de Gaza.
Sea una estrategia de negociación, sea un plan real, la nueva «Nakba» anunciada en Gaza por Trump es una brutal amenaza a los derechos humanos, a la legalidad internacional, y a la Paz en Oriente Medio y en el mundo