«El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet; el presidente francés, Nicolas Sarkozy; y el jefe del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, están involucrados en el intento por impedir una cesación de pagos que tuviera repercusiones negativas en la economía mundial. Pero cada uno interviene de modo que refuerce la institución que lidera».
La rioridad de Trichet es la credibilidad del euro y el bloque de 16 países que comparten la moneda. Durante una conferencia de prensa realizada el hace una semana, el presidente del BCE cerró la puerta a cualquier participación del FMI en un eventual rescate griego, al afirmar que no sería "apropiado". Sarkozy, al igual que otros líderes europeos, comparte esa opinión. Pero el mandatario de 55 años tiene un motivo adicional para mantener alejado al FMI. Strauss-Khan, de 60 años, podría ser un rival en las elecciones presidenciales de Francia en 2012. (THE WALL STREET JOURNAL) LA JORNADA.- La ejecución de tres empleados del consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, dos de ellos con nacionalidad del país vecino, lleva el problema de la violencia que azota al país a una nueva dimensión, por cuanto multiplicará las presiones y acciones intervencionistas de Washington en México. El punto de referencia histórico ineludible es el homicidio, en 1985, de Enrique Kiki Camarena, agente encubierto de la oficina de control de narcóticos de Estados Unidos, la DEA: en los meses siguientes, varios ciudadanos mexicanos fueron secuestrados por órdenes de Washington e ilegalmente llevados al país vecino y juzgados allí, y las autoridades nacionales hubieron de enfrentar, durante años, una campaña de abierta hostilidad por las estadunidenses. EEUU. The Wall Street Journal Tres franceses protagonizan una tragedia griega Alessandra Galloni, Bob Davis y Brian Blackstone Tres franceses figuran entre los grandes protagonistas de la crisis griega, pero a menudo van en direcciones distintas. El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet; el presidente francés, Nicolas Sarkozy; y el jefe del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, están involucrados en el intento por impedir una cesación de pagos que tuviera repercusiones negativas en la economía mundial. Pero cada uno interviene de un modo que refuerce la institución que lidera. Esto ha revelado diferencias que podrían afectar no sólo las políticas del rescate griego, sino también otros temas cómo cuáles son las mejores formas de impulsar el crecimiento y valorar las monedas. "En última instancia, los tres tienen interés en que Grecia salga de esto de la mejor forma posible", afirma Michel Camdessus, ex director gerente del FMI y gobernador honorario del banco central de Francia. "Pero también tienen roles diferentes que jugar". Sarkozy y Trichet coinciden en que la Unión Europea debería entablar negociaciones con Atenas y que el FMI debería conservar un papel más secundario, el de brindar asistencia técnica. Ambos, sin embargo, tienen preocupaciones un tanto diferentes. La prioridad de Trichet es la credibilidad del euro y el bloque de 16 países que comparten la moneda. Durante una conferencia de prensa realizada el hace una semana, el presidente del BCE cerró la puerta a cualquier participación del FMI en un eventual rescate griego, al afirmar que no sería "apropiado". Sarkozy, al igual que otros líderes europeos, comparte esa opinión. Pero el mandatario de 55 años tiene un motivo adicional para mantener alejado al FMI. Strauss-Khan, de 60 años, podría ser un rival en las elecciones presidenciales de Francia en 2012. Cuando Sarkozy apoyó a Strauss-Khan para ser elegido al frente del FMI en 2007, se consideró ampliamente como una forma de exiliar un rival político. En ese entonces, el FMI era una institución sin una misión clara. La economía global estaba en auge y pocos países necesitaban sus préstamos. Una de las primeras tareas de Strauss-Khan fue implementar los primeros despidos a gran escala de la entidad. Pero dos años en Washington elevaron el perfil internacional de Strauss-Khan, y su percepción entre los electores franceses, donde ya tenía credibilidad por preparar la entrada del país a la moneda única europea en 1999. Strauss-Khan indicó hace poco que podría regresar a Francia para presentarse como candidato a la presidencia antes del fin de su mandato en el FMI, que se extiende hasta 2012. El titular del Fondo "forjó una reputación que no hubiera tenido en épocas normales" debido al rol prominente del FMI en combatir la crisis global, afirma Jean Pisani-Ferry, director de Bruegel, un centro de estudios económico en Bruselas. "También es visto como el que habla y trabaja con los poderosos jefes de Estado". Un portavoz de Sarkozy, al igual que uno de sus asesores, no respondió llamados en busca de comentarios. Una vocera de Strauss-Khan señaló que las ambiciones políticas del jefe del FMI son "meras especulaciones, quizás naturales cuando se trata de alguien de la estatura del director gerente". Strauss-Khan se ha enfrentado al gobierno de Sarkozy. En medio de la crisis global, exhortó a Francia y a otros países europeos a expandir los paquetes de estímulo fiscal, mientras Sarkozy se concentró más en la necesidad de implementar una reforma regulatoria y controlar a los fondos de cobertura. En otros temas económicos, sin embargo, tal vez no estén tan distantes. Sarkozy ha criticado la fortaleza del euro, que dificultó que empresas francesas vendieran sus productos en el extranjero. Strauss-Khan ha intentado numerosas tácticas —hasta ahora infructuosas— para que China devalúe su moneda. Las políticas económicas que siguieron ambos, a su vez, los pusieron en conflicto con Trichet, cuyo mandato como presidente del BCE es controlar la inflación en la zona euro, sin interferencia de gobiernos deseosos de estimular el crecimiento interno. THE WALL STREET JOURNAL. 14-3-2010 México. La Jornada Injerencias por venir La ejecución de tres empleados del consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, dos de ellos con nacionalidad del país vecino, lleva el problema de la violencia que azota al país a una nueva dimensión, por cuanto multiplicará las presiones y acciones intervencionistas de Washington en México. Basta con ponderar el tono inusual del comunicado que la Casa Blanca emitió al respecto (…) para vislumbrar la clase de acciones que prepara el gobierno estadunidense. El punto de referencia histórico ineludible es el homicidio, en 1985, de Enrique Kiki Camarena, agente encubierto de la oficina de control de narcóticos de Estados Unidos, la DEA: en los meses siguientes, varios ciudadanos mexicanos fueron secuestrados por órdenes de Washington e ilegalmente llevados al país vecino y juzgados allí, y las autoridades nacionales hubieron de enfrentar, durante años, una campaña de abierta hostilidad por las estadunidenses. En el cuarto de siglo transcurrido desde entonces, las instituciones del país han experimentado un proceso de merma y descomposición que hoy alcanza niveles alarmantes y que las ha llevado a grados exasperantes de inoperancia. El estado de derecho y el control territorial del gobierno se han esfumado en extensas regiones del país y la estrategia oficial de seguridad pública y combate al narcotráfico ha rendido, a lo que puede verse con base en los elementos de juicio disponibles, resultados opuestos a los pregonados: la violencia que la versión oficial asocia a la delincuencia organizada se cobra decenas de vidas día tras día –más de 17 mil en lo que va de la administración de Felipe Calderón Hinojosa– y el poder de fuego, de cooptación y de operación de los grupos criminales ha puesto a la población en una situación de zozobra y desamparo como no la habían vivido nunca los mexicanos actuales. La reacción del Ejecutivo federal al triple asesinato ocurrido ayer en la ensangrentada localidad fronteriza es, por otra parte, doblemente deplorable e inoportuna. De entrada, las expresiones de consternación y condolencia por la muerte de los estadunidenses serían en sí mismas encomiables, de no ser porque no se han tenido palabras semejantes para los incontables mexicanos inocentes masacrados en el curso de esta guerra confusa y turbia; no las hubo, en el momento oportuno, para los estudiantes asesinados el pasado 30 de enero en Ciudad Juárez, hecho que colmó el vaso de la exasperación social, y no las ha habido, tampoco, para las víctimas de las masacres subsecuentes, tanto en esa ciudad como en Coahuila, Sinaloa, Durango y Guerrero. Significativamente, de la cincuentena de bajas mortales que constituyen el saldo de este fin de semana, sólo tres –los empleados del consulado estadunidense en Ciudad Juárez– merecieron la simpatía presidencial, pese a que entre los muertos hay personas tan ajenas a los asuntos delictivos como la mujer de Acapulco que viajaba en un taxi y recibió una bala en la cabeza en el fuego cruzado entre sicarios en el bulevar Vicente Guerrero. Por otra parte, la promesa formulada a Washington por medio de la Secretaría de Relaciones Exteriores de que las autoridades mexicanas trabajarán con determinación para esclarecer las condiciones en que tuvieron lugar los hechos y llevar a los responsables ante la justicia, resulta, por decir lo menos, poco creíble, simplemente porque en Ciudad Juárez, como en otros puntos del país, no hay –no ha habido en mucho tiempo– autoridades capaces de realizar tal tarea. LA JORNADA. 15-3-2010