Dos noticias publicadas en la primera semana de junio, justo unos días antes de las elecciones europeas, aportan datos para dibujar la realidad que vive nuestro país y responder la pregunta, más allá de las declaraciones electorales de los últimos meses.
Por un lado, los medios se hacían eco de los datos publicados por el Ministerio de Trabajo, según los cuales “España ha sumado 220.000 nuevos empleos en mayo y se alcanzan los 2,3 millones de trabajadores inscritos en la Seguridad Social gracias al turismo”.
Y por otro, recogían la noticia del Informe que ‘European Anti-Poverty Network’ (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social) presentaba en el Congreso sobre España: “Un estudio señala que casi la mitad de los españoles llega justa a fin de mes”.
Los datos aportados por el Ministerio sobre el empleo tienen dos caras.
De entrada son una buena noticia: cada día trabajan más personas en España. Los 220.000 nuevos ocupados de mayo superan el promedio de los últimos diez años, sin tener en cuenta 2020, el año de la pandemia. Llegar a los 21,3 millones de trabajadores afiliados a la Seguridad Social, medio millón más que el año pasado, supone un récord histórico. Nunca antes desde que hay registros se había alcanzado esa cifra.
Además el número de parados registrados en las oficinas de empleo baja en casi 60 mil personas hasta los 2, 6 millones de parados, la cifra más baja desde 2008. Con una tasa de paro del 11,7%.
La otra cara del empleo
Pero esa es solo una cara del empleo que se crea. Hay otra cara que se oculta o minimiza.
La mayor parte del nuevo empleo es aportado por el turismo y la hostelería. En concreto la hostelería aporta más de la tercera parte, el 38%. No es casualidad que la comunidad autónoma donde más ha crecido el empleo sea Baleares, nueve veces más que la media española. Turismo y hostelería dibujan un marco laboral de precariedad y bajos salarios. Tampoco es casualidad que el poder adquisitivo de los salarios en los últimos tres años se haya recortado un 3,6%.
Es cierto que cae la temporalidad, el 43% de los contratos firmados el mes pasado fueron indefinidos. Pero también que esos contratos encierran un alto nivel de precariedad. De los 576.08 contratos indefinidos de mayo, solo el 39,5% fueron a tiempo completo, mientras que el 37,8 fueron fijos discontinuos y el 22,7% a tiempo parcial.
Y en tercer lugar la tasa de paro del 11,7% sigue siendo muy alta. Casi el doble de la media europea situada en el 5.9%. Una tasa que en el caso de los trabajadores menores de 25 años se dispara hasta el 27,4%, la más alta de la UE.
Incluso los sindicados mayoritarios, CCOO y UGT, aunque coinciden con la valoración del gobierno, advierten no solo de que el paro estructural sigue siendo un serio problema sino de la situación de los parados de larga duración: 4 de cada 10 desempleados llevan más de un año en el paro, y 1 de cada 4 buscan trabajo desde hace más de 2 años.
Líderes del paro en Europa, precariedad y bajos salarios, esa es la otra cara del empleo que juega un papel determinante en nuestras vidas y que tiene una base estructural. Como dicen destacados expertos: “nuestro modelo económico depende excesivamente de sectores poco resilientes frente a la destrucción de empleo como la construcción, el turismo o la hostelería…” (Miguel Basterra, profesor del departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Alicante).
Por eso es necesaria una intervención en el modelo económico que apueste por la reindustrialización, como base fundamental para crear empleo de calidad, estable y con salarios dignos.