En la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, la Vía Campesina desarrollo y llevo al debate público el concepto de Soberanía Alimentaría y ofrece una alternativa a las políticas neoliberales. Este concepto se ha convertido en el mayor tema del debate agrario internacional
Fue el tema rincipal del foro ONG paralelo a la cumbre mundial de la alimentación de la FAO de junio del 2002 de Roma, donde se dio la definición final: “La soberanía alimentaría es el derecho de los pueblos comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas, pesqueras, alimentarías y de tierra que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas. Sin dumping frente a países terceros. Esto incluye el verdadero derecho de los campesinos a producir alimentos y el derecho de los consumidores a poder decidir lo que quieren consumir y, como y quien se lo produce, y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades”. Todo esto tiene su opuesto, que desgraciadamente es la realidad. América Latina fue el principio de una revolución en la producción de alimentos que tenía un claro objetivo: “controlar las necesidades básicas de la mayoría de la población mundial”.La Revolución Verde comenzó en Méjico y se extendió por América Latina durante los años 50 y 60. Posteriormente se introdujo en Asia, especialmente en India. La Revolución Verde se basó en la proliferación de semillas híbridas infértiles en los mercados de países en vías de desarrollo. Esto implicaba que los agricultores debían comprar las semillas año tras año a los grandes productores multinacionales que controlaban su producción a través de patentes. Las tácticas de la “Revolución Verde” destruyeron el sustento de los campesinos y los forzaron a abandonar sus tierras para ir a vivir a los suburbios que ahora rodean todas las grandes ciudades del mundo. Convirtiéndose en mano de obra barata para la industria. Detrás de los millonarios proyectos de financiación lo que se esconde es la promoción de la biotecnología en la agricultura. La agricultura africana dependerá más de los productos químicos, de los monocultivos de semillas híbridas y de los cultivos genéticamente modificados, propuesta muy violenta porque introduce productos químicos tóxicos muy poderosos en África. Desplaza y destruye el conocimiento y las semillas locales. Favorece sólo a los agricultores que pueden acceder al sistema, a los más poderosos. Esto dividirá al campesinado africano. También genera mucha dependencia y endeudamiento. De lo que se beneficia instituciones internacionales como la OMC (Organización Mundial del Comercio)( La OMC es una institución totalmente inadecuada para tratar los temas relativos a la alimentación y a la agricultura por lo tanto Via Campesina quiere la OMC fuera de la agricultura), el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial, han aplicado estas políticas dictadas por los intereses de las empresas transnacionales y de las grandes potencias. Unos acuerdos internacionales permiten a dichas empresas controlar el mercado globalizado de la alimentación. En la actualidad la producción agrícola responde al afán de lucro capitalista de las empresas multinacionales y de las élites políticas que las amparan