Nacido en Medellín y residente en España desde la década de los setenta, el escritor Ricardo Cano Gaviria es un imprescindible de la literatura hispanoamericana actual. En su amplia trayectoria encontramos una pródiga producción literaria y múltiples colaboraciones con medios de comunicación. Le entrevistamos para conocer su valoración de las últimas declaraciones del Papa Francisco y la polémica levantada por sus declaraciones durante su visita a México, con motivo del bicentenario de su independencia.
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Durante su visita a México el Papa Francisco ha afirmado la necesidad de “reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos” y de “pedir perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”. ¿Cómo valora usted estas declaraciones?
No soy opinador profesional, ni politólogo, respondo simplemente como ciudadano de a pie. Creo que lo primero que hay que decir es que las declaraciones del papa deben integrarse en un contexto muy claro, el que ya quedó esbozado cuando hace algún tiempo pidió perdón por los excesos de la Inquisición, que quemó, juzgó y condenó a miles de inocentes acusados de brujería y herejías… y que comenzó pidiendo perdón como comunidad eclesial, por los abusos sexuales a menores por parte de personas consagradas y clérigos. Y si recordamos que entre las víctimas de la Inquisición estaba Galileo Galilei, uno de los pioneros de la ciencia moderna, condenado a cadena perpetua por sostener que la tierra giraba alrededor del sol, podemos entender que la Iglesia no podía permanecer indiferente… pues por su parte sería como darle la espalda a la ciencia.
En ese sentido, el papa Francisco tiene como antecedentes al mismo Pío XII, y a otros papas posteriores, que aludieron al asunto, ¿y si se disculpaban por Galileo Galilei, como podían no hacerlo por las demás injusticias?
Se trata pues de una corriente que viene desde antes de Francisco, quien solo la expresa con la vehemencia algo latina o latinoamericana que caracteriza a este papa. Una vehemencia que encuentra su justificación en lo que puede considerarse una constante de su papado: intentar unir, ya sea a las distintas iglesias, fomentar el diálogo y prodigarse en gestos que limen las diferencias para evitar la crispación.
Sí, la crispación… Y aquí usted me entiende: ¿Qué puede ocurrir con sus declaraciones en un país como España, donde los partidos políticos viven de la crispación? Pues, dentro del principal partido de la oposición, caracterizado por el “alto nivel intelectual” que hemos visto en la reciente convención del PP, una señora carente de lecturas y de información decida enmendarle la plana al Papa, así por las buenas… y sin saberse a cuenta de qué… Y es que esta gente necesita enemigos para crispar… y ahora son capaces de encontrarlos incluso dentro de lo que en teoría son sus propias filas…
Las primeras declaraciones de López Obrador declarando que España debía pedir perdón– sobre las que ha insistido recientemente levantaron cierta polémica…
López Obrador habla para un público muy diferente al del papa, el público en el que sabe cosechará aplausos y seguidores. Es un demagogo que sorprende por su simplismo e ignorancia, pues, pienso, aunque fuera demagogo podía ser al menos inteligente… Ignora que la España actual hoy hace parte de Europa, y que lo que diga contra España lo dice en cierta forma contra la comunidad Europea y todo lo que ella representa como entidad histórica.
Es cierto que hay cosas en España que no están al nivel de Europa, como el culto a Franco y el tener a miles de personas aún enterradas en las cunetas… Eneas en su viaje tal como aparece en La Eneida llevaba sobre sus espaldas los dioses penates y los huesos de sus ancestros, y una derecha cavernícola aún les niega a miles de personas el derecho del que ellos sí han podido disfrutar, el tener bien enterrados a sus muertos, el llevar en su mochila los huesos de sus ancestros.
López Obrador es incapaz de pedirle a Trump o a Biden que Estados Unidos pida perdón por los territorios arrancados a México hace tres siglos
En fin, por encima de eso lo que cuenta hoy es que España está ya del lado del derecho internacional humanitario, de los tribunales de La Haya que por primera vez ha permitido juzgar a los dictadores, todas esas son conquistas europeas y por lo tanto españolas, ¿por qué López Obrador prefiere mirar a España con los ojos trasnochados de alguien que ignora las señas de identidad de nuestro siglo?
El presidente Joe Biden, ha afirmado que “los Estados Unidos no tienen un amigo más cercano que México”. Cuando se difunde un discurso de resentimiento hacia España, ¿no es curioso que los “pecados” de EEUU – tan dolorosos como el Tratado de Guadalupe Hidalgo – no sean recordados por nadie?
Es la mejor prueba de lo que ya dije antes: López Obrador es un demagogo que exige que la España actual pida perdón por lo cometido hace cinco siglos, pero es incapaz de pedirle a Trump o a Biden que Estados Unidos pida perdón por los territorios arrancados a México hace tres siglos, a Colombia hace dos, para no hablar de atropellos como el apoyo a Pinochet o la invasión de Panamá, todos ellos cometidos en el siglo pasado en el cono sur, etc, etc.
Como escritor colombiano residente en tierras valencianas, forma parte de un movimiento artístico y cultural que crece unido a un lado y al otro del “charco”. ¿Cómo siente usted este vínculo? ¿Cómo valora actualmente las relaciones entre artistas, intelectuales y entre los pueblos de Iberoamérica y España?
Hablar de un movimiento artístico y cultural me parece excesivo. Existió algo parecido a eso en los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando se reunieron en Barcelona los principales autores de lo que luego se llamó el Boom. Ahora lo que hay son un grupo de escritores que va cada uno a lo suyo y se preocupa muy poco por los efectos de una presunta acción de grupo… Más bien al contrario; todo se resuelve en el escenario secreto, oculto al público, de los agentes literarios, las reseñas de los periodistas, y las cifras de ventas de los libros. En cuando a su adhesión a la madre patria, algunos sueñan con una España plenamente europea que sirva de puente a Latinoamérica, como yo, y otros siguen viendo a España con los ojos de los que, tres siglos atrás, protagonizaron las guerras de independencia. Resulta admirable su capacidad de estar fijados al pasado.