«En vez de culparse y amenazarse con todo tipo de acciones para perjudicarse mutuamente, deben ponerse de acuerdo en un pacto de Estado que despeje las líneas de política económica para los próximos años. Lo exigen el débil crecimiento económico, la elevada tasa de paro y el riesgo latente de nuevos ataques especulativos contra la solvencia española. Y lo demanda también la Comisión Europea.»
Un acto político sobre la financiación autonómica y, quizá, sobre algunas medidas económicas (como la reducción de las cotizaciones sociales, para incentivar el empleo, y el aumento del IVA, para preservar la estabilidad, como sugiere la propia Comisión), debe transmitir un mensaje rotundo: la economía española está hoy en las mismas condiciones de afrontar sus problemas y atender los compromisos internacionales para financiar la deuda como lo estaba antes de las elecciones. Esa disposición se manifiesta en la voluntad de tomar las medidas necesarias para reducir el déficit público a los términos fijados, sea mediante un recorte adicional del gasto o una subida de impuestos si resulta necesaria. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Los tiempos han cambiado, y ahora Alemania se hace notar. Alemania ya no es sólo, como segunda potencia exportadora, un gigante económico: se ha convertido en un activo e independiente actor global. Hay muchos ejemplos. Alemania ha apostado por la alianza energética con Rusia, mientras la Unión Europea sigue sin tener una política energética común; ha bloqueado el ingreso, pese a las presiones estadounidenses, de Georgia y Ucrania en la OTAN, y la canciller Angela Merkel, esgrimiendo la austeridad alemana, rechazó la propuesta de Barack Obama de estimular el gasto para luchar contra la crisis económica. La última prueba ha sido la negativa a participar en la intervención internacional en Libia. EL CONFIDENCIAL.- Mientras, otros bancos de nueva creación van haciendo sus deberes alejados de la presión mediática del día a día. Suficientemente saneados como para no necesitar del auxilio de los contribuyentes y conscientes de que el momento no es el idóneo para plantearse aventuras bursátiles, han establecido su propia hoja de ruta que pasa, desde el principio, por mejorar su solvencia a través de la entrada de uno o varios fondos de referencia en su capital. Es el caso de Banco Mare Nostrum, integrado en lo que se ha dado en llamar Grupo BMN. Uno de los que ha decidido pujar fuerte por la entidad de nueva creación es el fondo estadounidense de capital riesgo Carlyle. Para ello no ha dudado el rodearse de una pléyade de asesores, desde antiguos directivos de la banca que están analizando la viabilidad del negocio y la solidez del balance, pasando por alguna de las grandes auditoras con trabajos preparatorios de supervisión, despachos tributarios como Garrigues o consultores inmobiliarios como Knight Frank. Editorial. El País Sentido de Estado La situación de la economía española después de los cambios de mayoría en Ayuntamientos y comunidades autónomas tras las elecciones del 22 de mayo requiere del Gobierno y del PP que tomen la dirección exactamente contraria a la emprendida hasta ahora. En vez de culparse y amenazarse con todo tipo de acciones para perjudicarse mutuamente, deben ponerse de acuerdo en un pacto de Estado que despeje las líneas de política económica para los próximos años. Lo exigen el débil crecimiento económico, la elevada tasa de paro y el riesgo latente de nuevos ataques especulativos contra la solvencia española. Y lo demanda también la Comisión Europea: España tiene que asegurar el cumplimiento de los objetivos de déficit comprometidos con Bruselas y, para ello, debe imponer en el Estado y en las comunidades autónomas una norma que limite el crecimiento del gasto por debajo del crecimiento nominal del PIB, algo que no se puede conseguir sin un pacto político. Hay razones muy graves para pedir ese gran acuerdo económico. A pesar de que el Gobierno español está cumpliendo escrupulosamente los objetivos de déficit y, con mayor o menor acierto, ha conseguido cerrar una reforma del sistema de pensiones e impulsar otras en el sistema financiero y en el mercado laboral, lo cierto es que siguen pesando sobre la deuda española dos graves reticencias que solo tienen solución desde un marco coordinado de política económica. Por un lado, las instituciones y los inversores recelan del bajo ritmo de crecimiento; temen que con tasas del 0,8% sea imposible cumplir el plan de ajuste que debe reducir el déficit al 3% en 2013. Este temor se puede leer entre líneas de los informes y comunicados de la Comisión. El problema es que, además, después del 22 de mayo ha estallado un nuevo motivo de recelo. El problema del déficit y del endeudamiento municipal y autonómico, un asunto clamorosamente ausente durante la campaña, ha surgido como una amenaza grave para la credibilidad de la economía española. El PP de Castilla-La Mancha ha sembrado la sospecha (sin aportar pruebas) de un descomunal déficit oculto (desmentido por el Gobierno saliente) que impediría, entre otras cosas, el pago de las nóminas. Para los inversores e instituciones internacionales no es difícil extrapolar las acusaciones del PP en Castilla-La Mancha al resto de los Gobiernos autónomos y concluir que la financiación regional española está en quiebra. Las consecuencias de esta acusación pueden ser devastadoras. Avalan las tesis más pesimistas de los mercados, según las cuales las deudas autonómicas acabarán convirtiéndose en deudas del Estado y provocarán el default español. Es imprescindible, por tanto, que el PP deje a un lado acusaciones irresponsables y explore la vía política, ya sugerida por Mariano Rajoy, de llegar a un acuerdo con el Gobierno para calibrar los recortes en los gastos autonómicos. La participación del PP en un acuerdo de este tipo bastaría para acabar con la idea, también presente en el análisis de la Comisión, de que el Ejecutivo no tiene capacidad para imponer un plan drástico de austeridad a los poderes autonómicos. El PP parece haber entendido que su gestión, si llega a gobernar, será mucho más difícil si no cuenta con la estabilidad política y el consenso suficiente para aplicar los necesarios recortes. Un pacto político sobre la financiación autonómica y, quizá, sobre algunas medidas económicas (como la reducción de las cotizaciones sociales, para incentivar el empleo, y el aumento del IVA, para preservar la estabilidad, como sugiere la propia Comisión), debe transmitir un mensaje rotundo: la economía española está hoy en las mismas condiciones de afrontar sus problemas y atender los compromisos internacionales para financiar la deuda como lo estaba antes de las elecciones. Esa disposición se manifiesta en la voluntad de tomar las medidas necesarias para reducir el déficit público a los términos fijados, sea mediante un recorte adicional del gasto o una subida de impuestos si resulta necesaria. Las dos últimas legislaturas no han sido fértiles en pactos de Estado. Pero las dificultades de la economía española no admiten más mezquindades. Un sentido mínimo de responsabilidad política exige que se respeten las líneas básicas de una política económica sobre la que no caben demasiadas discrepancias. El acuerdo debe dar sentido a esa continuidad mientras dure la delicada situación económica. EL PAÍS. 8-6-2011 Editorial. La Vanguardia Alemania va por libre La última –de momento– crisis europea la ha provocado el pepino. El asunto ha puesto de manifiesto el extraño sentido de la solidaridad que se tiene en un espacio supranacional que nació con la solidaridad como norte. La Comisión Europea no sólo ha tenido que pedir a Berlín que no lance más alertas sin base científica, sino que ha sido quien ha hablado, y no quienes lanzaron la piedra y escondieron la mano en el caso de los pepinos, de lo necesario de que se indemnice a los agricultores españoles para así recomponer la imagen de solidaridad. Los alemanes son ávidos consumidores de pepinos. Se calcula que su consumo es de unos 20 gramos por día y habitante. Y España, junto con Holanda, está entre los más grandes productores de pepinos. ¿Qué habría pasado si en el caso del brote intestinal infeccioso por bacteria E.coli, que ya se ha cobrado la vida de veintitrés personas, los papeles de consumidores y productores hubieran estado intercambiados? ¿Cómo habría reaccionado el Gobierno alemán si se hubiera acusado a sus agricultores del brote? España pedirá una compensación del cien por cien por el daño sufrido por sus agricultores a causa de las acusaciones infundadas de que era la fuente del brote de E. coli. Pero ya veremos. El asunto, en cualquier caso, ha vuelto a poner de manifiesto que Alemania va por libre. Descubrir a estas alturas de la historia que Alemania tiene un peso central en Europa resulta cuando menos tan sorprendente como le pareció a un personaje de Molière el darse cuenta de que se había pasado la vida hablando en prosa. Alemania siempre ha mandado en Europa, pero solía ocultarse detrás de Francia, a quien dejaba el papel más político. En la guerra fría, por ejemplo, la política exterior alemana siempre buscó cumplir con las reglas para tener la aprobación de los demás países, pero la escena de la posguerra fría ha llevado a Alemania a tener más protagonismo en el sistema internacional, por cuya reforma aboga. Joschka Fischer, ex ministro de Asuntos Exteriores, ya dijo que el papel de Alemania era “mandar sin que se notara”. Los tiempos han cambiado, y ahora Alemania se hace notar. Alemania ya no es sólo, como segunda potencia exportadora, un gigante económico: se ha convertido en un activo e independiente actor global. Hay muchos ejemplos. Alemania ha apostado por la alianza energética con Rusia, mientras la Unión Europea sigue sin tener una política energética común; ha bloqueado el ingreso, pese a las presiones estadounidenses, de Georgia y Ucrania en la OTAN, y la canciller Angela Merkel, esgrimiendo la austeridad alemana, rechazó la propuesta de Barack Obama de estimular el gasto para luchar contra la crisis económica. La última prueba ha sido la negativa a participar en la intervención internacional en Libia. Como país dependiente de la importación de materias primas, su estrategia es más geoeconómica que geopolítica, pero la clave está en saber si Alemania se cansará del proyecto europeo que tanto ha ayudado a construir por interés propio. LA VANGUARDIA. 8-6-2011 Banca. El Confidencial Carlyle ya ha decidido qué caja española quiere comprar S. McCoy Unos llevan la fama, otros cardan la lana. Es lo que está ocurriendo en el universo de las cajas. Dos son los focos de atención en la actualidad: aquellas entidades que están a punto de salir a bolsa, por una parte, y aquellas otras cuya inviabilidad puede provocar la entrada de dinero público en su capital, por otra. Entre las primeras, Bankia y Banca Cívica que, por si el año no tuviera suficientes días, parece que se va a solapar en las fechas de colocación en el mercado. Ahí van, sondeando a sus redes como locos. Entre las segundas, CAM, las cajas gallegas y alguna de las catalanas, firmas que serán “nacionalizadas” si no se aprueba antes un esquema de protección de activos a favor de aquellos socios privados que ya han mostrado interés. Un aval que llegará tarde y mal, cuando ya no sirva para nada. Al tiempo. Mientras, tacita a tacita, otros bancos de nueva creación van haciendo sus deberes alejados de la presión mediática del día a día. Suficientemente saneados como para no necesitar del auxilio de los contribuyentes y conscientes de que el momento no es el idóneo para plantearse aventuras bursátiles, han establecido su propia hoja de ruta que pasa, desde el principio, por mejorar su solvencia a través de la entrada de uno o varios fondos de referencia en su capital. Es el caso de Banco Mare Nostrum, integrado en lo que se ha dado en llamar Grupo BMN. Asesorado por Nomura, el perejil de todas las salsas en lo que al saneamiento sectorial se refiere, la fusión entre Caja Murcia, Caja Granada, Caixa Penedés y la balear Sa Nostra tiene previsto hacer un primer corte tan tarde como la próxima semana. Se formará entonces una lista corta de candidatos que podrán presentar ofertas vinculantes ligadas a un proceso posterior de due diligence. Los gestores de la entidad esperan, de este modo, que el proceso haya concluido para la primera quincena de agosto, dentro del plazo establecido por el Ministerio y el Banco de España para reequilibrar sus recursos propios, que vence en septiembre. Uno de los que ha decidido pujar fuerte por la entidad de nueva creación es el fondo estadounidense de capital riesgo Carlyle. Para ello no ha dudado el rodearse de una pléyade de asesores, desde antiguos directivos de la banca que están analizando la viabilidad del negocio y la solidez del balance, pasando por alguna de las grandes auditoras con trabajos preparatorios de supervisión, despachos tributarios como Garrigues o consultores inmobiliarios como Knight Frank, encargados del análisis del activo enladrillado, quién lo desenladrillará, inmuebles propios, adjudicados y participadas. Equipo líder, proyecto ilusionante, caballo ganador que diría un <em style="mso-bidi-font-style:<br>normal»>head hunter cualquiera. Con experiencia en este tipo de operaciones, no en vano tiene una división dedicada al sector financiero que, en los últimos años, ha adquirido cerca de 10 entidades financieras al TARP y al FDIC, a Carlyle le ha atraído de BMN la interlocución única con un equipo gestor continuista liderado por Carlos Egea; su mejor posición de partida tras el saneamiento acometido con motivo de la integración de sus miembros; unos niveles de mora razonables pese a la predominancia geográfica en algunas zonas costeras de riesgo; fijación de un proyecto a medio plazo que no quiere participar, al menos de momento, de las urgencias que marcan los mercados. Los americanos han decidido jugar esta baza y olvidarse de todo lo demás. Tras un estudio detallado del mercado y sus posibilidades han considerado a Mare Nostrum como la mejor opción. Juegan a múltiplo, en el supuesto de que las cosas se clarifiquen con el paso del tiempo, pero también a mejora operativa a través del cuidado del margen de intereses, la racionalización en el gasto, la limpieza del balance e incluso, y desde esta plataforma, el crecimiento inorgánico en muchas de las áreas geográficas en las que no tienen presencia relevante. ¿Estrategia de salida? Mercado o un competidor. Tras mucho marear el sector y los inversores la perdiz parece que las cosas se van aclarando. EL CONFIDENCIAL. 8-6-2011