Ante la polémica desatada tras la aplicación de la Ley de Libertad Sexual

Solo sí es sí, una conquista a defender

Independientemente de la posición que se tenga ante si se deben subsanar puntos débiles en su articulado o dejarlo tal como está, el corazón de la Ley del

La llamada “ley del solo si es sí”, celebrada como una conquista en la lucha contra la violencia machista, está ahora puesta en la picota. Tras su entrada en vigor el pasado 7 de octubre, algunos juzgados la han aplicado rebajando la pena de quince agresores sexuales, o excarcelando a tres de ellos.

Se están utilizando estos casos para crear un clima de opinión en contra de la ley, difundiendo que “es una chapuza jurídica”, “desprotege a las víctimas” y “beneficia a los violadores”.

Al margen del debate jurídico (donde existen diferentes opiniones, juristas que consideran que la ley necesita algún retoque y otros que mantienen la postura contraria) la cuestión nodular es que la ley del “solo sí es sí” ha supuesto un avance histórico en derechos y libertades, gracias a décadas de lucha feminista.

Ahora se utilizan unos pocos casos para atacarla, creando división en torno a una ley que contó con un abrumador respaldo social cuando se aprobó.

Independientemente de la posición que se tenga ante si existen errores a subsanar o el articulado debe mantenerse tal y como está ahora, el “solo sí es si”, el corazón de la Ley de Libertad Sexual es una conquista a defender.

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Los avances de la ley del “solo sí es si”

1.- Tras años de exigencia de la lucha feminista, se ha legisla el consentimiento como el pilar de la libertad sexual.

El deseo y el consentimiento son base imprescindible, por ambas partes, para que dos personas mantengan relaciones sexuales. Es posible que una persona no consienta (es decir, no desee) mantener relaciones sexuales. Si ante esa situación la otra persona obliga, intimida, coacciona o presiona a esta, lo que está ocurriendo es una agresión. Si la persona que fuerza a la otra es su pareja, también es una agresión.

Una de cada dos mujeres ha sufrido, en algún momento, violencia sexual. Solo el pasado año hubo en España 2.143 denuncias por agresión sexual con penetración. Se estima que el 89% de las mujeres que han sufrido una violación no denuncia. Es decir, el dato real es cerca de diez veces superior al recogido por las estadísticas, unas 20.000 mujeres han sido violadas en un solo año.  ¿Por qué son tantas las que no denuncian? Las respuestas son variadas, pero es como poco llamativo lo que afirma más de un tercio de ellas: temen no ser creídas.

No es de extrañar la desconfianza, después de conocer tantísimos casos donde se ha pedido explicaciones una y otra vez a la víctima. Interrogatorios y juicios no solo en torno a qué llevaba puesto o qué hacía, sino a cómo reaccionó ante la violación y si se resistió y forcejeó lo suficiente para demostrar que fue tal (una agresión sexual). Ahora la ausencia de consentimiento de la víctima es motivo suficiente para determinarla. Una mujer ya no tiene que demostrar que ha sufrido violencia o intimidación para ser reconocida como víctima de agresiones sexuales.

2.- La unificación en un mismo tipo del abuso sexual y la violación aumenta la protección de las víctimas y endurece las penas contra los agresores sexuales.

Hasta hace muy poco, la legislación distinguía entre el abuso sexual y la violación. Para que se denominara violación el agresor debería emplear la violencia. Es con esa excusa con la que la Audiencia Provincial y el Tribunal Superior de Justicia de Navarra consideraron que el caso de La Manada era de abuso, pues la víctima no forcejeó lo suficiente. Aunque el Tribunal Supremo cambiaría en 2019 la acusación, el caso de La Manada sentó un precedente decisivo para la redacción de la nueva ley.

Ahora la legislación no hace tal distinción, y solo existen las agresiones sexuales (o violaciones). El “no es no” ha quedado atrás, sustituido por “solo sí es sí”, y la calificación del delito dejará de depender de la actitud de la víctima, si se resistió o se enfrentó, sino de la conducta del agresor.

3.- Se introducen nuevos delitos para atajar conductas que antes quedaban impunes o no eran suficientemente perseguidas.

  • El llamado stealthing: Sólo puedes consentir si conoces todos los hechos. Por ejemplo, cuando una persona dice que va a utilizar protección durante la relación sexual, pero no lo hace, no hay sexo consensuado.
  • Se introducirá la sumisión química como agravante, para aquellos casos en que el agresor hubiera utilizado sustancias o métodos para anular la voluntad de la víctima.
  • Violencia sexual a través de la pantalla. En la norma se incluye también una respuesta penal a esta violencia digital, de la que forman parte conductas como la extorsión sexual o la pornografía no consentida.
  • El acoso sexual callejero pasa a ser un delito leve, perseguible previa denuncia de la persona perjudicada.
  • Se prohíbe la publicidad pornográfica.

4.- Medidas para avanzar en una protección integral de las víctimas.

  • Derecho a la reparación. Para “lograr la completa recuperación de las víctimas y las garantías de no repetición de la violencia”.
  • Centros de crisis 24 horas. Serán al menos 50, uno por cada provincia —ahora solo existen dos—, y contarán con atención psicológica, jurídica y social para víctimas.
  • Las víctimas de violencia sexual tendrán el mismo mecanismo de acceso que las víctimas de violencia de género a las rentas activas de inserción, una prestación de carácter no contributivo.

5.- La ley contempla la inclusión de educación afectivo-sexual en todas las etapas educativas.

Esta medida es fundamental para atajar la raíz de la violencia sexual.

De conjunto, la ley del “solo sí es sí” es un importante avance para la seguridad de todas las mujeres y un paso adelante en la conquista de los derechos democráticos de la sociedad en su conjunto.

Su aprobación responde a una exigencia social mayoritaria, al calor de la indignación social que estalló tras conocer el caso de La Manada.

Descalificar la ley utilizando algunos casos puntuales es poner en cuestión estas conquistas.

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Unidad para luchar contra la violencia machista

Parece que asistimos a una oleada de rebajas de penas y excarcelaciones de agresores sexuales, y que la culpa es de la ley del “solo si es sí”. No es verdad. En la mayoría de los casos los jueces han mantenido las penas tras la entrada en vigor de la ley.

¿Por qué en algunos casos, aunque sean pocos, hay jueces que han revisado condenas “a la baja”?

Al unificar los delitos de agresiones y abusos, se ha cambiado la horquilla, manteniendo la pena máxima pero rebajando las mínimas. Algunos magistrados, aplicando el principio de que cuando se producen cambios legales hay que aplicar la disposición más favorable al reo, han rebajado mínimamente algunas condenas.

¿Es inevitable que esto suceda? No. La Audiencia de La Rioja ha revisado 54 condenas, y en todos los casos ha rechazado rebajar las penas. Y la fiscalía general del Estado se ha posicionado, oponiéndose con criterios jurídicos a que la aplicación de la ley exija rebajar las penas.

Existe un debate jurídico que debe resolverse. Ante la disparidad entre algunas sentencias, el Tribunal Supremo va a intervenir para unificar doctrina. Hay que exigir que lo haga pensando en los intereses de las víctimas.

Y se nos presentan opiniones contradictorias, con juristas que consideran la ley “impecable técnicamente” y otros que valoran que contiene errores que deben enmendarse porque provocan consecuencias indeseadas.

Mejórese lo que deba ser mejorado, pero para avanzar en derechos y libertades, y no para cuestionar o debilitar el terreno conquistado.

España se ha colocado a la vanguardia de la lucha feminista. La ley del “solo si es sí”, en sus puntos nodulares, ha contado y sigue contando con un apoyo social mayoritario, que excede el ámbito de la izquierda.

Ahora se quiere convertir el “solo sí es sí” en un escándalo que debilite o enfrente al movimiento feminista. Utilizándolo también por parte de los sectores más reaccionarios como un ariete para atacar al gobierno de coalición de izquierdas.

Lo que necesitamos es fortalecer la unidad en la lucha contra la violencia machista. Y la respuesta dada por la dirección de Unidas Podemos ante los ataques a la ley del “solo sí es sí” ha ido en una dirección contraria.

Claro que existen magistrados machistas, y claro que los sectores más reaccionarios de la derecha están utilizando este asunto para atacar de forma inmisericorde a Unidas Podemos y en especial a la Ministra de Igualdad, Irene Monter.

Pero las declaraciones de algunos dirigentes morados descalificando en bloque a toda la justicia ha provocado la queja de organizaciones progresistas como Jueces para la Democracia. Y la postura de Pablo Iglesias, igualando a todos los que tienen alguna diferencia con la ley con “la justicia patriarcal” o “la derecha mediática, judicial y política” sigue una política de tierra quemada que facilita los ataques de la reacción.

Hay que defender la “ley del solo sí es sí” poniendo en primer plano sus avances, y cómo ha supuesto un paso adelante en la protección de las víctimas. Trabajando por unir al 90% de la sociedad en la lucha contra la violencia machista.