Una vez más, como ya ocurriera tras la caída de Lehman Brothers, los bancos centrales de las principales potencias capitalistas (EEUU, la UE, Inglaterra, Suiza, Japón y Canadá) han sacado la artillería pesada para suministrar cientos de miles de millones de euros a los grandes bancos mundiales, algunos de los cuales podrían entrar en fase terminal si los Estados no acudieran con nuestro dinero a rescatarlos.
Sólo en la UE, según los más bien modestos cálculos de la Comisión Europea, se han entregado a la gran banca no menos de 1,6 billones de euros de dinero público desde 2008. En EEUU, la cantidad es incluso superior. Estamos hablando, pues, de al menos 3 billones de euros (el 5% del PIB mundial) entregados a las grandes oligarquías financieras para evitar la quiebra de sus principales bancos. De acuerdo a los datos que maneja el organismo de la ONU para la alimentación y la agricultura, la FAO, bastaría con dedicar 30.000 millones de dólares al año para erradicar el hambre en el mundo. Lo entregado a la banca daría para dar de comer a toda la población del planeta infraalimentada durante un siglo. El argumento de los gobiernos para justificar tamaño saqueo, por su simplicidad, no resiste el menor análisis. Dicen que es necesario que los bancos funcionen correctamente y cumplan su cometido de conceder créditos, para que el resto de la economía se ponga en marcha. Un bonito cuento chino para que la indignación de la población ante las colosales cantidades de dinero público entregado a los bancos no se convierta en arrebatos de furia capaces de poner en cuestión todo el sistema de expolio y saqueo que las grandes oligarquías tienen organizado a través de su sistema financiero. Entender cuál es el verdadero papel de los bancos en las economías de capitalismo monopolista desarrollado nos ayudará a entender mejor el por qué de esta magnificencia de los gobiernos hacia la banca.«Los rescates bancarios darían para acabar con el hambre durante un siglo» Hace ya mucho tiempo, en 1916, Lenin, al describir el funcionamiento y las leyes que movían al capitalismo en la nueva fase monopolista en que había entrado con la llegada del siglo XX, desveló la naturaleza y el nuevo papel que los bancos y las oligarquías financieras habían pasado a jugar en el desarrollo imperialista del capitalismo. Parece increíble que casi un siglo después sea preciso volver a él para entender qué es lo que está pasando.“A medida que van desarrollándose los bancos y que va acentuándose su concentración en un número reducido de establecimientos, de modestos intermediarios que eran antes, se convierten en monopolistas omnipotentes que disponen de casi todo el capital monetario de todos los capitalistas y pequeños patronos, así como de la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materias primas de uno o de varios países. Esta transformación de los numerosos y modestos intermediarios en un puñado de monopolistas constituye uno de los procesos fundamentales de la transformación del capitalismo en imperialismo capitalista (…)”De modestos intermediarios a monopolistas omnipotentes,…. se puede decir más alto, pero no más claro. El nuevo papel de los bancos y la creciente bancarización de los países capitalistas desarrollados no significa otra cosa que la “subordinación a un centro único de un número cada día mayor de unidades económicas que antes eran relativamente ‘independientes’, o, más exactamente, que tenían un carácter estrictamente local. Se trata, pues, en efecto, de la centralización, del refuerzo del papel, de la importancia y del poder de los gigantes monopólicos (…)”Detrás de las operaciones que protagonizan las entidades financieras al llevar las cuentas corrientes del resto de capitalistas, el banco, en apariencia, realiza una operación puramente técnica, únicamente auxiliar. Sin embargo su crecimiento en proporciones gigantescas da como resultado que “un puñado de monopolistas subordina las operaciones comerciales e industriales de toda la sociedad capitalista, obteniendo la posibilidad — por medio de sus relaciones bancarias, de las cuentas corrientes y otras operaciones financieras —, primero, de enterarse con exactitud del estado de los negocios de los distintos capitalistas, y, después, de controlarlos, de ejercer influencia sobre ellos mediante la ampliación o la restricción del crédito, facilitándolo o dificultándolo y, finalmente, de determinar enteramente su destino, de determinar su rentabilidad, de privarles de capital o de permitirles acrecentarlo rápidamente y en proporciones inmensas, etc (…)Si el banco descuenta las letras de un empresario, le abre una cuenta corriente, etc., esas operaciones, consideradas aisladamente, no disminuyen en lo más mínimo la independencia de dicho empresario y el banco no pasa de ser un modesto intermediario. Pero si estas operaciones son cada vez más frecuentes e importantes, si el banco «reúne» en sus manos inmensos capitales, si las cuentas corrientes de una empresa permiten al banco — y es así como sucede — enterarse, de un modo cada vez más detallado y completo, de la situación económica de su cliente, el resultado es una dependencia cada día más completa del capitalista industrial respecto del banco. Paralelamente se desarrolla, por decirlo así, la unión personal de los bancos con las más grandes empresas industriales y comerciales, la fusión de los unos y de las otras por la posesión de las acciones, la entrada de los directores de los bancos en los consejos de vigilancia (o administración) de las empresas industriales y comerciales, y viceversa (…) ‘La unión personal’ de los bancos y la industria se completa con la ‘unión personal’ de ambas con el gobierno (…) Los grandes monopolios capitalistas van surgiendo y desarrollándose, por decir así, a toda máquina, siguiendo todos los caminos «naturales» y «sobrenaturales». Se establece sistemáticamente una determinada división del trabajo entre algunos centenares de reyes financieros de la sociedad capitalista actual.” El monopolio, del que los bancos constituyen su núcleo vital al poner al servicio de las oligarquías financieras los principales recursos de cada país, una vez que está constituido y maneja miles de millones penetra de un modo absolutamente inevitable en todos los aspectos de la vida social, independientemente de su régimen político y de otras particularidades.«Las oligarquías financieras imponen a la sociedad tributos en provecho de los monopolistas» El capitalismo, que había iniciado su desarrollo siglos antes con el pequeño capital usurario, llega al final de este desarrollo en el siglo XX con un capital usurario gigantesco. Ya Marx y Engels habían analizado al estudiar las sociedades anónimas características de la gran industria del siglo XIX cómo la característica del capitalismo en general es que la titularidad del capital se halla separada de la aplicación del capital a la producción; cómo el capital financiero se separaba del capital industrial o productivo, y cómo el rentista, que vive enteramente del ingreso obtenido del capital financiero, estaba aislado del empresario y de todos aquellos que se encuentran directamente involucrados en la administración del capital. Sin embargo, con la aparición del imperialismo, es decir, del dominio del capital financiero, esta segregación alcanza grandes proporciones. La supremacía del capital financiero por sobre todas las otras formas de capital significa, en el interior de cada país, el predominio del rentista y de la oligarquía financiera, que impone a toda la sociedad los tributos en provecho de los monopolistas. Y al hablar de los rescates bancarios es de eso exactamente de lo que estamos hablando: de cómo el dominio de las oligarquías financieras en cada país impone a toda la sociedad una serie de tributos en provecho exclusivo de los monopolios, tributos que constituyen una auténtico saqueo sobre el 90% de la población. En cualquiera de las naciones capitalistas más avanzadas que miremos, veremos cómo tres, cuatro o cinco bancos han concentrado en sus manos centenares de miles de millones que constituyen la mayor parte de los capitales y de los ingresos en dinero de todo el país. Creando unas oligarquías financieras que tienden una espesa red de relaciones de dependencia y control sobre todas las instituciones, no sólo económicas, sino también políticas (partidos, parlamentos, medios de comunicación,…) de ese país. ¿Podemos extrañarnos de que los gobiernos legislen al servicio de sus exclusivos intereses?Un saqueo que a su vez se ve reforzado y multiplicado debido a que esta dominación se reproduce a escala mundial. Con la separación de un pequeño número de Estados y de oligarquías financieramente ‘poderosas’ de todo el resto, se introduce una jerarquía entre los distintos Estados, jerarquía que viene determinada por el capital y la fuerza político-militar que cada uno de ellos posee. Y de la misma forma que las oligarquías financieras de cada país imponen su yugo y su arbitrariedad sobre toda la sociedad de ese país, a escala mundial son también ese pequeño puñado de oligarquías financieras más poderosas las que imponen el expolio y el saqueo sobre los países que dominan. Salvar el poder y los beneficios de las oligarquías financieras y su sistema general de dominación en el mundo y en e interior de cada país es, en pocas palabras, el objetivo último de los rescates bancarios. Del tributo cada vez mayor y el gigantesco saqueo al que nos están sometiendo a usted y a mí, a los salarios y las rentas de 90% de la población.