El incendio de Portugal ha impactado especialmente a España. Compartimos historia, península, clima… y trayectoria en incendios. Para poder prevenir catástrofes similares, es fundamental conocer las causas que están detrás de los incendios.
La tarde del sábado 17 de junio estalló el incendio en Pedrogão Grande, en el distrito de Leira.El incendio de Pedrógão Grande ha causado 64 muertos y 254 heridos; miles de hectáreas han sido arrasadas. El origen parece estar en la tormenta seca (sin lluvia) que acaecía ese día: el fuego surgió al impactar un rayo sobre un árbol seco. Las altas temperaturas, cercanas a los 40ºC, y los fuertes vientos, eran los ingredientes perfectos para su rápida propagación a los pueblos vecinos. El incendio alcanzó los distritos de Coimbra y de Castelo Branco, y no pudo extinguirse completamente hasta cinco días más tarde, al apagar el último frente activo, en el municipio de Góis.
Aunque todavía no se conoce la cifra oficial de la superficie afectada, se sabe que el perímetro del incendio supera los 150 kilómetros. Sólo en los tres primeros días, el terreno luso ardió 20 veces más que en todo el año pasado. El incendio ha sido devastador.«Sólo en los tres primeros días, el terreno luso ardió 20 veces más que en todo el año pasado»
Gran parte de los fallecidos, 47 personas, murieron intentando escapar de sus aldeas, calcinados en la carretera nacional 236 que ardía en llamas y no se cortó hasta unas horas más tarde. Han fallecido familias enteras, se han desalojado casi una treintena de aldeas… y la tragedia ha conmovido a todo Portugal y a toda Europa.
Las ayudas, en forma de donaciones económicas y de alimentos, fueron reflejo de la solidaridad de los portugueses. De hecho, en menos de 48 horas tras iniciarse el incendio, las autoridades pidieron que se pararan los envíos porque había «exceso de alimentación».
Más de 2.000 efectivos han trabajado sin descanso para frenar el fuego, profesionales lusos junto con españoles, franceses e italianos que han colaborado para poner fin al desastre. A su labor se han unido vecinos que abrieron sus casas a los desalojados, que prepararon comida para los bomberos y médicos que atendieron a las víctimas y familiares.
¿Por qué ha ocurrido?
El incendio de Portugal ha impactado especialmente a España. Compartimos historia, península, clima… y trayectoria en incendios. Para poder prevenir catástrofes similares, es fundamental conocer las causas que están detrás de los incendios.
En un incendio forestal, hay tres factores que influyen en la propagación del fuego. Éstos son: características de la zona, el clima y el tipo de vegetación. Por ejemplo, un área con mucha pendiente, expuesta al Sol y de baja altitud, será más susceptible de sufrir un incendio.
Respecto al clima, la ley del 30-30-30 establece las condiciones idóneas para que se dé la catástrofe: temperaturas superiores a los 30ºC, vientos mayores a los 30 km/h y humedad inferior al 30%. En Pedrogão Grande se daban los tres requisitos.«El eucalipto constituye el 15% de la superficie vegetal quemada en la Península Ibérica Aún así, 650.000 hectáreas en Portugal y unas 760.000 en España están repobladas con el árbol australiano»
Por último, el fuego en Portugal contaba con un maravilloso combustible: bosques de Eucaliptos, conocidos por su capacidad de secar el terreno y por ser altamente inflamables.
Estos árboles forman ecosistemas extremadamente poco diversos, y las organizaciones ecologistas advierten del peligro que suponen, aclarando que constituyen el 15% de la superficie vegetal quemada en la Península Ibérica. Aún así, 650.000 hectáreas en Portugal y unas 760.000 en España están repobladas con el árbol australiano.
¿Se podría haber evitado?
Tanto en Portugal como en España, el abandono del campo y la falta de recursos invertidos en prevención son los dos determinantes del aumento de los incendios en los últimos años.
Jerónimo de Sousa, secretario general del Partido Comunista de Portugal, sitúa las «décadas de una desastrosa política» que han provocado la «desertificación del territorio interior» y el «abandono del mundo rural y de sus actividades», en la base del desastre.«El principal problema, el abandono del mundo rural. “Ni se llevan animales al monte, ni se trae matorral para cuadras, ni madera para los hornos. Todo se ha dejado al abandono o para madera»”
La ruina del mundo rural, determinada por los grandes intereses monopolistas, provoca la emigración a las ciudades. Las grandes cadenas de producción y distribución imponen condiciones asfixiantes a agricultores y ganaderos, que se ven obligados a abandonar el campo.
En los últimos 80 años, la densidad poblacional en Pedrógão Grande ha pasado de 64 habitantes por kilómetro cuadrado a 30 en la actualidad. En Castanheira de Pêra, localidad también arrasada por el fuego, uno de cada tres habitantes es mayor de 65 años. Un vecino se lamenta: “ni se llevan animales al monte, ni se trae matorral para cuadras, ni madera para los hornos. Todo se ha dejado al abandono o para madera”. Un terreno perfecto para que prolifere el fuego.
Además, los limitados recursos destinados a la prevención hacen que ésta sea prácticamente inexistente. La limpieza del monte, el mantenimiento de los cortafuegos o la concienciación podrían (y deberían) ser las labores fundamentales de los bomberos, y no la extinción.
Para evitar catástrofes similares, es imprescindible, no sólo reducir el monocultivo forestal (de eucalipto y de pino), sino tomar medidas para apoyar a los pequeños agricultores y ganaderos, base del cuidado del campo e invertir en las actividades preventivas, un verdadero ahorro en vidas, en salud y en biodiversidad.
—————————————————
Fuego y Calentamiento global
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, el calentamiento global provoca incendios forestales cada vez más grandes y más devastadores. Se trata de grandes incendios forestales (superiores a 500 hectáreas), con consecuencias devastadoras. Y las regiones de clima mediterráneo, como la Península Ibérica, con veranos cálidos y secos, son las zonas más vulnerables.
En España, entre 1996 y 2005, los grandes incendios forestales abrasaron de media 1.375 hectáreas por siniestro. En los diez años siguientes, la media aumentó a 1.774 hectáreas.
Tomar medidas para reducir la emisión de gases invernadero es fundamental para reducir el peligro de incendios.