El debate energético no descansa. Las medidas de seguridad tomadas por la central nuclear Ascó II después de haber sido recientemente multada, para solucionar deficiencias en el funcionamiento vuelven a las páginas de los periódicos. Hagamos un ejercicio de memoria: «Las principales razones de la dependencia energética de España se concentran en los hidrocarburos – petróleo y gas -. La economía española baila al son de los altibajos en los precios y de la inestabilidad de los países suministradores, en lo fundamental. A largo plazo España debe reducir la presión de este dogal energético o sufrirá gravemente las consecuencias.» Estas, en lo fundamental, eran las conclusiones que se extraían de un informe publicado por Paul Isbell del área de Economía Internacional del Real Instituto Elcano. Pero todo depende de la voluntad, de uno y del otro lado de la cuerda. Esto nunca aparece en el debate.
Cuando todavía el crecimiento nacional e internacional odía calificarse de “robusto”, analistas como Isbell señalaban el curso más probable de los acontecimientos: “una nueva escalada que podría llevar al precio del petróleo a más allá de los 80 –o incluso 100– dólares por barril, provocando un rebrote de la inflación, empujando al alza los tipos de interés, posiblemente pinchando la burbuja inmobiliaria en los países que actualmente registran más crecimiento (como EEUU, España e incluso China) y terminando con el robusto crecimiento actual” Por una parte se señalaba el crecimiento por encima de la media mundial de las necesidades energéticas españolas y en aumento. Y por otro el hecho de que el 70% de el abastecimiento sea a través de los hidrocarburos. Siendo el 99,6% del petróleo importado, y el 99% del gas. Aunque el estudio señala los países de origen de estas materias primas – Nigeria, Libia, Irán, Irak, Arabia Saudí, Rusia… – no menciona que lo que dirige ese mercado – salvo alguna cita de soslayo – es la lucha por el acceso a esos mercados o por impedirlo a terceros. No es necesario repasar aquí el orden, la jerarquía y el sistema de relaciones de quien domina. Tampoco corresponde a esta sección el sistema de contradicciones que ahora mismo se articulan y, por lo tanto en el que los actores se mueven. Pero si señalar la constante que se repite aun en foros de la envergadura del Real Instituto Elcano: no existe voluntad y desaparecen los que la tienen. Abordar la transformación del sistema energético español, no puede hacerse sin partir de que la cuarta parte de las empresas del IBEX-35 que pertenecen a este sector, forman parte del monto total de endeudamiento con la banca extranjera que ha alcanzado hasta un 6000%. Y tampoco sin abordar la ausencia total de dotarse de los medios y recursos que permitan acometerla. Actualmente el debate sigue girando en torno a la rentabilidad o no de las energías renovables y al pésimo estado de las centrales nucleares, que siguen sin resolver en el campo de la investigación, la recolocación o reciclaje de los residuos y la seguridad. Porque en costes es, sin duda, la energía más barata en la actualidad. Pero no existe la voluntad: hay una cuerda y dos lados. Y no son nucleares y ecologistas los que se encuentran en los extremos y tirando. Es más, de este lado no hay nadie tirando.