«En Alemania y Francia, la cancelación se percibe como reflejo de la creciente brecha entre París y Berlín sobre la mejor manera de hacer frente a la crisis de la deuda soberana y del euro. Merkel ha dicho que le gustaría adoptar un programa de ahorro que sirva como modelo para otros países europeos y mostrar la manera de salir de una crisis que está presionando al euro. Pero en París, los funcionarios del gobierno francés han rechazado la adopción del tipo de medidas de fuerte austeridad defendidas en Berlín»
Se suonía que Sarkozy y Merkel se reunían para preparar una cumbre de la UE el 17 de junio, pero los puntos de vista sobre cómo abordar la crisis y el futuro de las políticas económicas europeas han divergido en París y Berlín a un punto no visto en años. La hostilidad y los malentendidos también están aumentando. Francia quiere un gobierno económico europeo y una institucionalización del grupo del euro, de los cuales a Sarkozy le gustaría mucho ser presidente. Berlín también mira cada vez con más irritación el estilo visceral de Sarkozy: los políticos alemanes creen que está más preocupado por los intereses franceses que por el bien común de Europa. Pero lo que está pesando tan fuerte como las diferencias de opinión política es la creciente desconfianza entre los socios. Toda Europa está sufriendo como resultado. (DER SPIEGEL) NEWSWEEK.- China sabe que ahora es una gran potencia y exige ser respetada y escuchada. Pero aparte de la protección de sus intereses particulares, el régimen todavía no parece seguro de lo que quiere a nivel internacional. ¿Cuáles son sus objetivos más amplios de política exterior? ¿Es un aliado o un rival de los Estados Unidos? ¿De qué clase de mundo espera formar parte? China está entrando en una nueva era, pero parece ideológica y operativamente estar mal preparada para ello. Es menos arrogante que ambivalente, algo que Estados Unidos también conoce bien de su propia historia temprana como una gran potencia. Alemania. Der Spiegel ¿Tiene aún confianza Merkel en Sarkozy? Daryl Lindsell La decisión de última hora de Angela Merkel de cancelar una cena con Nicolas Sarkozy esta semana ha dejado muchas preguntas acerca del estado de las relaciones entre los dos países. Pero los diarios alemanes advierten que la moneda común sólo puede ser salvada a través de su liderazgo. Cuando en el último momento, de forma inesperada, Angela Merkel canceló su reunión y la cena prevista con Nicolas Sarkozy el lunes, la prensa francesa ya habían desembarcado en el aeropuerto Tegel de Berlín. En París y Berlín, la sorpresiva medida ha disparado las especulaciones sin fin sobre por qué la canciller la había cancelado: ¿lo estaba haciendo para proteger a Sarkozy de un espinoso debate político interno sobre los recortes presupuestarios o fue a causa de la irritación por sus diferencias sobre cómo abordar la crisis del euro? La sorprendente decisión se produjo el mismo día que la canciller anunció un paquete de medidas de ahorro que recortará el presupuesto de su gobierno alrededor 80 mil millones de euros hasta el año 2014 para cumplir los requisitos del pacto de estabilidad de la Unión Europea, así como el llamado "freno de la deuda", la enmienda de la Constitución alemana que requiere un presupuesto equilibrado para 2016. En Alemania y Francia, la cancelación se percibe en los medios de comunicación como reflejo de la creciente brecha entre París y Berlín sobre la mejor manera de hacer frente a la crisis de la deuda soberana y del euro. Merkel ha dicho que le gustaría adoptar un programa de ahorro que sirva como modelo para otros países europeos y mostrar la manera de salir de una crisis que está presionando al euro. Pero en París, los funcionarios del gobierno francés han rechazado la adopción del tipo de medidas de fuerte austeridad defendidas en Berlín. el ministro francés a cargo de los esfuerzos de estímulo, Patrick Devedjian, advirtió el martes contra medidas similares para su país, diciendo que "sería peligroso porque corre el riesgo de matar el crecimiento". Los dos países también están divididos sobre cómo salvar el euro. Sarkozy está presionando para una gobernación económica de la zona euro, que incluiría sólo a los 16 Estados miembros de la zona euro intensificando la coordinación de sus políticas económicas. A Merkel, sin embargo, le gustaría ver una mayor coordinación de las políticas económicas entre los 27 estados miembros de la UE y ha pedido que el Consejo Europeo establezca un foro de política económica. Hasta ahora, ninguna de las partes se han mostrado dispuesta a ceder. Nada es posible sin Merkel y Sarkozy Los medios de comunicación franceses se mostraron muy críticos con la cancelación del lunes. Liberación escribió: "¿Tiene todavía Angela Merkel confianza en Nicolas Sarkozy? Es extremadamente raro que una reunión bilateral se cancele sólo unas pocas horas antes de que vaya a tener lugar." Y el periódico francés Le Monde escribió del asunto que Merkel "no estaba dispuesta" a discutir las cuestiones con Sarkozy el lunes por la noche. "Eso es muy malo", escribió el periódico: "Nada es posible sin un acuerdo entre los dos." Liberación también ha informado de que Sarkozy ha dicho "en privado" que está frustrado con la reticencia y los retrasos de Merkel en el movimiento para apuntalar al euro. En declaraciones a la radio francesa, el ex primer ministro francés, Dominique de Villepin, dijo que la cancelación fue una señal de que Alemania "ha perdido su fe en Francia." En Berlín, el gobierno ha minimizado la trifulca, diciendo que las especulaciones de la prensa francesa sobre un distanciamiento entre Merkel y Sarkozy sn "falsas". El diario alemán Frankfurter Rundschau afirmaba que funcionarios alemanes dijeron off the record que Merkel trató de ahorrar a Sarkozy el tener que pronunciarse sobre el "ajuste de las cuentas nacionales de Alemania", así como evitarle posibles preguntas incómodas de los periodistas sobre por qué Francia no tiene planes para las principales medidas de austeridad. El martes y el miércoles, la mayoría de los editoriales de los periódicos alemanes no compartían esa lógica, argumentando que las relaciones franco-alemanas están en crisis y la decisión de Merkel era un signo de ese malestar. Después de amonestar a Merkel por poner en situación de riesgo las "valiosas" relaciones franco-alemana, el conservador Die Welt escribe: "Se suponía que Sarkozy y Merkel se reunían para preparar una cumbre de la UE el 17 de junio, pero los puntos de vista sobre cómo abordar la crisis y el futuro de las políticas económicas europeas han divergido en París y Berlín a un punto no visto en años. La hostilidad y los malentendidos también están aumentando. Francia quiere un gobierno económico europeo y una institucionalización del grupo del euro, de los cuales a Sarkozy le gustaría mucho ser presidente. Alemania no está entusiasmada con la idea. ¿Y por qué debería estarlo? Berlín no quiere reducir la Europa de los 27 a los 16 países de la zona del euro. Berlín también mira cada vez con más irritación el estilo visceral de Sarkozy: los políticos alemanes creen que está más preocupado por los intereses franceses que por el bien común de Europa. A diferencia de París, los alemanes están insistiendo en prescripciones de estabilidad más estrictas. Francia las rechaza. Pero lo que está pesando tan fuerte como las diferencias de opinión política es la creciente desconfianza entre los socios. Toda Europa está sufriendo como resultado." El periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung escribe: "¿Cómo puede uno no interpretar como un signo de irritación surgido de profundas diferencias de opinión, que la canciller cancele su encuentro … en el último minuto? … Pero una controversia así es lo último que necesita la UE y la relación franco-alemana en este momento. Una operación de salvamento y estabilización duradera de la unión monetaria sólo será posible si París y Berlín se sientan a negociar las cuestiones fundamentales. Sin coordinación creíble franco-alemana, no habrá credibilidad en la zona del euro." El martes, el centro-izquierdista Süddeutsche Zeitung escribió: "La UE está sufriendo un golpe con la crisis económica, la caída del euro, un liderazgo débil en Bruselas y los estados miembros retraídos. Está amenazada con arrastrarse hacia el declive. Por lo tanto, hay que volver a mirar al liderazgo franco-alemán. … Y lo que hay en juego es mucho más que la actual crisis. Europa no es una nación. Es demasiado heterogénea como para vivir sin una visión. Necesita objetivos – tal como una vez el mercado interior y el euro proporcionaron." "Sarkozy y Merkel deben señalar el camino al futuro con el fin de sacar a la UE de su apatía. Ambos son demasiado inteligentes para arriesgar la amistad franco-alemana. Es por eso que, en algún momento, van a llegar a un acuerdo sobre las cuestiones que los dividen: el gobierno económico europeo que desea Sarkozy, y la disciplina presupuestaria que Merkel está pidiendo. Pero eso no será suficiente. Los ciudadanos de la UE desconocen cómo se supone que hay que impulsar a Europa después de la crisis, Sarkozy y Merkel no tanto." "Las pequeñas argucias en ambos lados debe ser olvidadas. En el pasado, el presidente ha apelado a menudo a Berlín y dijo que estaba dispuesto a hacer grandes cosas juntos. La canciller fue siempre escéptica. Pero esta vez debe tomarle la palabra a Sarkozy." DER SPIEGEL. 6/13-6-2010 EEUU. Newsweek La angustia existencial de China Fareed Zakaria Durante los últimos meses, diplomáticos extranjeros se quejaban en privado conmigo de la arrogante política exterior de una potencia mundial. Sólo que estaban hablando de China, no de Estados Unidos. Un alto funcionario de un país en desarrollo me dijo, con ira hacia Beijing en el fondo que no en la forma, "los funcionarios chinos se reunían con nosotros con un gran calor y sentido de la solidaridad. Ahora nos leen una lista de demandas ". Diplomáticos en Pekín informan que los funcionarios chinos les dan ahora un tratamiento distinto al de hace apenas unos años. Uno se quejó de que incluso conseguir reuniones con funcionarios de alto rango se había vuelto difícil. "La gente con la que solía verme habitualmente se niegan a darme una cita", me dijo uno en Pekín la semana pasada. Algo de esto es comprensible. El éxito genera confianza, como bien saben los americanos. Y China ha tenido mucho éxito. Todos están de acuerdo en que el país ha llegado a la cima después de la crisis económica mundial. Su estímulo fiscal masivo se ha traducido en la construcción de una nueva generación de infraestructuras, los bancos son estables, los consumidores tienen altas tasas de ahorro, y el gobierno sigue acumulando reservas, que ascienden ahora a casi 2.5 billones de dólares. Pero en una serie de discusiones con gente de dentro y fuera del gobierno chino la semana pasada, me sorprendí menos por la arrogancia que por la duda, la incertidumbre y el temor que parece inundar a los chinos. Mis interlocutores mantienen la confianza en la capacidad técnica del régimen para manejar la economía. Mientras que Wall Street se preocupa de un sobrecalentamiento de China, la mayoría de la gente de aquí parecen convencidos de que el gobierno será capaz de ajustarse para mantener un crecimiento sostenido, tal y como lo ha hecho en el pasado. ¿Preocupados por la burbuja del mercado de bienes raíces en Beijing? Bueno, los bancos han recibido la orden de dejar de dar hipotecas, y nuevos impuestos a la propiedad ya han sido planteados. Los beijineses ahora no pueden comprar más de un apartamento por familia. Una vez que la burbuja desaparezca, las reglas serán, con toda probabilidad, revocadas. Pero una serie de cambios más profundos están también en curso. China ha registrado dramáticas protestas obreras en las últimas semanas, a partir de las huelgas en una fábrica de Honda y a cuenta de los sombríos suicidios en el vasto complejo de Foxconn, donde se ensamblan los iPhones. Un estudioso llama a esto "el fin del modelo de fábrica mundial", en la que China sería el fabricante del mundo sobre la base de bajos salarios. "Nuestra economía no puede seguir exprimiendo sus beneficios laborales porque los trabajadores no están dispuestos a aceptarlo", dice Chang Kai, director del Instituto de Trabajo de la Universidad Renmin. Esto está muy lejos de la actitud del gobierno hace apenas unos años, cuando los funcionarios advirtieron que si los trabajadores chinos pedían aumentos salariales, las empresas se trasladarían a Vietnam y Camboya. En 2003 Zhang Zhixiong, vicepresidente del sindicato de Hyundai en Beijing, dijo: "Las huelgas en China ponen en peligro la reputación del país", y prometió que no habría ninguna. Ahora Lee Chang-hee, de la Oficina Internacional del Trabajo de Beijing, predice que los sindicatos y la negociación colectiva van a convertirse, inevitablemente, en parte del paisaje de China, lo que elevará los salarios. Las citas de los párrafos vienen, sobre todo, de China Daily, un periódico en idioma inglés publicado por el gobierno. Nada de esto habría aparecido en cualquier idioma hace cinco años en China, y el debate se vuelve aun más honesto en privado. Un hombre de negocios chino me dijo durante el almuerzo en Beijing, "En muchos sentidos la crisis financiera y el descrédito del modelo estadounidense ha sido malo para nosotros. Verás, en realidad nosotros no tenemos una ideología propia. No sabemos en lo que creer en nuestro interior. Solíamos pensar que éramos una versión del "Sueño Americano": liberalizar, abrir, crecer. Pero entonces llegó su crisis. Y podemos decir, se ha demostrado que estamos fuertes. Pero ¿hacia dónde vamos ahora?" La angustia se ve exacerbada por el curso de la transición política de China, en la que la máxima dirigencia será sustituida en dos años, y en el que por primera vez, el nuevo presidente y el primer ministro no tendrán ninguna conexión personal con o la bendición de Deng Xiaoping, el arquitecto de la China moderna. Esto tiene consecuencias más amplias. China sabe que ahora es una gran potencia y exige ser respetada y escuchada. Pero aparte de la protección de sus intereses particulares, el régimen todavía no parece seguro de lo que quiere a nivel internacional. ¿Cuáles son sus objetivos más amplios de política exterior? ¿Es un aliado o un rival de los Estados Unidos? ¿De qué clase de mundo espera formar parte? China está entrando en una nueva era, pero parece ideológica y operativamente estar mal preparada para ello. Eso podría explicar por qué Pekín ha sido vacilante en frenar las actitudes sobre la proliferación nuclear de Corea del Norte e Irán. Es menos arrogante que ambivalente, algo que Estados Unidos también conoce bien de su propia historia temprana como una gran potencia. NEWSWEEK. 4/11-6-2010