Tras el fracaso días antes de la cumbre organizada en Moscú, la diplomacia alemana se ha apuntado un tanto, al lograr culminar con un buen resultado la Cumbre de Berlín sobre la guerra de Libia. Los contendientes han acordado un alto el fuego. No es el fin del conflicto, pero sí un primer paso. Pero los intereses imperialistas que provocaron el derribo militar de Gadaffi en 2011 y el posterior desmembramiento del país en una cruenta guerra civil siguen ahí.
Tras largas negociaciones, la cumbre de Berlín sobre la guerra de Libia ha llegado a un acuerdo sobre tres puntos: la aplicación de sanciones contra aquellos actores que violen el actual alto el fuego, un control internacional para hacer efectivo el embargo de armamento y el fin del apoyo de potencias extranjeras a las dos facciones enfrentadas.
A la cumbre, organizada por Alemania bajo los auspicios de la ONU, han acudido los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EEUU, Rusia, China, Francia y Reino Unido), así como otros países con intereses en el conflicto: Egipto, Turquía, Argelia, la República del Congo, Emiratos Árabes Unidos e Italia. También la secretaría general de la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe y la Unión Africana.
Se trataba de lograr un alto el fuego entre los dos contendientes. Por un lado el Gobierno de Unidad (GNA), dirigido por Fayez al Serraj y que apenas controla Trípoli y Misrata. Es el «oficialmente» reconocido por la ONU y lo apoyan Turquía (que se ha convertido en los últimos meses en su gran valedor militar), así como Italia, Qatar y Alemania.
Enfrente tenemos al mariscal Halifa Hafter, que controla la mayor parte del país y asedia Trípoli desde hace meses, y que recibe el apoyo de Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Francia y últimamente de Rusia. Aunque el mariscal ha decidido desairar gravemente a Putin: en la cumbre de Moscú, tras ocho horas de conversaciones, Hafter pidió la noche para reflexionar y sin más abandonó la capital rusa.
EEUU es, de forma encubierta, el juez de la balanza. Ejerce un papel ambivalente, poniendo varios huevos en cada cesta. Teóricamente respalda a Fayez al Serraj, pero Halifa Hafter es un viejo conocido de la CIA. Hafter es un exgeneral de Gadaffi que ha pasado veinte años viviendo en EEUU bajo la protección de Langley, y tiene incluso la nacionalidad norteamericana. Ya en abril, cuando el mariscal rompió el status quo, la administración Trump saludó a Hafter, deseándole que «culminase con éxito sus esfuerzos para iniciar en Libia un sistema político estable y democrático».
El porqué geopolítico de la cumbre
Siendo estos los principales jugadores de esta disputa, y la tregua entre los contendientes el resultado de la cumbre, la pregunta clave es: ¿qué se juegan?
Libia lleva inmersa en una sangrienta guerra civil de intensidad variable desde 2011, año en el que los EEUU de Obama, junto a sus vasallos militares de la OTAN, decidieron derribar el régimen de Gadaffi a costa de dejar un escenario de destrucción, señores de la guerra y miseria. Y sin olvidar que estamos hablando de un país donde los migrantes subsaharianos que logran atravesar el desierto son capturados, y hacinados en cárceles donde se practica la tortura y se los vende como esclavos.
Todo este caos sangriento lleva pasando más de ocho años. ¿Por qué ahora y no antes se toman cartas en el asunto?
Primero, porque Libia lleva camino de convertirse en una Siria, en un polvorín capaz de dinamitar equilibrios regionales por todo el Magreb o el Sahel. “Si no controlamos la situación allí, se puede desestabilizar toda la región”, ha advertido Josep Borrell, alto representante de Política Exterior de la UE. En el último año, se ha roto el tenso equilibrio y Hafter ha desatado una ofensiva que tiene Trípoli como gran objetivo.
Segundo. En particular, una desestabilización de Libia -o un cambio drástico de poder- puede tener como resultante la llegada de cientos de miles de refugiados y migrantes que tienen sus costas como punto de partida en la peligrosa ruta del Mediterráneo Central. La llegada súbita de decenas o centenares de miles de refugiados a países como Alemania, Italia o Francia, como ocurrió con la guerra de Siria en 2015, podría tener un efecto incontrolable en el convulso panorama político de esos países, con fuerzas de ultraderecha anti-inmigración frotándose las manos.
Tercero. La llegada a la partida de ajedrez libia de dos nuevos jugadores, Rusia y Turquía -cada uno de ellos respaldando a un bando, y que como en Siria han intentado convertirse en los jueces de la guerra- inquieta mucho al Departamento de Estado o a las cancillerías europeas. Con esta cumbre, las potencias occidentales, en particular Alemania, vuelven a tener la iniciativa diplomática y el papel de árbitro.
Cuarto. Como en la Conferencia de Berlín de 1884, en la que se decidió el reparto de África, bajo el disfraz de «cumbre diplomática» están los más feroces objetivos de expolio y saqueo.
Libia es una enorme despensa de petróleo y gas. Un enorme tesoro que enfrenta -incluso en bandos diferentes- a los propios países de la UE. Mientras que Italia apoya El Serraj porque la petrolera ENI tiene contratos con el gobierno de Trípoli, Francia respalda el asedio de Hafter porque el mariscal ha prometido al monopolio galo Total una buena parte del pastel de los hidrocarburos del subsuelo libio. Lo mismo sucede con Turquía vs. Rusia, o con Qatar vs. Arabia Saudí.
Por eso no debe confundirse la tregua alcanzada en Berlín con una paz duradera. Las disputas de la jauría imperialista que han llevado a Libia al abismo de la guerra siguen ahí, más ávidas de sangre y dólares que nunca.
AnarcoÑ dice:
El asesinato paramilitar del Coronel Gaddafi, fue en realidad. Para poner a unos traficantes de esclavos que a su vez conducían y siguen conduciendo hacia Europa a sus propias víctimas de la tierra quemada: todo de acuerdo a los planes de reemplazamiento, en Europa, de sociedades nacionales por sociedades multitribales.
Carlos dice:
Muy bueno el articulo, pero no estoy de acuerdo en llamarlo «geopolitica».Si,como canta Slayer «all is for the fucking oil «,todo es por el p…petroleo. Lo analizaba genialmente la revista «Chispas «de UCE y me lo ha corroborado un amigo boina verde (no siento las piernas)»el que controla el petroleo domina el mundo «,de ahi que el Pentagono bombardeara a su ex-socio Gaddafi, la NSA recondujera la revolucion de Egipto y todo Oriente Medio se convulsionara al servicio USA