“La situación es grave. Vienen semanas y meses muy duros”. Así se expresaba Pedro Sánchez al anunciar el pasado sábado un nuevo estado de alarma, el tercero en este año.
Estamos ante una triple crisis: sanitaria, económica y social. En los tres casos la situación solo puede calificarse de emergencia. Asi lo acredita el acelerado aumento de contagios, la mayor caída de los índices económicos en los últimos 80 años, o el avance de un empobrecimiento que golpea a las clases populares.
Estas tres crisis están relacionadas, no se puede resolver una sin abordar las otras. Y su enorme calado determina que ninguna puede resolverse en una semana o quince días.
El nuevo estado de alarma establece el marco para poder tomar medidas urgentes que contengan la expansión de la pandemia. Pero debemos ser conscientes de que sus efectos están limitados a afrontar la alarma sanitaria. Es también imprescindible una “alarma”, que se traduzca en medidas drásticas y excepcionales, para enfrentar la crisis económica y social.
Más Unidad, más Solidaridad
La aprobación del nuevo estado de alarma, con las medidas de contención de la pandemia, debe contar con un apoyo cerrado. Es una necesidad urgente para detener la expansión de la Covid-19. Necesitamos más unidad y más solidaridad para volver a “doblegar la curva”.
Existen diferencias respecto al estado de alarma aprobado en primavera.
No supone un confinamiento domiciliario estricto, pero impone la restricción de la movilidad entre las once de la noche y las seis de la mañana.
No habrá un único “centro de mando”, sino que serán los presidentes de cada comunidad las “autoridades delegadas” encargadas de ejecutarlo. Coordinándose bajo la dirección del gobierno en el Consejo Interterritorial de Salud.
No se plantea renovarlo cada quince días, como sucedió entre abril y junio, sino que se solicitará al parlamento extenderlo durante seis meses, hasta el 9 de mayo, con una etapa intermedia el 9 de noviembre.
Aplicar la “cogobernanza” entre el gobierno central y los autonómicos evita enfrentamientos. Un medio como “La Vanguadia” recuerda que, el mismo día del tercer aniversario de la proclamación de la DUI, el president de la Generalitat ejecutaba el estado de alarma como “autoridad delegada por el Estado español”. Y un plazo más amplio evita la inestabilidad, utilizada por quienes pretenden sembar división, de someter cada 15 días todo el marco legal a su aprobación o cuestionamiento.
Debemos partir de que estamos en una situación de emergencia. Más de 250 casos por cada 100.000 habitantes supone un “riesgo extremo”. Pues bien, la media nacional es ahora de 410. Además, se han disparado los otros dos criterios que miden la posibilidad de un colapso sanitario: el numero de camas hospitalarias y camas UCI ocupadas por pacientes Covid.
Este es un problema nacional, no de una u otra comunidad.
Todos los expertos exigen medidas drásticas de contención, y advierten de que, con la llegada del frio, se crean mejores condiciones para la extensión de la enfermedad. Si no contenemos ahora la propagación del virus puede crearse una situación de imprevisibles consecuencias.
Enfrentamos peligros muy serios, pero también disponemos de importantes recursos. En la sociedad española existe una abrumadora exigencia de unidad para hacer frente a la pandemia. Rechazando enfrentamientos como el vivido entre la comunidad de Madrid y el gobierno central.
Todos los grandes medios, aún los más críticos con el actual gobierno, han respaldado la aprobación del estado de alarma. Y frente a lo ocurrido durante las últimas prórrogas de primavera, el PP ha anunciado su disposición a votar Sí, con la condición de que el plazo se reduzca a ocho semanas.
Van a negociarse las condiciones, introduciendo modificaciones, pero el nuevo estado de alarma se aprobará por amplia mayoría. Solo lo han rechazado Vox… y los sectores más ultras de JuntsxCatalunya.
No se va admitir que se utilice esta segunda oleada como munición politica ni para sembrar división. Quien lo haga será penalizado. En ese sentido, el sonoro fracaso de la moción de censura presentada por Vox es una excelente noticia.
Es el momento de redoblar la exigencia de Unidad y Solidaridad. Unidad entre todas las administraciones, entre el conjunto de fuerzas políticas, en toda la sociedad, y entre el conjunto del pueblo de las nacionalidades y regiones de España. Para multiplicar la potencia de un esfuerzo conjunto. Y para proteger de forma solidaria a la población, especialmente los más débiles.
Y la Unidad y Solidaridad se fortalece también con la exigencia. Reclamando que los recursos se destinen a lo que la mayoría necesitamos. Por ejemplo a cumplir lo marcado en el “plan de la desescalada”, que obligaba a contratar rastreadores para poder llevar un seguimiento de los contagios. O exigiendo que la protección llegue a quien la necesita: agilizando la concesión del Ingreso Mínimo Vital, ampliando hasta mayo el ”colchón” de los ERTEs, o ayudado a las pymes y autónomos obligados a cerrar sus negocios.