Tras la convocatoria del referéndum por parte del gobierno de Syriza, un desafío abierto a los proyectos de la troika, nos repiten insistentemente que «España no es Grecia». Unos y otros nos dicen que las diferencias entre la situación en que se encuentra Grecia y España son insalvables, y que por tanto no es posible «una traslación a España del escenario heleno». ¿Son realmente España y Grecia son dos mundos tan diferentes? ¿O por el contrario hay un hilo que une el destino de Atenas y Madrid, y que nos conduce a luchar juntos contra un enemigo común?
Sería absurdo negar que entre la realidad griega y española existen diferencias ostensibles. España es el quinto país de la UE por población y volumen de PIB. Mientras Grecia es un país entre pequeño y mediano, con solo 11 millones de habitantes y un PIB que apenas supone un 20% del español.
Pero en las últimas décadas se ha forjado un hilo que une a Grecia y España, determinado por nuestro grado de dependencia hacia las principales potencias y su intervención en la vida nacional, que unos y otros pretenden borrar de nuestra conciencia.
Conviene recordarlo ahora que en Grecia se está librando una batalla donde también los españoles nos jugamos mucho.
Unidos por la OTAN
La primera evidente conexión entre Grecia y España es que los dos somos miembros de la OTAN. Y para EEUU los dos países ocupamos una posición estratégica, cerrando el control sobre el Mediterráneo por las dos orillas.
En la última cumbre de la OTAN se oficializó la nueva y vital importancia de España dentro de la estrategia militar norteamericana. «España y Grecia son eslabones débiles de la cadena imperialista»
Washington ha impuesto que en Rota se instale el escudo antimisiles, proyecto estrella de la era Bush. O que Morón se convierta en “la base de África” de EEUU. Y para ello se ampliará el despliegue de la Fuerza Especial de Respuesta de Crisis del Cuerpo de Marines.
Además, España liderará la Fuerza de muy Alta Disponibilidad de la OTAN en Europa del Este. Obligada a participar en primera línea.
Todo un despliegue que busca convertir nuestro suelo en la principal plataforma de las intervenciones norteamericanas en el Norte de África, pero también en Oriente Medio o la frontera rusa.
En las últimas negociaciones con Grecia, EEUU ha dejado claro que las bases de la OTAN asentadas en territorio griego “son de gran importancia militar y estratégica” y que “Atenas es un socio clave en el Mediterráneo”.
Grecia es la llave para sellar el dominio norteamericano sobre el Mediterráneo en su orilla oriental, y también sobre el norte de África.
La base naval de Souda Bay, localizada en Creta, es clave, como lo demuestra el hecho de que fue donde se inició la intervención militar sobre Libia. Además, la OTAN dispone en suelo griego de otras instalaciones estratégicas, como la base aérea de Mouzouras.
La importancia estratégica del dominio militar sobre Grecia para EEUU es tal que Zbigniew Brzezinski (asesor de Obama en política exterior y cerebro gris en la administración Carter) considera que “una Grecia amiga de Moscú podría paralizar la capacidad de reacción de la OTAN ante la agresión rusa”.
Dos dictaduras fascistas para contener el avance popular
La historia del pueblo revolucionario griego y español están unidas en su lucha contra la dominación imperialista.
Entre 1936 y 1939 el pueblo revolucionario español se enfrentó a un cerco imperialista en el que no solo participaron la Alemania hitleriana y la Italia Mussoliniana, sino también “potencias democráticas”, como Inglaterra, Francia y EEUU apoyando al ejército franquista.
Pocos años más tarde, en 1953, se instalaban las bases norteamericanas en España, sellando con ello el posterior dominio económico y político de EEUU sobre España.
En 1944 el pueblo griego había derrotado a la invasión de la Alemania nazi. El partido comunista, que había organizado el Ejército Popular Griego de Liberación (ELAS) y el Frente de Liberación Nacional (EAM) controlaba la mayor parte del territorio griego y el apoyo de masas era abrumador.
Las tropas británicas son incapaces de detener el avance del ejército revolucionario, y será la intervención norteamericana la primera tras la IIª Guerra Mundial, la que arrasará con la resistencia popular y “restablecerá el orden”.
El Partido Comunista es ilegalizado, se abate una brutal represión sobre las organizaciones revolucionarias -ejecutada por un “gobierno democrático”- y Grecia entrará en la OTAN en 1952 sellando el dominio norteamericano sobre el país.
El vientre blando de Europa entre Washington y Moscú
Tanto Grecia como España han sufrido reconducciones impuestas por Washington para “adecuar” el rumbo político del país a los intereses norteamericanos.
A principios de 1.967, para impedir en Grecia una mayoría de izquierdas, y el retorno al poder de la Unión de Centro, un partido cuyas relaciones con el ilegalizado KKE eran conocidas y cuya actitud ante temas claves como la cuestión chipriota o el papel de Grecia en la OTAN se enfrentaban a los dictados norteamericanos.
El Plan Prometeo, una operación de ocupación militar del país preparada por los estrategas del Pentágono en previsión de un movimiento popular insurreccional en Grecia fue metódicamente aplicado por las unidades comprometidas en el Golpe, a las órdenes del Jefe del Estado Mayor, teniente general Spandidakis. Aplastando la rebelión popular y encuadrando a Grecia en los proyectos militares norteamericanos.
En plena agudización de la Guerra Fría, los destinos de Grecia y España están unidos. Para Washington es imprescindible la plena integración en la estructura militar norteamericana del llamado “vientre blando de Europa”. Las dictaduras portuguesa, griega y española –en fase terminal, sostenidas por Washington, repudiadas por la población, y con influyentes partidos prosoviéticos- son un permanente factor de inestabilidad. Su reconversión en regímenes democráticos bajo el férreo control norteamericano se convierte en una prioridad para Washington.
Las transiciones, tanto en Grecia como en España, van a alumbrar nuevos regímenes democráticos donde se multiplica el grado de intervención norteamericano.
El efecto Merkel
A la intervención norteamericana se sumó tras la integración en la Comunidad Económica Europea, después Unión Europea, los nuevos lazos de dependencia hacia Berlín. «Esa mayor dependencia es la que permite entender las peores consecuencias de la crisis»
Esa mayor dependencia es la que permite entender por qué tanto España como Grecia han podido ser condenado a una velocidad de vértigo, junto al resto de PIGS, a sufrir las peores consecuencias de la crisis, mediante la imposición de un proyecto de degradación, intervención y saqueo.
En enero de 2010 se pone contra las cuerdas al gobierno griego del socialista Papandreu al desvelarse que el anterior ejecutivo había falseado las cuentas públicas. El “ingeniero” y fuente de la filtración fue Goldman Sachs, en el corazón de Wall Street, y el máximo responsable fue Mario Draghi, presidente del BCE y que había sido responsable de Goldman Sachs para Europa.
En febrero la prima de riesgo griega se dispara hasta superar los 800 puntos. Se cortan todas las fuentes de El gobierno griego es obligado a solicitar un “paquete de ayuda financiera” al FMI para evitar la suspensión de pagos.
En abril Washington y Berlín imponen el primer plan de recortes: rebaja salarial del 10% a los funcionarios, recorte del 30% de las pagas extras, aumento de la edad de jubilación, incremento del IVA, drásticos recortes en sanidad -con la introducción del copago- y educación.
Luego vendrán un gobierno de “tecnócratas” impuesto por la troika y presidido por Luka Papadimos, y un segundo “rescate-atraco” que acabó de hundir el país.
Ese mismo año 2010, una llamada de Obama exige a Zapatero la aplicación del primer plan de recortes, que el entonces presidente español presentaría al día siguiente en el parlamento.
Luego vendrían otros paquetes de recortes, ejecutados por Rajoy siguiendo los dictados del FMI o la UE.
Hasta culminar en un rescate financiero de hasta 100.000 millones de euros, que impondría en el Memorándum conjunto todo un programa de gobierno vigilado por la Comisión Europea y los “hombres de negro” de la troika.
Misma dependencia, mismos intereses
Esta intervención y dependencia hacia Washington y Berlin es la que iguala, más allá de las evidentes diferencias, a España y Grecia.
Los dos países son, por el grado de dependencia política, militar y económica, eslabones débiles de la cadena imperialista, donde las grandes potencias tienden a trasladar con mayor intensidad todos los conflictos y tensiones.