Mariano Rajoy, en una de las contadas aclaraciones públicas sobre sus criterios de política económica, ha expresado su ferviente apoyo, sin restricciones intelectuales ni políticas, al plan de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy para acabar con la inestabilidad crónica que castiga las deudas soberanas y obstaculiza la recuperación económica. Un buen argumento político justifica este respaldo sin reservas: si ha de haber dos Europas, dos euros, España ha de estar en el grupo de los elegidos. Para ello hará los sacrificios necesarios, los actuales y los que se acuerden en el Consejo Europeo que empieza hoy.
(…) el Gobierno de Rajoy tendrá que reducir el gasto en sanidad y pensiones y, además, subir los impuestos. Es decir, tendrá el impulso y el respaldo europeo para hacer justamente lo contrario de cuanto prometía en la campaña electoral (subir las pensiones, bajar impuestos).
Se puede argüir que la urgencia de la crisis justifica el dictado de Francia y Alemania. Pero cuando desaparezca la coartada de la crisis quedará en evidencia el traslado de poder desde los Gobiernos nacionales (votados) hacia el eje franco-alemán, sin que en este proceso hayan tenido relevancia algunas instituciones como la Comisión o el Parlamento.