Nos repiten insistentemente que afrontar los efectos sanitarios y económicos de la pandemia requiere un enorme gasto que el Estado debe asumir, y que la única manera de sufragarlo es con un aumento sin límite de la deuda pública.
Desde la derecha se afirma que hay que gastar en “apoyar a las empresas”, y desde sectores de la izquierda que debemos hacerlo en políticas sociales, como la renta ciudadana. Pero a pesar de estas diferencias, ambas posiciones coinciden en que solo dispondremos de recursos si nos endeudamos.
Al presentar el incremento de la deuda pública como inevitable, nos ocultan la abultada factura que supondrá. El Estado primero se endeuda para “socialización de las pérdidas”, y luego nos exige recortes para pagar la deuda.
Y, sobre todo, nos ocultan que existen otras alternativas: impulsar una auténtica política de redistribución de la riqueza, que permita disponer, sin necesidad de endeudarnos, de los ingentes recursos que hoy controla una ínfima minoría.