Entre revuelo y confusión el ministerio de Educación cambió los contenidos de la prueba de acceso a la universidad a mitad de curso. Una masiva oposición de toda la comunidad educativa le ha impedido llevar adelante más reformas de hondo calado propuestas para este año.
El gobierno de la ley LOMCE intenta endurecer la selectividad, convirtiéndolo cada vez más una criba económica.
Una de las reformas propuestas para este año, que finalmente no ha entrado en vigor, era establecer el examen de selectividad como obligatorio para obtener el título de bachillerato. Esta era y sigue siendo una prueba optativa de acceso a la universidad. Después de varios meses amenazando con la eliminación de Historia y Filosofía en secundaria, han suprimido esta última como asignatura de examen. Pero el rechazo de organizaciones y movilizaciones estudiantiles les ha obligado a afirmar que esta medida será revocada el próximo año.
De oportunidad académica a traba económica
Pese a la incertidumbre vivida por alumnos y profesores durante todo el curso, se prevee una estadística de aprobados de más del 90%. Basándose en datos del año anterior con un 93,8% en todo el país, y de 93,08% en 2015 siendo tan solo 97 alumnos de 27.000 los que no se presentaron.
Pero solamente un 85,4% se matriculó el pasado curso en la universidad pública, según el MEC. ¿Dónde está ese casi 8%? Muchos se quedan a las puertas de la universidad por décimas ante la “nota de corte”. Medicina está en una media de 13, Ingeniería Informática y Matemáticas 12, 95; o Biotecnología 12,6 entre las más altas.
Si no llegas, no entras. Nuestro sistema educativo ha de ser exigente y competente, pero no al precio de excluir a un gran número de jóvenes de la educación superior.
Alumnos que llevan como mínimo dos años preparando uno de los exámenes que consideran como uno de los más cruciales de su vida, solo tienen dos opciones: La universidad privada, donde la calificación no es un requisito imprescindible, solo el primer año de Medicina oscila entre los 10.000 y los 20.226 euros entre la universidad más cara y más barata de España. O, cursar una carrera distinta con menos nota un año como mínimo o un grado de FP, a través del que poder acceder posteriormente a la que quieren realmente estudiar. Lo que supone un gasto no solo económico que pasa de los 1.000 euros de matrícula, sino que para la mayoría supone también “un año perdido”. Un auténtico proceso de selección económica que ha dejado y deja fuera de la universidad a miles de estudiantes cada año.«El intento de sucesivas reformas que tanta inestabilidad han creado, solo esconden fortalecer el proceso de elitización de la educación contra las clases populares»
Cambio de nombre, mismo proyecto
Antes selectividad, ahora EVAU (Evaluación de Acceso a la Universidad). Los cambios de nombre o el intento de sucesivas reformas que tanta inestabilidad han creado a profesores y alumnos, solo esconden fortalecer el proceso de elitización de la educación contra las clases populares. El plan Bolonia y la UE marcan la guía de ruta en España; promover el mercado laboral y los sectores primarios en lugar de impulsar la investigación e innovación. Pero no lo van a tener nada fácil. Hace más de 40 años bajo la consigna “El hijo del obrero a la universidad” nuestros padres y abuelos lucharon por libre el acceso a la educación superior. Hoy millones de estudiantes en todo el país encabezan movilizaciones en contra de un sistema educativo al servicio de los intereses de los grandes monopolios y bancos. Esta ha sido, y es la fuerza motriz de los masivos movimientos que han hecho posible el retroceso de las antidemocráticas reformas.
Es una batalla abierta que forma parte de la lucha por la conquista de una educación nacional, científica, democrática y al servicio del pueblo.
Mario dice:
Como bien dice el artículo, hace falta una educación científica y pegada a la práctica real, al servicio de los intereses del pueblo.
Carmen dice:
Totalmente de acuerdo con este artículo. Algo habría que hacer para evitar tales desmanes