En apenas cuatro meses los talibanes se han hecho con el control completo de Afganistán. El pasado 15 de abril Biden anunciaba la “retirada” completa de las tropas norteamericanas de Afganistán.
A principios de mayo los talibanes iniciaban la ofensiva. El 6 de agosto caía en sus manos la ciudad capital de provincia, Zaranj, y el 15 han tomado Jalalab y entrado en Kabul.
Durante todo el día las noticias se han sucedido a la misma velocidad con la que se ha desarrollado la ofensiva de los talibanes en las últimas semanas y el desmoronamiento del régimen instaurado tras la invasión norteamericana.
El ministro del interior del gobierno afgano, el general Abdul Sattar anunciaba una “transición pacífica”.
La Agencia France Presse aseguraba que los talibanes estavan negociando con el gobierno la rendición de Kabul.
Según la cadena afgana Tolo News los talibanes piden a la población de la capital que no se marchen y que quienes han servido en el ejército y al gobierno serán “perdonados”… Otras fuentes internacionales hablan de una situación de pánico en la capital: las autoridades pedían a los funcionarios que abandonaran sus puestos de trabajo; cierran bancos y tiendas, el tráfico en la ciudad es un caos y miles de afganos que han trabajado con las tropas norteamericanas o de la OTAN, como los traductores, temen por sus vidas al ser acusados de “colaboracionistas”…
Nadie esperaba una ofensiva relámpago. Hace solo una semana la inteligencia militar norteamericana decían que los talibanes tardarían tres meses en llegar a Kabul. Ahora el incesante vuelo de los helicópteros norteamericanos entre la embajada de EEUU en Kabul y el aeropuerto de la capital afgana evacuando al personal norteamericano recuerda, 46 años después, la imagen del último helicóptero yanqui sobre el techo de la embajada americana en Saigón abandonando precipitadamente la capital, entonces, de Vietnam del Sur. EEUU no “se retira”, sale derrotado de Afganistán como entonces salió de Vietnam. Pero “Afganistán no es Vietnam casi 50 años después”.
EEUU no “se retira”, sale derrotado de Afganistán
El presidente Joe Biden dijo en su discurso de abril que EEUU “había cumplido sus objetivos” en Afganistán. Pero nada más lejos de la realidad. Con esta derrota pierde un punto estratégico de intervención militar sobre Asia, y fracasa en lo que George Bush prometió cuando anunció la invasión: “borrar de la tierra el régimen de los talibanes e instaurar la democracia”. Los talibanes (en gran parte una creación de los servicios de inteligencia norteamericanos, a los que entrenaron y armaron contra la invasión de la Unión Soviética en los años 80) son un grupo ultrareaccionario que va a restaurar un régimen fundamentalista que ataca derechos y libertades y conquistas sociales como las de la mujer.
Según un artículo del diario británico The Guardian, publicado por eldiario.es, en los últimos meses casi un millón de afganos, el 70% mujeres y niños/as, han tenido que abandonar sus hogares en busca de refugio por miedo a la ofensiva talibán. Kabul se había convertido en una de las principales ciudades refugio y ahora en los parques de la capital miles de mujeres con sus hijos/as y familias enteras temen tener que enfrentarse al terror del que han estado huyendo.
Biden envía a 5.000 soldados para evacuar a sus altos cargos en Afganistán y efectivos de su embajada. La clase dirigente amamantada y financiada por EEUU, empezando por huido presidente Ashraf Gani, abandona el país. Mientras los burkas regresan a Kabul, miles de mujeres y millones de afganos dejados a su suerte 20 años de guerra y 160.000 muertos después.