Un total de 5.124 personas son los trabajadores que serán despedidos en Telefónica, entre 2024 y 2026. La compañía alega cambios relacionados con la evolución tecnológica y las áreas de negocio de la empresa. ¡Como si tuvieran algún problema en reorientar sus servicios sin provocar despidos! Un ERE que alcanza más del tercio de su plantilla… mientras nadan en unas ganacias multimillonarias y crecientes.
La decisión más parece tener relación con los intereses de quien está pasando a controlar la empresa… el capital extranjero, saudí y norteamericano.
Los sindicatos ya han recibido la comunicación de la compañía explicando que recortará empleo en las tres filiales que operan en España: 4.085 trabajadores a la calle en Telefónica de España, 958 en Telefónica Móviles y 81 en Telefónica Soluciones. La cifra dobla las peores previsiones iniciales. Y apunta a que Telefónica camina a dejar de ser española. Porque el total de despidos suma casi un tercio de las 16.000 personas que conforman las plantillas de esas tres filiales en nuestro país. Recordemos que está pasando a ser controlada por un fondo inversor del Estado Arabia Saudí.
Hace apenas tres meses escribíamos en estas páginas, ante el anuncio de la entrada masiva de capital extranjero en Telefónica, que: «mal negocio (como sabemos por experiencia) que las compañías dependan de decisones que se toman fuera de nuestras fronteras. Un peligro para la soberanía nacional que controlen sectores estratégicos, un empobrecimiento porque la riqueza generada se va fuera; y una amenaza para el empleo porque facilita el traslado de sus centros de gestión y producción.»
Parece que asistimos al cumplimiento de la citada amenaza.
Un gigante rentable… entregado al capital extranjero
Telefónica es la 11ª compañía española por su valor en bolsa. Un gran monopolio con 80.000 empleados en otros países; pero los despidos parece que solo afectarán a España. Por ejemplo, en Alemania Telefónica ha aumentado el último año en 462 sus trabajadores, igual que ocurre en sus filiales de Brasil. Lo cual es toda una pista de que el monopolio español se está convertiendo en realidad en una mera filial de otro centro de mando en terceros países.
Porque por mucho que la empresa intente justificar esos despidos, los números no lo justifican. Se trata de una compañía muy, muy rentable. Solo entre abril y junio de este año la operadora ha acelerado su crecimiento con un beneficio de 462 millones de euros. ¡Un 44,5% más que en el mismo periodo de 2022! Y vienen de ganar 2.011 millones de euros en 2022.
Si la causa no es económica, y si en otras naciones se incrementan las plantillas, aparece como la explicación más pausible la confirmación que la Saudi Telecom Company y el inversor estadounidense ya están ejecutando sus planes y no van a respetar ningún «interés nacional» español.
La operación de compra de 575 millones de acciones de Telefónica la dirigió el banco norteamericano de inversión Morgan Stanley en secreto. En seis meses acumuló las acciones necesarias para garantizar el control de la compañía y traspasarlas al Fondo Estatal de Arabia Saudí (PIF). El Estado saudí ya era accionista con el 4,99%, sumando el otro 5% que gestionó para ellos Morgan Stanley, se convertirá en el principal accionista y con capacidad de dirigir la compañía. En esta maniobra el banco norteamericano también se asegura otro buen porcentaje del accionariado para sí.
Dado que es una empresa calificada como «estratégica», por ley, que finalmente pase a control saudí deberá contar con el visto bueno del Gobierno. Aunque por el silencio del Gobierno ante los despidos, parece que la decisión ya está tomada.
¿Por qué Telefónica no puede ser una empresa estatal de España y sí estatal de Arabia Saudí?
Telefónica debe ser española sí, pero no en manos de la banca. El Estado tendría que recuperar una parte mayoritaria.¿Por qué no puede ser estatal de España y sí estatal de Arabia Saudí? Y establecer relaciones de beneficio mutuo con otros países donde la compañía tiene inversiones y extrae beneficios, por lo que esos Estados también deberían tener una parte proporcional del accionariado. Y para los trabajadores, mientras sean empleados, debe reservarse una parte de las acciones que les procure mayor parte de la plusvalía generada que sólo la de sus sueldos, y les otorgue representación en el Consejo de Administración, única forma de asegurar el empleo y garantizar su futuro participando en los planes de la empresa.